domingo, 25 de septiembre de 2011

...Intentando olvidar...


- No te preocupes, es mejor así. No debes lamentarte más. Quizás solo sea algo pasajero. Sí eso, un amor de verano.


- No sé por qué, pero cada día siento que estoy más equivocada en algo de lo que he estado tan segura. Y de lo que creo que sigo estando.


- Aunque sea verdad, debes sonreír, no pensar.


- Parece fácil ¿verdad? Lo veo tan imposible... Todos los días lo mismo, te conectas para desconectar pero realmente no estás desconectando. Estás conectando con el dolor, con el pasado, con el recuerdo, con todas esas ilusiones rotas, con la distancia, con las promesas que esperas que un día se cumplan. Estás conectando con él.


- Pues no lo hagas, no conectes con ese dolor.


- Y los dedos se pierden solos en el teclado, una letra, y otra y otra más forman un nombre. No querías pero ahí estás, acabas de teclear su nombre una vez más aunque hayas luchado con tu impulso para no hacerlo.


- Me imagino...


- Y ver su perfil y sabértelo de memoria. Y entonces un comentario y te derrumbas. Te derrumbas más abajo del suelo, casi subterráneo. Porque sabes que ya no es para ti, porque sabes que ya no le perteneces, sabes que todo se acabó y... ¡plaf! otra lo ha cazado, ha ido más rápido. Seguramente lo tenía más fácil que tu.
Y todo se vuelve negro y la sonrisa se vuelve lágrima y- suspiro- no sé... No sé nada y lo sé todo.


- Muchos recuerdos ¿verdad?


- Demasiados. Pierdo sus ojos y busco el recuerdo. Lo paro, despierto. Le miro y me siento mejor. Pero yo despidiéndole me ahogo.


- Te entiendo, pero escúchame. Quizás es mejor que hagas caso al destino. Algún día aunque le sigas queriendo te dolerá menos. Seguro.


- Pero no quieres creer que le vaya a ir bien con otra persona, y en el fondo no sabes por qué tienes que creerlo. Porque va a ser así, lo estás viendo, lo sientes.
Aunque tampoco quieres ser egoísta. No, eso no. No quieres retenerle pero tampoco quieres perderle. Le dejas que se aleje, pero quieres que siga estando cerca. Como un tira y afloja. Pero sabes que esa cuerda acabará rompiéndose para siempre. Sí, para siempre.


- No quiero verte así ¿me entiendes? Déjalo ir, así todo está bien. Ahora es ella, no tu. Piensa que una vez tu estabas en ese lugar y esa vez tu lo fuiste todo. Todo para él.


- Sí, es cierto. Y yo de pasar a serlo todo voy a pasar a no ser nada. Y ella, de pasar a ser nada va a pasar a serlo todo.
Y todo eso así, de repente. Un cambio de la noche a la mañana.


- En el fondo creo que siempre le llevarás ahí dentro. Porque veo su huella y su pisada en tu corazón y en tus ojos. Muy dentro de ti. Y veo sus efectos en tu persona. Ahora eres diferente gracias a él y lo sabes.


- He cambiado, es verdad. Él me ha cambiado. Yo seré como esa luz que se quede en él aunque no me haya llamado.


- Algún día, aunque le sigas queriendo te dolerá menos.


- Ya. Algún día. Pero mientras tanto no se cuando llegara ese maldito "día".




Y una lágrima termina aquella conversación. Esa lágrima que recorre su mejilla para acabar en sus labios. Unos labios que el besó por primera vez y un día le regaló con ello esa gran etapa de su vida. El amor.