Y después de ver esa gran película, Elena empieza a hacerse
miles de preguntas. ¿Será lo suyo un amor de verano como lo que les ocurre a
los protagonistas?
Analiza todos los detalles, todas las características.
Un amor de verano se caracteriza por durar un corto tiempo,
especialmente en esa época del año. Si así era, el caso de Elena no era un
“amor de verano”, en todo caso podría llamarlo “amor de invierno” pues todo
empezó un día de principios de Diciembre.
Sigue pensando si algo puede coincidir, si su situación
puede ser la misma que en esa película.
Ese amor de verano que creían tener los protagonistas
también suele olvidarse. La pasión y el amor se van perdiendo cuando ambos se
separan, cuando todo termina con un adiós o quizás con un hasta pronto.
No, definitivamente lo suyo no era un “amor de verano” pues
ella seguía queriendo a David como el primer día que le vio en Madrid, allí en
aquella esquina esperándola. Él, con su cazadora negra de cuero y sus manos en
los bolsillos de sus pantalones, mirando a ambos lados esperando a una persona
que ese día iba a conocer y no imaginaría jamás que la quisiera tanto.
Recuerda de nuevo, como un flashback, imágenes de esa
película que tanto le ha llamado la atención. Quizás por la semejanza con su
situación o la tristeza por un amor tan grande.
El protagonista, Noa, sabe de sobra lo que es amar y quiere
esperar a que su amada vuelva, le da igual los años que pasen, solo desea que
antes de morir ella recuerde aquel delicioso “amor de verano” que vivieron
siendo adolescentes.
¿A lo mejor David estaba equivocado pensando que el amor de
ambos solo era algo pasajero? Pasajero, un amor de adolescentes, algo rápido
sin importancia, un amor que se olvida. Un amor de verano.
Y entonces Elena ve toda su vida como una gran historia. Una
historia que podría escribir en un libro con millones de páginas o quizás no
tantas. Como si reflejara sus experiencias escritas en un diario. Toda su vida
como esa película. “El diario de Noa”. Sí, así es. Definitivamente un diario,
su diario. “El diario de Elena”
Un montón de hojas en blanco donde escribirá todos sus
errores, sus alegrías, sus experiencias, sus caprichos… Pero sobre todo
escribiría su “amor de invierno” con David. Un amor que para ella jamás ha sido
pasajero, que nunca ha podido ni podrá olvidar.
Escribiría todos los buenos momentos vividos a su lado, pero
no solo eso. También tendría en cuenta las barreras que los han separado y
rompieron ese amor. La distancia. Quizás algo insignificante que jamás pensaría
que a ella pudiera afectarle, pero que con el tiempo ha comprendido que puede
romper un amor tan grande construido poco a poco.
Porque un día puedes estar viviendo una experiencia a tres
metros sobre el cielo y al día siguiente, con un chasquido de dedos, todo
cambia. Y de la noche a la mañana te encuentras a tres metros bajo el suelo,
derrotada, pisada, destrozada y dolida.
Por mucho que David hubiera decidido alejarse de ella, Elena
tenía claro que ambos seguían sintiendo ese amor tan grande de la adolescencia,
con sus baches y sus caprichos, pero igualmente amor.
Y pondría la mano en el fuego para asegurar que él jamás la
olvidaría y la seguiría queriendo por mucho tiempo que pasara. Es más también
la pondría para asegurar que algún día sus caminos volverían a cruzarse.
Sí, claro que sí. Pondría la mano en el fuego, pero lo más
importante solo es una cosa. No se quemaría nunca.