lunes, 13 de octubre de 2014

...La vía del tren...

Cierra los ojos, respira todo lo fuerte que sus pulmones la dejan. Siente esa mano en el pecho que la ayuda a calmar su llanto. Mientras las últimas lágrimas de aquella noche caen por sus sonrosadas mejillas, siente su voz y sus palabras susurrándola al oído. Siente el calor de su cuerpo estrechándola contra el suyo.

Siente, sueña despierta, cierra los ojos e imagina. Aquellas palabras la ayudan a imaginarse cualquier cosa en su mente, por difícil que resulte.

Un día soleado y caluroso. A sus pies una antigua vía de tren. A sus espaldas una barrera cerrada y una fila inmensa e infinita de coches esperando a ser abierta. Al frente un paraíso lleno de felicidad, diversión y todo tipo de lujos la esperan. Miles de personas la gritan que cruce de una vez por todas. La animan a vivir en aquel lado de la vía de tren. Mira a sus espaldas y allí está todo lo que ha vivido.
Sus miedos corriendo como locos, su dolor autodestruyéndose, su tristeza ahogándose en su propio llanto, su autoestima llorando por los suelos y otros miles de personas señalándola con el dedo mientras se ríen sin parar de aquella muchacha que oye sus dolorosos insultos como cada día de su triste vida.

Mira a su derecha y oye el sonido lejano de un tren que se acerca a toda velocidad. Después de tanto tiempo de pie ante aquella vía, por fin ha llegado la hora, por fin oye aquel sonido locomotor que la hace sonreír y a la vez sus miedos tiran de ella haciéndola retroceder.

-    -   No lo hagas, no puedes hacerlo. No te engañes, tú y yo sabemos que nunca lo conseguirás. Esto no es para ti, esa vía es demasiado grande para saltarla, ni siquiera para cruzarla. Con lo torpe que eres te caerás y volverás otra vez a donde estas, a donde has estado siempre con la gente que ya conoces – intenta convencerla su miedo mientras tira de su pierna.

-        -  ¿Qué gente? Dime, ¿esa gente que está ahí atrás y que se han burlado toda la vida de mi? ¿Esa gente que lo único que sabe hacer es poner la zancadilla y señalar con el dedo a los que no somos como ellos? ¿De verdad crees que quiero esa vida? Ni en sueños – grita ella furiosa e intentando zafarse de su miedo.

-       -   Ellos te quieren, se comportan así porque te quieren. Ellos te hacen ver la realidad diciéndote lo que ven en ti. No como aquellos estúpidos de en frente que te engañan diciéndote que eres guapísima y maravillosa. ¡Vamos!, ¿de verdad les vas a creer? ¿No te das cuenta que no eres guapa, ni inteligente, ni hermosa? ¿Acaso no te ves en el espejo para saber que es mentira? – le replica su miedo cada vez alzando más la voz – Mira tu autoestima, ¿la ves? – dice señalando a una sombra que se arrastra por el suelo - ¿de verdad crees que arrastrándose será capaz de cruzar contigo la vía con el tren tan cerca?

El ruido del tren cada vez más cercano hace que tenga que gritar más para callar a su miedo.

-    -  Dejame en paz. No te necesito ni a ti ni a esa autoestima destrozada. No necesito a esa gente que, según tu, me dice la verdad. ¡Porque la verdad está en mi misma y en lo que yo vea, no en lo que esa panda de imbéciles me diga! No soy tan torpe cómo crees, puedo conseguir muchas cosas, pues ya lo he demostrado. Y quizás no será nada fácil y puede que me caiga mientras cruzo hacia el otro lado, pero no tengo ninguna intención de rendirme y volver atrás. Y si me caigo como tú dices, me levantaré aun con las rodillas sangradas, aun con el cuerpo magullado, una y otra vez. Puedo alcanzar cualquier meta que me proponga y por supuesto esta no iba a ser menos.

-     - No puedes hacerlo, tú lo sabes. No puedes. No puedes. No cruces, no lo hagas, te caerás, lloraras, sufrirás….

-       -   ¡No sufriré más de lo que ya he sufrido! – grita ella con todas sus fuerzas.

Mientras tanto la fila de coches escuchan atentos la conversación y algunos se animan a transmitirle a aquella dulce muchacha todo su apoyo.

-      -   ¡Tu puedes! No hagas caso al miedo, no lleva razón. ¡Lucha por aquello que deseas!
-       -   ¡Si! Además si lo deseas con muchas fuerzas seguro que lo conseguirás. ¡Animo!

Ella sonríe mirando al frente, volviendo a ver a aquella gente que la anima a cruzar, que la elogia sin parar y la miran con dulzura y respeto.

-        -  Necesito cruzar, quiero hacerlo, me lo merezco. Yo quiero, yo puedo… - susurra con la cabeza baja.

-     - ¡¡¡Grítalo!!! – le grita un chico guapo y admirable desde el otro lado de la vía - ¡¡¡Créetelo, siéntelo!!! ¡Tú puedes!

Aquella muchacha sonríe y llora de felicidad a la vez. Mira al cielo, respira hondo y prepara su mente para esa dura carrera que la espera. Vuelve la cabeza hacia la derecha y ve que el tren está cada vez más cerca de ella. Tiene miedo y un mohín de preocupación dibujado en su cara lo demuestra. Pero sabe que tiene que hacerlo, que quiere y lo más importante, que puede hacerlo.

Así que con ese último pensamiento y echando un último vistazo hacia atrás, a su miedo, a su autoestima, a su dolor, a los insultos que flotan en el aire y a toda aquella gente riendo; se decide a cruzar por fin aquella vía de tren en el último momento, después de tanto tiempo. Ni antes ni después.

-    - ¡Es ahora o nunca! – grita aquel chico admirable que sigue animándola – ¡Este es tu momento! ¡Cruza!

-       -  ¡ESTE ES MI MOMENTO!- chilla ella con todas las fuerzas que acaba de sacar de no sabe dónde.

Y con aquellas últimas palabras de ánimo de ese precioso joven que tiene los brazos abiertos esperándola y el tren a escasos metros de ella, por fin se decide a cruzar aquella línea que la ha separado durante tanto tiempo de todo lo que había soñado siempre. Se decide a abandonar por fin aquel sufrimiento, aquella vida rastrera que llevaba a sus espaldas. Con aquel salto de valentía aquella muchacha acaba de tomar la decisión más importante de su vida, soltando la pesada mochila que llevaba siempre a sus espaldas.

Solo con fuerza, valor, seguridad, constancia y apoyo de los demás conseguirá llegar al otro lado de la vía y vivir, después de todo, como siempre ha deseado. En paz y feliz consigo misma.


Abre los ojos con fuerza y a su lado está él, el precioso joven del otro lado de la vía, mirándola con deseo, con amor y con dulzura como siempre lo ha hecho. Manteniendo aún su mano en el pecho de ella transmitiéndole fuerzas.

-       -  Es ahora o nunca – le susurra al oído con su cálida voz.

-        -   Lo sé. Este es mi momento – masculla en su oído para después cerrar aquella promesa con un fuerte beso, lleno de esperanza, coraje y valentía.

Separan sus bocas mientras se miran fijamente a los ojos y se pierden con la mirada durante unos segundos que parecen minutos. Se gritan, se abrazan y se besan solo con sus miradas ardientes. Y a pesar de estar a oscuras se ven. Él la ve a ella, hermosa y reluciente como nunca. Ella le ve a él, precioso, joven y admirable, pero además por fin puede verse a ella misma como jamás lo había hecho, bella, guerrera, valiente y afortunada. Y solo hay dos palabras que describen los sentimientos de ambos. Solo dos palabras que salen al unísono de sus labios susurrando en la oscuridad de la noche.



-       -  Te amo.