domingo, 2 de marzo de 2014

...Recuerdos de su esencia...

Un destello, como si de una luz blanca se tratara. Y después una imagen, un suceso. Unos ojos que resultan familiares. Una risa. Una risa muy particular y resplandeciente. Un paisaje difuso en el que solo puede distinguirse colores. Globos de colores. ¿Una fiesta? No, imposible, no hay mucha gente. Solo ella.
Otra vez ese destello, pero ahora de luz dorada brillante, amarilla como el sol o quizá como el color de su pelo.

Abre los ojos. ¿Qué ha sido eso? ¿Estaba dormida? Quizá sí. Quizá no. Solo recuerda esa imagen. Esos globos de colores inflándose y mecidos por ella. Aquello no ha sido un sueño. Quizá no estaba dormida.
Tras tumbarse en la cama para descansar y cerrar sus párpados pesados como el plomo, solo habían pasado cinco escasos minutos. No había podido dormirse y tras aquel recuerdo era más difícil intentarlo.
Quiere ver esa imagen de nuevo. Recuerda bien esa risa y aún no ha olvidado el color azul como el mar de esos ojos. Sonríe para sí. Sabe que quiere volver a cerrar los ojos y verla de nuevo.

Otro destello. El sol desprende el fatigado calor de primera hora de una tarde de verano. Silencio, un pesado silencio interrumpido únicamente por el sonido del agua y el cantar de los pájaros. Dos chicas toman el sol, aunque una de ellas bajo la sombrilla. Hablan de muchas cosas. Ríen. Se sorprenden y se emocionan juntas. Secretos guardados por la suave brisa del viento. Secretos guardados y sellados bajo aquella sombrilla en una piscina que ha albergado tantos momentos. Una tarde de verano inolvidable como tantas otras.

El destello blanco vuelve a aparecer a la vez que sus ojos se abren lentamente. Pero esta vez es diferente. Una lágrima recorre su mejilla directa a la comisura de sus labios a la vez que sonríe.
Tumbada en la cama y con los auriculares puestos, suena una de sus canciones preferidas. Bueno, al menos antes le encantaba. Hacía mucho que no la escuchaba. Y aquel momento es ideal para esa canción. Se concentra en la letra pero las lágrimas a veces la juegan una mala pasada y luchan deseosas por salir de sus ojos verdes.

“Nunca pensé que llegaría…
Nunca creí en ese momento…”

Jamás pensaba que aquello pasaría. Nunca creyó que las circunstancias tuvieran que cambiar tanto. Pero no tenía elección. Tuvo que hacerlo. Tuvo que marcharse. Y es cierto, aquella canción la describe, aquella canción es ideal para ambas.
La echa tanto de menos que aquellos destellos seguidos de maravillosos recuerdos es lo único que consiguen darla fuerzas cuando la añora tanto.

“Te cambia la vida
Sin que tengas nada para seguirla…
Te cambia y no piensas….
En lo que te olvidas.”

Ella sabía aquello que iba a dejar atrás, sabía que ya no podría verla todos los días, a cualquier hora. Sabía que ya no estaría a dos pasos, en aquella puerta que solo una columna separaba. Pero tenía claro que siempre la llevaría en el corazón, en la memoria y en todos aquellos recuerdos.

“Y te despiertas un buen día,
lo ves todo al revés…
Miras atrás ves tu camino,
el que hicieron tus pies…”

Miraba atrás y veía todas las risas, los secretos, todas sus tonterías, aquellas que hacían juntas. Veía un camino largo de amistad. Una amistad duradera que aún perdura.

Dicen que la distancia es el olvido, pero a ella jamás podrá olvidarla. Da igual cuantos kilómetros las separen. Gracias a ella aquellos años habían tenido un poco de luz entre tanta oscuridad. Ella la hacía sonreír cuando solo tenía ganas de llorar. Ella la animaba a seguir adelante aunque los problemas la acecharan. La sigue encantando esa autoestima suya y esa sonrisa que contagiaba a cualquiera.

Y la canción continua reproduciéndose en su móvil, mientras ella sigue pensando todos los grandes recuerdos que un día guardó en su memoria. Recuerdos que recogen más de una década de amistad. Momentos que desean revivir juntas y todo el tiempo que les encantaría pasar la una con la otra. Como antes.

Pero aquel día tuvieron que ser fuertes y renunciar a tantos abrazos juntas.
Aquel estribillo le forma un nudo en la garganta que no puede evitar romper.

“Que cuando me vaya…
no caiga una lágrima por mí,
Que solo quede la amistad…
tantos sueños que recordar”

Y la canción termina con un sabor a sal en sus mejillas de aquellas lágrimas que se han escapado recordándola.

Ella. Preciosa, sonriente. Carismática pero cariñosa. Con carácter pero bondadosa. La persona que siempre ha estado a su lado, desde pequeña. Aquella que la abrió sus brazos el primer día. Con el paso del tiempo sus empujoncitos la han ayudado siempre a caminar sin mirar atrás.

Loca y divertida. Soñadora como una niña, pero reconoce que esa es la parte que más le gusta de ella. Sus ojos azules, su pelo dorado como el oro, su sonrisa sincera y pura, sus achuchones que llegaban al alma. Su risa y sus lágrimas. Su alegría y su enfado.

Porque solo así puede describir a esa persona increíble, dulce, preciosa y que le ha transmitido día a día tantas ganas de vivir.
Para ella es perfecta, aunque siempre diga que no, aunque siempre le repitiera sus defectos.

Y recordándola, echa de menos sus abrazos y su sonrisa. Tiene ganas de verla, de pasar miles de momentos como aquellos a su lado. Porque solo ellas se entendían. Aquellas dos amigas que jamás se olvidarán, unidas para siempre a pesar de la distancia por una gran amistad.

Y así es ella. Es su pequeña rubia. Es su pedacito de corazón que llevará consigo.
Pase lo que pase.
La quiere.
Por siempre.


"Cuando me vaya"- Melocos y Natalia