sábado, 17 de diciembre de 2011

...Dulces y deseados deseos...

Y siento como si  una soga me oprimiera fuertemente el cuello. Como si sintiera que estoy acabada y enterrada más abajo del subsuelo. Como si realmente pasara desapercibida para todo el mundo, incluso para las personas que más me importan.

Siento unas ganas tremendas de evadirme del mundo, correr más rápido de lo permitido, más rápido de lo que mis piernas aguanten. Refugiarme sola en algún lugar solitario y apacible y por último… llorar. Llorar como si fuera mi último día, llorar para que nadie pueda ver mis lágrimas recorriendo mis mejillas. Llorar lejos de todo y de todos, para que el mundo crea que sigo siendo fuerte a pesar de las adversidades. Para que crean que soy feliz porque siempre muestro una sonrisa, porque parece que siempre estoy alegre.
Siempre correcta, siempre sabiendo estar y lo siento pero ya me cansé. Por ello deseo un lugar apartado, lejos, sin nadie, solo con el ruido del viento susurrándome al oído, solo con el oído de mi llanto escuchándose por todo ese espacio.


Y desear por un momento que el tiempo se parase, poder cambiar tu vida con un simple chasquido de dedos. Que todo aquello con lo que siempre has soñado aparezca así, de repente. Como un regalo de reyes deseado por aquella dulce niña durante todo el año y hecho realidad envuelto debajo del árbol. Recibirlo con ilusión y alegría y ser feliz con aquello que por fin tienes en tus manos y tanto tiempo has deseado. Si por un momento pudiéramos soñar y adentrarnos en un sueño que nunca jamás acabe, si por un instante pudiéramos desear todo aquello que a simple vista te parece imposible y de nuevo te lo encontraras delante de ti como por arte de magia. Sería algo inaplazable y que viviría para siempre.

Pero lo cierto es que no vivimos en un sueño, lo cierto es que la vida es más difícil o quizás nosotros la hacemos difícil. Y llega un momento en que te cansas de vivir tu vida, porque hechas en falta tener cosas que los demás tienen, porque crees que no eres todo lo feliz que podrías llegar a ser. Porque añoras todo aquello que siempre has deseado tener y aun te falta. O quizás no es algo imprescindible, pero para ti es una necesidad básica que necesitas cubrir.

De repente un millón de recuerdos te invaden la mente, como clavándose de manera cruel en tu cabeza y miles de preguntas sin respuestas, y miles de promesas incumplidas, y miles de deseos que solo esperan cumplirse algún día. Y miles de arrepentimientos, de dudas y de cuestiones por resolver. Y desearías estar en otro lugar, en otro cuerpo y en otra situación que no fuera la tuya. Pero al fin y al cabo son solo eso. Simples y maravillosos deseos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Regálame tu risa y enséñame a soñar...

Con su pequeña cabecita me transmite esa ternura mientras abre lentamente sus ojos con los que aún no puede ver. Pero parece que me está mirando fijamente y me dedica una pequeña pero sutil sonrisa. Y me vuelve a mirar con ese brillo en sus ojos que parecen cristalinos mientras saca su lengüecita en busca de su chupete.



Verle así tan pequeñito, con esos deditos tan finos que te da miedo cogérselos me hace sonreír a mí también. Y me intenta agarrar el dedo índice, aunque aún no tiene la fuerza suficiente como para apretar fuertemente.


Le cojo de manera que su pequeño y frágil cuerpecito junto con su cabeza caiga sobre mis brazos. Cierra los ojitos, los vuelve a abrir. Le acaricio la mejilla y la frente y vuelve a cerrar los ojos, quedándose dormidito en mis brazos.


Te transmite tanta alegría que te olvidas de todos los problemas. Es como esa luz que te despierta cada mañana, la fuerza que te empuja a continuar. El alivio a todos tus dolores y el resplandor que brilla en la penumbra.


Porque solo tú haces que mi alma se despierte con tu luz. Porque solo hace falta una pequeña sonrisa de su rostro para que yo sea feliz.


Y ahora mismo, lo ha conseguido.


Y por eso ahora tengo un gran motivo para seguir sonriendo.


El, mi pequeñajo. Mi hermanito.



Regálame tu risa y enséñame a soñar, con solo una caricia me pierdo en este mar. Haces que mi cielo vuelve a tener ese azul, pintas de colores mis mañanas solo tú.

Quiero robarle la esencia a tu risa, la que me ofreces cada vez que escuchas mi voz, siempre me empapo de tu olor, mientras te acuno y te quedas dormido y es tu amor sin condición, el que me hace sentir cada día que soy alguien especial. Tu luz me da la fuerza para echar a volar.



Y descolgarte mil estrellas para que no tengas miedo si me voy, duerme tranquilo porque siempre pienso en ti, y si te pierdes yo te encuentro porque tu vives en mi, sueña conmigo porque siempre pienso en ti.


Te doy las gracias por ser más que todo  =)

Te Quiero Pequee =D

viernes, 18 de noviembre de 2011

Una simple melodía

Una nota, una melodía. Un sonido mezclado con una dulce voz. Otra nota más fuerte, un compás. Y después ritmos diversos, pero de repente otra vez silencio.

Esa nota de guitarra de la mano de su melancolía. Una melancolía que unida a esa voz y esas palabras le provoca un recuerdo.

Además, un paisaje. Un paisaje que pasa lento y rápido a la vez, tras la ventana de ese autobús o la ventana de su cuarto por la que observa la lluvia caer y la gente corre para poder refugiarse de unas simples gotas de agua.

Y esa letra de una simple canción reproducida desde su MP4 y escuchada a través de sus finos auriculares, le dejan ensimismado en su cuarto al lado del cristal. Sueña, imagina  y recuerda con esa melodía que le inspira y a su vez le trae una gran melancolía unida a recuerdos y vivencias increíbles.

Aun así, ella es la única que consigue relajarle todos los días cuando piensa más de la cuenta, la única que logra desahogarlo en sus peores momentos y tranquilizarse cuando empieza a perder los estribos. Simplemente es especial y única. Es bella y hermosa. Porque no se imagina su vida sin ella, realmente no podría seguir adelante cada día sin su compañía. No puede separarse de lo que más feliz le hace. La música.

Cierra los ojos, suspira. Se tumba en la cama, transmitiendo al colchón la pesadez de su cuerpo cansado y estirando completamente sus manos y sus piernas. Cierra los ojos de nuevo y vuelve a suspirar. Quizás un suspiro de tristeza, o de recuerdos ¿Quién sabe? Puede que un suspiro de felicidad, o de estrés. De cansancio o de añoranza. De rabia o frustración. Al fin y al cabo, un suspiro.

Otra nota, silencio y un fuerte compás. Abre los ojos. Decide pasar de canción. Escucha atentamente esa voz y esas letras emitidas por sus auriculares que llevan su mente a un mundo completamente distinto al suyo. Imaginación, fantasía, sueños. Quizás solo sea una técnica para evadirse de su dura realidad por un instante con las notas de una canción, algo que le transmite una emoción y paz demasiado grandes.


Piensa, recuerda y siente un dolor agudo en el pecho, pero no tiene importancia. Es su corazón que también vive esos momentos de desasosiego, armonía y recuerdos, porque esos recuerdos no están guardados en su mente si no en su corazón. A pesar de ese pequeño y débil dolor puntiagudo, una sonrisa se dibuja en su rostro.

-       -     Que canción tan bonita- piensa.

Y una emoción tan grande como un sentimiento. Esa melodía, esa nota y esas palabras producen que por su mejilla derecha caiga lentamente una pequeña lágrima. Pero no se preocupa. Inmediatamente la atrapa con su pulgar, la mira por un momento y sonríe. Cierra los ojos y respira fuertemente.

Y se deja llevar lentamente por esa canción, como si de un vaivén de las olas se tratara. Lento, relajado. 

Porque si ella está no tiene miedo, si la música le acompaña allá donde vaya él es feliz. Porque como dice la canción: “I won’t shed a tear just as long as you stand, stand by me”

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Su verdadero espejo

Como cada mañana veía su rostro reflejado en aquel pequeño espejo, con sus ojos cansados y entreabiertos pidiendo unas horas más de sueño. Debía ducharse y prepararse para volver a la rutina e ir a clase como todos los días.


Ensimismado en su reflejo pasaba su mano derecha por su rostro y sus pensamientos en esos momentos le invadían la mente.



No se sentía a gusto con su físico, quizás si con su cuerpo pero no con su rostro. Realmente no encontraba esa belleza exterior de la que le hablaba tanta gente.


¿Dónde?- se repetía una y otra vez- No sé por qué me mienten.


Sin embargo, aquel espejo colocado en su pequeño cuarto de baño, no le dejaba ver esa belleza interna que poseía, algo que él parecía haber olvidado.


No, no podía ver eso. Tampoco se reflejaba lo humilde y simpático que era. Ni si quiera dejaba vislumbrar su talento y perseverancia, su constancia y su sencillez como persona.


Pero aunque no pudiera ver esa belleza en ese miserable espejo al que él llamaba, había gente que se lo transmitía de mejor manera.


Gente que realmente le apreciaban, le querían y le admiraban como persona. Personas que tenía ahí a su lado y le demostraban lo importante que resultaba él en sus vidas.


Le hacían ver la verdadera belleza de su persona, incluso ellos le veían hermoso pues esa ternura en su mirada y ese brillo en sus ojos resplandecía por encima de todo en su rostro.


Quizás aquel pequeño pero grande muchacho debía aprender a valorarse como persona. Quizás debía aprender que la verdadera belleza y la más importante está en el corazón y eso es lo que nos define como personas.


Y yo ahora a esa gran persona le escribo estas líneas para hacerle ver que ese espejo en el que anda descubriendo su belleza cada mañana realmente le engaña. Debe dejar de engañarse y descubrir su verdadera valía.


Y es que no hay solo uno, ni dos, ni tres.


Porque los verdaderos espejos son esas personas que tanto le respetan, le quieren y le admiran. Aquellas personas importantes que le aprecian y le valoran. Ellas, las que estarán cerca cuando más lo necesite, que no se cansarán de repetirle la grandeza de su alma y su corazón.


Y entonces recuerda a una persona, alguien realmente importante. Aquel que siempre estaba a su lado cuando apenas aprendió a andar, el que le enseñó a dar unas simples patadas a un balón. Alguien a quien añora y quiere tanto a la vez. El que le enseñó tanto y le ayudo en sus peores momentos. Su gran espejo del alma que le mostraba cada día lo brillante que era. Si, ese era él. Su figura de apego durante la infancia.


Sonríe y a la vez le recuerda. Realmente pierde el tiempo mirándose en aquel espejo colgado en la pared, porque se da cuenta que tiene espejos mejores donde reflejarse todos los días, a su lado. Pero el más importante, aquel que le vigila desde arriba, porque aunque no pueda verlo, sabe lo que en esos momentos pensaría sobre su hijo. Simplemente él. Su padre.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

...QUERER Y NO PODER...

Es como reír pero sintiendo un dolor agudo en el pecho,
es como correr mientras te duele el tobillo derecho.
Intentar sonreír teniendo un esparadrapo en la boca,
Pensar con cordura sabiendo que estás verdaderamente loca.


Es como saltar mientras tus pies están atados fuertemente,
es como querer dejar paso a la razón en vez de a tu mente,
ver el arcoíris de colores en una película en blanco y negro,
es como echar la lotería para que solo te toque el reintegro.


Son miles de preguntas sin ninguna respuesta,
aceptar un fuerte reto sin estar dispuesta,
es como llorar pero a la vez reírte por dentro,
como querer gritar “te quiero” y no llevarlo tan adentro.



Es intentar olvidarle mientras vuelves de nuevo a recordarle,
odiarle tantas veces y sin embargo no dejar de amarle,
es como sentirle a tu lado acariciándote cuando despiertas,
como cerrar todas esas puertas que quieres dejar abiertas.


Es como querer gritar en medio del silencio,
es desear ver pintado su rostro en un gran lienzo,
como querer besar sus labios aun siendo demasiado tarde,
es como ser valiente pero con él una gran cobarde.


Es deber y no querer,
es querer y no poder,
es caer rendida en el intento
de no recordarle cada momento.



Y de nuevo encontrarte en medio de tanta duda,
querer buscar un abrazo entre tan poca ayuda.
Y estar encerrada sin poder ni si quiera respirar,
es como sentir dolor y no poder llorar.

viernes, 14 de octubre de 2011

...Amor de invierno...

Y después de ver esa gran película, Elena empieza a hacerse miles de preguntas. ¿Será lo suyo un amor de verano como lo que les ocurre a los protagonistas?

Analiza todos los detalles, todas las características.

Un amor de verano se caracteriza por durar un corto tiempo, especialmente en esa época del año. Si así era, el caso de Elena no era un “amor de verano”, en todo caso podría llamarlo “amor de invierno” pues todo empezó un día de principios de Diciembre.

Sigue pensando si algo puede coincidir, si su situación puede ser la misma que en esa película.

Ese amor de verano que creían tener los protagonistas también suele olvidarse. La pasión y el amor se van perdiendo cuando ambos se separan, cuando todo termina con un adiós o quizás con un hasta pronto.

No, definitivamente lo suyo no era un “amor de verano” pues ella seguía queriendo a David como el primer día que le vio en Madrid, allí en aquella esquina esperándola. Él, con su cazadora negra de cuero y sus manos en los bolsillos de sus pantalones, mirando a ambos lados esperando a una persona que ese día iba a conocer y no imaginaría jamás que la quisiera tanto.

Recuerda de nuevo, como un flashback, imágenes de esa película que tanto le ha llamado la atención. Quizás por la semejanza con su situación o la tristeza por un amor tan grande.

El protagonista, Noa, sabe de sobra lo que es amar y quiere esperar a que su amada vuelva, le da igual los años que pasen, solo desea que antes de morir ella recuerde aquel delicioso “amor de verano” que vivieron siendo adolescentes.

¿A lo mejor David estaba equivocado pensando que el amor de ambos solo era algo pasajero? Pasajero, un amor de adolescentes, algo rápido sin importancia, un amor que se olvida. Un amor de verano.

Y entonces Elena ve toda su vida como una gran historia. Una historia que podría escribir en un libro con millones de páginas o quizás no tantas. Como si reflejara sus experiencias escritas en un diario. Toda su vida como esa película. “El diario de Noa”. Sí, así es. Definitivamente un diario, su diario. “El diario de Elena”

Un montón de hojas en blanco donde escribirá todos sus errores, sus alegrías, sus experiencias, sus caprichos… Pero sobre todo escribiría su “amor de invierno” con David. Un amor que para ella jamás ha sido pasajero, que nunca ha podido ni podrá olvidar.

Escribiría todos los buenos momentos vividos a su lado, pero no solo eso. También tendría en cuenta las barreras que los han separado y rompieron ese amor. La distancia. Quizás algo insignificante que jamás pensaría que a ella pudiera afectarle, pero que con el tiempo ha comprendido que puede romper un amor tan grande construido poco a poco.

Porque un día puedes estar viviendo una experiencia a tres metros sobre el cielo y al día siguiente, con un chasquido de dedos, todo cambia. Y de la noche a la mañana te encuentras a tres metros bajo el suelo, derrotada, pisada, destrozada y dolida.

Por mucho que David hubiera decidido alejarse de ella, Elena tenía claro que ambos seguían sintiendo ese amor tan grande de la adolescencia, con sus baches y sus caprichos, pero igualmente amor.

Y pondría la mano en el fuego para asegurar que él jamás la olvidaría y la seguiría queriendo por mucho tiempo que pasara. Es más también la pondría para asegurar que algún día sus caminos volverían a cruzarse.

Sí, claro que sí. Pondría la mano en el fuego, pero lo más importante solo es una cosa. No se quemaría nunca.

domingo, 25 de septiembre de 2011

...Intentando olvidar...


- No te preocupes, es mejor así. No debes lamentarte más. Quizás solo sea algo pasajero. Sí eso, un amor de verano.


- No sé por qué, pero cada día siento que estoy más equivocada en algo de lo que he estado tan segura. Y de lo que creo que sigo estando.


- Aunque sea verdad, debes sonreír, no pensar.


- Parece fácil ¿verdad? Lo veo tan imposible... Todos los días lo mismo, te conectas para desconectar pero realmente no estás desconectando. Estás conectando con el dolor, con el pasado, con el recuerdo, con todas esas ilusiones rotas, con la distancia, con las promesas que esperas que un día se cumplan. Estás conectando con él.


- Pues no lo hagas, no conectes con ese dolor.


- Y los dedos se pierden solos en el teclado, una letra, y otra y otra más forman un nombre. No querías pero ahí estás, acabas de teclear su nombre una vez más aunque hayas luchado con tu impulso para no hacerlo.


- Me imagino...


- Y ver su perfil y sabértelo de memoria. Y entonces un comentario y te derrumbas. Te derrumbas más abajo del suelo, casi subterráneo. Porque sabes que ya no es para ti, porque sabes que ya no le perteneces, sabes que todo se acabó y... ¡plaf! otra lo ha cazado, ha ido más rápido. Seguramente lo tenía más fácil que tu.
Y todo se vuelve negro y la sonrisa se vuelve lágrima y- suspiro- no sé... No sé nada y lo sé todo.


- Muchos recuerdos ¿verdad?


- Demasiados. Pierdo sus ojos y busco el recuerdo. Lo paro, despierto. Le miro y me siento mejor. Pero yo despidiéndole me ahogo.


- Te entiendo, pero escúchame. Quizás es mejor que hagas caso al destino. Algún día aunque le sigas queriendo te dolerá menos. Seguro.


- Pero no quieres creer que le vaya a ir bien con otra persona, y en el fondo no sabes por qué tienes que creerlo. Porque va a ser así, lo estás viendo, lo sientes.
Aunque tampoco quieres ser egoísta. No, eso no. No quieres retenerle pero tampoco quieres perderle. Le dejas que se aleje, pero quieres que siga estando cerca. Como un tira y afloja. Pero sabes que esa cuerda acabará rompiéndose para siempre. Sí, para siempre.


- No quiero verte así ¿me entiendes? Déjalo ir, así todo está bien. Ahora es ella, no tu. Piensa que una vez tu estabas en ese lugar y esa vez tu lo fuiste todo. Todo para él.


- Sí, es cierto. Y yo de pasar a serlo todo voy a pasar a no ser nada. Y ella, de pasar a ser nada va a pasar a serlo todo.
Y todo eso así, de repente. Un cambio de la noche a la mañana.


- En el fondo creo que siempre le llevarás ahí dentro. Porque veo su huella y su pisada en tu corazón y en tus ojos. Muy dentro de ti. Y veo sus efectos en tu persona. Ahora eres diferente gracias a él y lo sabes.


- He cambiado, es verdad. Él me ha cambiado. Yo seré como esa luz que se quede en él aunque no me haya llamado.


- Algún día, aunque le sigas queriendo te dolerá menos.


- Ya. Algún día. Pero mientras tanto no se cuando llegara ese maldito "día".




Y una lágrima termina aquella conversación. Esa lágrima que recorre su mejilla para acabar en sus labios. Unos labios que el besó por primera vez y un día le regaló con ello esa gran etapa de su vida. El amor.

martes, 23 de agosto de 2011

...Disparos en el alma...

Otro disparo más en su alma, o mejor dicho, de nuevo otro disparo en su corazón. Ese corazón que sigue herido con esas cicatrices tapadas que el mismo provocó. Esa última herida la ha roto por dentro. Ya no tiene ganas de sonreír, ni si quiera para los demás. No. Solo le quedan lágrimas. Furia e ira se apoderan de todo su ser al recordar esos últimos momentos a su lado. Al darse cuenta que sus ilusiones se han roto, que esos momentos no volverá a vivirlos, por lo menos a su lado. Rabia al saber que sus “te quiero” ya no son dirigidos a ella. No que va. Y piensa: “¿Pero alguna vez sus te quiero han sido sinceros?” Se lo preguntará siempre.


Ahora un pinchazo en el estómago que se convierte lentamente en un nudo que impide que pueda encontrarse bien. Poco a poco ese nudo va subiendo a la garganta con una velocidad increíble. Y como si de un acto reflejo se tratara justo en ese momento vuelve a recordar. Su cara, sus besos, sus caricias. El parque, su casa, él, ella. Su sonrisa, sus palabras, su pecho. Rápidas imágenes que provocan que sus ojos empiecen de nuevo a humedecerse hasta conseguir que se bañen en lágrimas. Lágrimas de dolor, de sufrimiento, de recuerdos, de ilusiones rotas, de promesas incumplidas.




Ahora esboza una sonrisa y una de sus lágrimas se cuela entre sus labios y la saborea.


Sonríe. Acaba de acordarse de otro mágico momento. De una de sus tonterías que la hacían reír. Le encantaba estar a su lado, la hacía sentir única, especial. Incluso junto a él se sentía a gusto consigo misma, algo que jamás había ocurrido en ella.


Pero poco le puede durar esa sonrisa. ¿Qué le queda para que pueda reír? Ya no tiene razones. Su corazón está vacío, él se ha ido y está segura de una cosa. Se ha ido para no volver más. Se ha ido para siempre.


Debería empezar de nuevo su camino en el amor, olvidarse de aquella etapa pasada que sin duda fue mágica y por supuesto, no quería que terminase jamás. Debería ser feliz, salir, comerse el mundo, pero sin embargo no se siente con fuerzas de nada.


- ¿Para qué?- se pregunta ella- ¿Para qué me destrocen el corazón de nuevo? ¿Para qué ser feliz, si ya no está?


Y así día tras día, semana tras semana… No sabía cuánto más iba a durar su sufrimiento. No podía olvidarse de aquella persona, le parecía imposible. Pero algún día ella misma se daría cuenta que nada en esta vida es IMPOSIBLE.


jueves, 4 de agosto de 2011

Etapas a recorrer trás una perdida. Del escritor Jorge Bucay

ETAPAS DEL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS A RECORRER TRAS UNA PÉRDIDA

1. Etapa de incredulidad: nos entra una paralisis al recibir la terrible noticia, a continuación negamos lo que ha pasado, no queremos verlo. Nuestra mente se protege del dolor intentando negar lo ocurrido con frases del tipo: “No puede ser” “Eso es imposible”… y por ultimo entramos en un momento de confusión, no sabemos exactamente lo que ha pasado y si lo que ha pasado es verdad.


2. Etapa de regresión: en esta etapa nos damos cuenta de la verdad, dejamos de negar la realidad y empieza a aflorar realmente el dolor. Nos duele lo que ha pasado, un dolor intenso e interno.(llanto explosivo, berrinche, desesperación)


3. Etapa de la furia: después del dolor que nos produce la perdida viene siempre tras de sí acompañado de furia. Una furia que no podemos evitar que la manifestamos a través de pataleos, lloramos, nos cabreamos. Nos comportamos como niños e incluso nos cabreamos con los demás aunque no tengan culpa de nada.


4. Etapa de la culpa: Una vez que ha pasado un tiempo tras la pérdida de ese ser querido, nos damos cuenta que no vale culpar a los demás ni enfadarnos con los otros ni con el mundo. Si no que reconocemos que la persona no está y empezamos a pensar que los culpables somos nosotros con frases de tipo: “si no le hubiera comprado el billete, no hubiera cogido el avión”, “no debería haberle contado la verdad”, “tenía que haber aprovechado más tiempo con él/ella” etc…


5. Etapa de la desolación: aparece la impotencia. Nos damos cuenta de la cruda realidad, la persona que queremos ya no está a nuestro lado, y no podemos hacer nada para evitarlo. Nos entra impotencia y con ello la soledad. (Impotencia, desasosiego, pseudoalucinaciones, idealización, idea de ruina)


6. Etapa de la fecundidad: esta etapa empieza con la identificación, que es el puente para salir del duelo, de la pérdida, del camino de las lágrimas. Nos identificamos con algunos aspectos o rasgos de la persona perdida. Empiezan a gustarte cosas que le gustaban a tu ser querido que ya no está. Por ejemplo, antes nno te gustaban los pasteles, pero recuerdas como esa persona los hacía tan ricos y de pronto sientes esa necesidad de hacer pasteles y comerlos. Tras la identificación comienza la fecundidad. Con la fecundidad empezamos a hacer cosas o acciones dedicadas a esas personas (como el ejemplo de los pasteles). Esta etapa es la reconstrucción: lograr que el camino me lleve a algo que se vuelva útil para mi vida o la de otros. Transformamos el dolor de todo el camino en una historia para compartir con personas que han sufrido también pérdidas parecidas.


7. Etapa de la aceptación: con la aceptación llegamos a la cicatrización de la herida. La aceptación quiere decir dos cosas:


- “Discriminarse” de la persona que se murió, separarse, diferenciarse…


- “Interiorizar”: saber que algo de esa persona quedó en mí. Tener la conciencia de que por eso siguen vivas en mí las cosas que aprendí, exploté y viví.




Y el camino termina aquí:
Cuando me doy cuenta que todo lo que esa persona me dio no se lo llevó con ella, cuando me doy cuenta que puedo tener dentro de mí lo que esa persona dejó en mí. Eso es una manera de tener a la persona conmigo.
La discriminación y la interiorización te permitirán aceptar la posibilidad de seguir adelante, a pesar de que, como todas las heridas, quedará una cicatriz para siempre. Se supera pero no se olvida.




PD: Esto es un resumen sobre el tema principal del libro de Jorge Bucay: El camino de las lágrimas.
La verdad que os lo recomiendo, os ayuda a superar una perdida, ya sea una muerte o una ruptura, o a superar una etapa, o la noticia de una enfermedad.. Cualquier cosa que suponga algo doloroso en nosotros. Superarlo nos ayuda a ser adultos y madurar como personas.
Por lo tanto, nunca os ancleis al pasado, vivir pensando en el presente, pues en esta vida hay que aprender a coger y soltar para poder ser feliz.

martes, 5 de julio de 2011

...El camino de la vida...

Y lo sabes, sabes que la felicidad te ha llegado, porque con solo mirarte al espejo te ves radiante, te aparece esa sonrisa sin querer.

Aunque por dentro estalles de alegría porque todo va muy bien, sientes miedo. Miedo a que mañana una lágrima se apodere de esa preciosa sonrisa que hoy pinta tu cara. Sonrisa que nace por algo o alguien, sonrisa que se alimenta de sus recuerdos, de sus risas, de sus besos, de sus caricias. También de sus bromas, de sus tonterías y de sus detalles. Una sonrisa que se alimenta de todo su ser.

Sabes que tanta felicidad junta no puede ser buena, sientes que es mucha suerte en pocos días. Por ello tienes asumido que algún día todo puede cambiar, que la felicidad que ahora te ilumina puede apagarse como una vela en tu interior. Que esa sonrisa que tanto asoma tras tu pequeña boca, puede esfumarse como si se la llevara el viento. Que esos recuerdos y ese cariño hacia esa persona puede que se intensifiquen o por el contrario se conviertan en un odio intenso que recorrerá todo tu ser.

Tienes las ventajas, también los inconvenientes y tienes el camino a tus pies.

Caminas despacio, no quieres perderle, intentando tomar las decisiones correctas, analizando los inconvenientes y disfrutando de todas esas ventajas que guardas en tu mochila de viaje.



No esperas terminar todo el camino, y si lo terminas sabes que no acabarás bien. Pero si no das ese paso que te adentrara a tu deseo, a tu sueño, jamás aprenderás como caminar correctamente, ni aprenderás a decidir, ni a jugar con esos pros y esos contras que llevas siempre en tu mochila antes de emprender un viaje.

Es por ello que pase lo que pase debes asumir tus decisiones y sobre todo intentar mantener esa felicidad que te da la fuerza para seguir adelante en ese gran camino. Recuerda que con tu sonrisa harás a los demás más pequeños y tú te volverás más fuerte. Esa es la clave del camino. Del camino de la vida.

sábado, 11 de junio de 2011

...Su olor, te encanta...

Te encanta ese olor a goma de borrar recién comprada, solo el inspirarlo te produce escalofríos. Te encanta como huele la plastilina cuando la moldeas. Es increíble ese aroma a humedad cuando la lluvia cae sobre el suelo cálido después de un día de mucho calor.


Ese perfume a naturaleza con miles de especies de árboles. Te encanta ese olor a cloro cuando acabas de salir de la piscina, sí, porque te recuerda a todos los buenos momentos que has pasado en verano. Ese olor a pintura que a veces puede resultar desagradable pero te da una sensación de limpio y de nuevo que te encanta.


Te encanta cuando inspiras ese perfume que siempre te pones para oler bien. Olores agradables, olores desagradables. Desagradables como ese fuerte olor a pegamento cuando lo usas y crees que vas a desmayarte de respirar aquello. Pero en el fondo acabas riéndote y contentilla. ¿Que tendrá el olor a pegamento?


Pero hay una cosa que no cambiarias nunca, un olor que; si por ti fuera, te lo llevarías guardado en un frasco e intentarías conservarlo siempre para que no se perdiera. Un olor agradable. Miento. Mucho más que agradable. Magnifico, indescriptible. Un olor increíble.


Y ese olor es su aroma. Ese aroma que no puede compararse con ninguna otra. Ese olor a él que te encanta y a veces olvidas. Que si pudieras recordarlo siempre y sentir esos escalofríos que te daban al inspirarlo, lo harías.




Porque el único olor que realmente te encanta es el suyo, pues sabes las miles de corrientes eléctricas que te produce inspirar su aroma. Y deseas que pasen los días, que pasen las horas, los minutos, los segundos para verle de nuevo, acercarte a su cuello e impregnarte de su olor durante horas. Porque te encanta, su olor te encanta.

sábado, 4 de junio de 2011

... La doctora...

Su pelo mecido por el viento, dejando libertad a cada uno de los preciosos mechones rizados que daban a su cara un toque más natural. Esos preciosos cabellos que le habían enamorado una vez y que le dejaban hipnotizado cada vez que veía su foto.



Su postura firme pero segura ante la vida era aquello que más le gustaba de su forma de ser, lo que en cierta manera la hacía ser especial, única, ella misma, y eso era algo que no cambiaría por nadie.


Esos ojos grandes pero lindos al mismo tiempo, para él no eran solo dos simples ojos. Eran fuente de expresión y de alegría. Le transmitía tantas cosas, tanto sentimiento. Ese brillo tan peculiar que pareciera que la luna se hubiera colado en ellos. Con sus pestañas siempre altas y colocadas, como si jamás se movieran le daban ese toque de feminidad que encajaba perfectamente con su persona.


Sus pequeñitas orejas, quizás para otros algo sin importancia, pero a él le encantaba como le quedaba el pelo recogido en ellas.


Y si tuviera que quedarse con algo, está claro lo que sería. Se quedaría con su sonrisa. Si, esa sonrisa perfecta que hace que gires la cabeza para verla, esa sonrisa que te contagia y no puedes evitar sentirte feliz. Es tan bonito cuando sonríe… Es capaz de iluminar el mundo con ella. Le deja ensimismado cuando rie y deja ver sus pequeños dientecitos, su cara inocente, como si de una niña se tratara.


Incluso con su bata de trabajo está magnifica. El viento empuja su bata blanca de doctora hacía un lado, al igual que su precioso pelo moreno y rizado. Pero ella no se inmuta por ello, le gusta sentir como ese viento azota sus mejillas y sonríe por ello. Otra de sus sonrisas, es una debilidad para él, no puede evitar caer rendido ante su belleza.


“Y aquí estoy admirando el retrato de una doctora magnífica, preciosa, increíble, única… Una doctora que me cura día tras día de mi gran enfermedad. Y es que mi enfermedad no se cura si ella no está a mi lado. Aunque no creo que jamás me recupere porque sinceramente ¿el amor tiene cura? Mirándolo bien, prefiero estar enfermo para el resto de la vida, pues así seguiré enamorado de esa preciosa persona, de mi doctora."

domingo, 22 de mayo de 2011

...La princesa encerrada...

Había una vez, en un reino muy lejano, una princesa encerrada en lo más alto de la más alta torre. Una malvada bruja la había encerrado hace poco y no podría salir hasta que un caballero apuesto lograra salvarla.
La princesa se pasaba todos los días esperando a que su apuesto caballero la salvara de aquella alta torre. 
Mientras tanto pasaba los días cosiendo, tejiendo, leyendo, barriendo, etc.

Para llegar hasta la torre había que atravesar primero un bosque lleno de misterios y que estaba siempre muy oscuro, después te encontrabas con un puente de madera que cruzaba un lago de lava. Más tarde había un gran y fiero dragón que habría que matar. Posteriormente llegabas a la torre, pero ésta estaba cubierta de 
alambre con espino y antes de subir había que quitarlo.

Todas estas pruebas había que superar para rescatar a aquella dulce y bella princesa.
Un gran día un apuesto caballero apareció por allí dispuesto a salvar a la princesa. Así que decidido atravesó el bosque enfrentándose con todo animal que se encontraba. Una vez terminó de cruzar el bosque, llego hasta el puente de lava. Pero aquel caballero cuando vio el puente que se movía un poco y estaba a punto de romperse, dijo:

-           -   Buah, yo no cruzo esto, puedo caerme y quemarme. Además ya estoy muy cansado de cruzar ese gran bosque, así que me voy.

Y aquel caballero se dio media vuelta.

Días después apareció otro apuesto caballero dispuesto a salvar a la princesa. Se puso muy contento al ver que ya habían pasado por el bosque y habían matado a todos los animales peligrosos que había allí. Así que lo cruzo sin problema y enseguida llegó al puente de lava. Con mucha valentía lo cruzó aunque le costó bastante esfuerzo que el puente no se rompiera. Cuando terminó de cruzarle se encontró con el gran dragón y dijo:

-             -   Uf -suspiró- ¿Ahora tengo que matar a ese dragón? Pues no me apetece, ya estoy muy cansado de cruzar el puente. Así que me voy.

Y el segundo caballero se fue.

Pasaron los días y apareció otro caballero muy apuesto y valiente. Se dio cuenta que el bosque estaba despejado y el puente estaba reforzado para poder pasar sin dificultad, asi que cayó en la cuenta de que alguien había estado allí. Muy contento y sin hacer nada llegó hasta el gran dragón, al cual mató sin ninguna dificultad. Pero cuando terminó y vio que aún tenía que subir la torre, dijo:

-           -      ¿Ahora hay que quitar el alambre de la torre? –suspiró- Pues va ser que no, que ya estoy muy cansado de matar a ese enorme dragón. Así que me voy.

Y así fue como aquel caballero se fue por donde vino, muy cansado.

Otro día otro apuesto caballero llegó dispuesto a salvar de una vez por todas a aquella princesa. Se alegró muchísimo al encontrarse todo despejado: el bosque, el puente reforzado y… ¡el dragón ya estaba muerto!

-          -  ¡Buah! Esto está tirado, si ya me han matado al dragón y todo. Por fin seré yo quien rescataré a la princesa.

Así que fue a su objetivo: la torre. Vio que estaba cubierta de alambre con espino y poco a poco fue quitándolo dando vueltas sobre la torre de tal manera que lo desenrolló fácilmente y lo dejó echo un ovillo al pie de la torre. Ahora solo tenía que escalar, pero:

-             -   Uf, ahora estoy realmente cansado. Ya he quitado todo el dichoso alambre, no tengo ganas de subir y escalar, además es muy alta la torre. Así que me voy.

Y aquel caballero se fue.

Pasaron dos días más y apareció un gran caballero, apuesto, fuerte y robusto, dispuesto a ser el salvador de su princesa y poder casarse con ella.
Cuando de repente vió que el bosque estaba despejado, el puente se encontraba reforzado para poder pasar, ¡el dragón estaba más que muerto!, y el alambre con espino de la torre estaba quitado y echo un ovillo al pie de ésta. Se llevó una gran alegría y muy orgulloso empezó a decir:

-            -   Pero esto es genial, solo tengo que subir y escalar esta gran torre y ya podré salvar a la princesa. Esto es pan comido.

Así que muy contento se dispuso a escalar. Y escaló y escaló hasta que por fín llego a la ventana y se coló. Muy cansado observó por todos los rincones de aquella habitación, pero… ¡la princesa no estaba!
-           -  ¿Dónde se ha metido la princesa?- pensó él.

Y es que queridos amigos, llegó un momento que la princesa se cansó tanto de esperar y esperar a que algún hombre tuviera el valor y la valentía de no cansarse y salvarla, que cogió un día y dijo:

-            -   Estoy harta de estar esperando a mi supuesto príncipe azul que me rescatará. Yo me voy de aquí a tomar unas cañas con mis amigas y que se cansen de esperar esos dichosos “príncipes azules”, que yo ya los he 
es   esperado bastante y además está claro que si son azules… ¡destiñen!





Y así fue como la princesa, cansada de esperar, se largó de aquella torre para irse de copas con sus amigas.

Y colorín colorado esta historia se ha acabado. 

viernes, 20 de mayo de 2011

...LA PRINCESA Y EL PICAPEDRERO...

Había una vez, en un reino muy pero que muy lejano, en lo alto de un pueblo, un gran castillo. En él habitaban el rey de ese pueblo y su hija la princesa María.



Un buen día el rey hablaba tranquilamente con su hija:


- María, hija mía, yo creo que ya te has hecho mayor, ya tienes una edad propia para casarte y poder ser reina antes de que yo muera. Así que dime con quien desearíais casaros hija mía- le comentó el rey a su hija.


- Pues la verdad papá es que yo llevo un tiempo ya enamorada del picapedrero del pueblo y es con él con quien quiero casarme.


- ¿Con el picapedrero?- preguntó el rey extrañado con cara rara- No no hija, yo no puedo dejar que te cases con un simple picapedrero. Tú debes casarte con alguien importante, poderoso y de alta clase, no puede ser un cualquiera.


- Pero papa yo…- reprochó la princesa.


- No hay más que hablar, ahora mismo voy en busca del señor más poderoso de este reino.


Y así fue como el rey empezó su camino. Pensó que el señor más poderoso de toda la tierra sería el sol, y que era el que mejor protegería a su hija. Así que se encaminó hacía el sol y cuando llego habló con él:


- Buenos días señor sol. Venía a comunicarle que quiero casar a mi hija con el señor más poderoso de la tierra, y bueno yo estoy seguro que usted el sol es el más poderoso de todos, pues puede calentar a todo el mundo desde ahí arriba- le informó el rey.


- Pues así es alteza, lleva usted toda la razón, yo soy muy poderoso, y de echo me encantaría poder casarme con su bella hija. Pero me temo que yo no soy el más poderoso de todos porqué yo puedo salir todos los días, pero a veces las nubes me tapan y no me dejan desprender todo mi brillo y mi calor.


- Mmm…- se paró a pensar- Pues entonces llevas razón, las nubes son más poderosas.


El rey, pensando que las nubes eran las más poderosas de la tierra, se dirigió a hablar con ellas y cuando llegó les dijo así:


- Buenos días señoras nubes. Vengo a decirles que quiero casar a mi hija con el más poderoso de la tierra y yo estoy seguro que ustedes las nubes son las más poderosas aún que el sol porque lográis taparlo.- añadió el rey.


- Pues sí, así es alteza. Nosotras podemos tapar al sol cuando salimos, pero no por ello somos las más poderosas de la tierra. Hay alguien más poderoso aún que nosotras porque cuando las nubes salimos el viento nos arrastra donde el quiera, entonces dependemos de él.


- Vaya- pensó frotándose el mentón- pues entonces el viento es más poderoso.


Así que, el rey decidido se fue a hablar con el más poderoso de la tierra, el viento. Y cuando llegó le dijo así:


- Buenos días señor viento. Vengo a comentarle que quiero casar a mi hija; la princesa, con el señor más poderoso de la tierra y las nubes me han dicho que usted es más poderoso que ellas porque puede arrastrarlas, ¿no es así?- dijo el rey.


- Sí si, así es alteza, yo soy más poderoso que ellas pues las arrastro con mi furia y mi fuerza donde quiera. Pero en realidad no soy el más poderoso de la tierra porque yo no puedo pasar siempre por donde quiera, las montañas tan altas a veces me lo impiden. Por eso ellas son más poderosas que yo.


- Pues sí, entonces las montañas son más poderosas.


El rey, ya un poco cansado, se dirigió a hablar con la montaña ya que era la más poderosa para poder casarse con su bella hija María, la princesa. Y una vez tenía a la montaña delante, le dijo:


- Buenos días señora montaña. Estoy aquí para proponerle si quiere usted casarse con mi hija, pues estoy buscando al señor más poderoso de la tierra y el viento me ha dicho que tu eres más poderosa que él porque le impides pasar. ¿Eso es cierto?- preguntó el rey.


- Por supuesto, eso es verdad. Lo que pasa que, siento decirle que no me casaré con su hija, porque realmente yo no soy la más poderosa de la tierra. Veréis alteza, yo ya estoy algo mayor y tengo a un gusanito que me está comiendo poco a poco por dentro. Yo ya no sirvo de mucho.


- Entonces el gusanito que la esta comiendo por dentro a esta montaña, será el más poderoso de todos- pensó muy convencido.


Y así fue como el rey se dirigió hacia el interior de esa montaña. Después de atravesar muchos túneles llegó hasta donde se encontraba aquel gusanito que verdaderamente se estaba comiendo el interior de aquella montaña.


¿Y os podéis imaginar quien era aquel gusanito tan poderoso que le quitaba la vida poco a poco a la montaña?


Pues aquel gusanito era el picapedrero del pueblo. Un simple hombre, que no era rico y tampoco poderoso, pero que con su humildad y su trabajo se ganaba el pan de cada día.


Y así fue como el rey quedó convencido de que aquel picapedrero era el hombre más poderoso para casarlo con su hija.


La princesa al conocer la noticia se alegró muchísimo de que pudiera casarse con quien ella quería desde el principio.




Y desde aquel día, la princesa pudo elegir libremente en todas sus decisiones. Se casó con su querido picapedrero. ¡Y vivieron felices y comieron perdices!


Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

jueves, 12 de mayo de 2011

...Recuerdos...

Esa brisa, esa luz, ese aroma que al inspirar te llena por dentro. Ese sonido de las aguas que logra tranquilizarte cuando te sientes sola. En ese lugar te das cuenta que no estás sola. Los pájaros están contigo, cantándote para animarte, no es lo mismo que su voz pero te conformas. La brisa recorre tu piel, al igual que sus caricias lo hacían y aunque no logra producirte ese escalofrío que él te producía al tocarte, al menos no te sientes sola. Ese aroma a verde, a humedad; quizás no sea igual que inspirar su olor al despertar u oler su cuello en cada beso, pero al menos te relaja y te ayuda a no pensar. Esa luz que el sol desprende puede compararse con el gran brillo que sus ojos emanaban, ese brillo que tanto te gustaba y ahora en ese momento no tienes.



El corazón te duele, sientes un gran vacío en el pecho, que a veces te impide respirar, pero siempre acabas pensando en él, recordando ese momento que jamás olvidarás. Un recuerdo lleno de detalles, un recuerdo tan real que parece que está ahí, contigo. Y así pasas los días esperando a que ese recuerdo vuelva a ser real, aunque las posibilidades de volver a vivirlo sean nulas. Aunque quizás mañana todo cambie y nada pueda ser, aunque tu corazón o el suyo se paren y jamás volváis a estar juntos…

Y como cada noche ahí estás tú, derramando una lágrima en tu almohada, extrañando su compañía a tu lado, extrañando sus caricias al despertar, echando de menos sus besos, ese calor que desprendía y hacía que no pasaras frío. Extrañando esa sonrisa y ese brillo en sus ojos que al despertar te encontrabas. Echando de menos sus atenciones, su pecho moviéndose acompasadamente por el ritmo de su respiración. Extrañando sus latidos en tu oído, su pecho como tu almohada. Sus cosquillas por tu espalda, esas que te producían tantos escalofríos. Y te duermes pensando en todo su ser, te duermes imaginando que él está contigo, ahí, a tu lado, abrazandote fuertemente para protegerte.

Pero una cosa tienes clara. Por mucho que te duela recordarle, jamás dejarás de hacerlo, pues nunca sabes que pasará el día de mañana.

viernes, 22 de abril de 2011

...Un explendido despertar...

Te despiertas, como cada mañana, pero esta vez sabes que todo es diferente, que tu despertar es más agradable. Todas las mañanas abres los ojos y ves la pared de tu dormitorio, pero ese día no, es distinto, muy distinto. ¿Por qué? Porque cuando abres los ojos al despertar, a tu lado ves esa carita que te encanta, le ves a él, dormidito, como un ángel. Y no puedes evitarlo, se te escapa un sutil sonreír que hace que un escalofrío recorra tu cuerpo bajando por tu espina dorsal hasta la punta de los pies. Solo verle dormir te transmite una sensación increíble. Crees que es imposible querer tanto a una persona, pero nada es imposible y tú misma lo sabes.



Notas su pecho moverse acorde con su respiración, algo tan simple te parece tan precioso. Su rostro tan cerca del tuyo, sus labios a escasos centímetros de tu boca. Tus ganas por besarle aumentan, pero no quieres despertarle. Decides contemplarle durante unos minutos más, esperando a que despierte para hacerte la dormida y que te vea dormir. Y así es, poco a poco sus ojos se van abriendo, cegados por la luz del sol. Te abraza como él sabe hacerlo, tan suave, tan lento que miles de escalofríos recorren de nuevo tu cuerpo. Acaricia tu cara, como si de una muñequita débil y frágil se tratase. Abres los ojos para verle despierto. Y sus brillantes ojos y esa sonrisa te hacen sonreír y quererle más aun si cabe. Te observa durante un tiempo, ambos lo hacéis, se nota lo mucho que os queréis, se nota en la mirada, se nota en ese brillo que vuestros ojos desprenden, aunque sepas que jamás podrás tenerle. Y sus primeras palabras al despertar que hacen que miles de mariposas recorran tu estómago son muy simples.


- Te quiero…


No te salen las palabras, simplemente sonríes, sonríes de nuevo y le besas. Un beso que os envuelve a ambos, un beso acompañado de caricias en tu espalda, en tu cara y de cosquillas en tu tripa.


Un despertar perfecto, como él. Un despertar precioso, especial, sin palabras. Y piensas: ojala todos los despertares fueran así, a su lado. Y de nuevo otra pequeña sonrisa se te escapa y cierras ese despertar con un “te quiero” de la mano de otro beso, de esos que sabes que le encantan.


Ya no recordabas lo bonito que es sentirse querida, aunque sea por una noche, sentirte suya por un instante. Y sueñas con el día en que todos los despertares sean a su lado, con el día en que puedas quererle sin tener que esconderte. Si, con ese magnífico día en que gritarás al mundo cuanto le quieres sin miedo a que los demás se enteren.


Pero mientras tanto una sola tarde, una sola noche y un precioso despertar te bastarán para demostrarle tu añoro, tu cariño y lo importante que es en tu vida.


Suspiras, eres feliz, jamás habías experimentado tanta felicidad junta. Quizás luego le extrañes, probablemente pienses en él cuando no este a tu lado, llorarás cuando te alejes e imaginarás y planearas vuestro próximo encuentro. Pero aun así, la felicidad que te proporciona en ese momento es tan grande que no te importa nada más.


Y así es como cumples uno de tus sueños, así se produce un despertar perfecto. Y te das cuenta que una de las cosas más bonitas que hay en esta vida es despertar al lado de la persona que quieres.

sábado, 2 de abril de 2011

Simplemente ÉL

Y de nuevo te encuentras frente ese horizonte de agua, ese sitio que te encanta para recordarle. Y te vuelves a hacer la misma pregunta que se te pasa por la mente todas las tardes ¿Cómo podrás quererlo tanto? ¿Por qué? ¿Cómo es posible después de todo lo que te hace sufrir?

Estas harta de oír esas preguntas en tu cabeza, o tal vez en tu corazón. Porque llevas años intentando buscar la respuesta adecuada, una respuesta convincente, segura, justificada. Pero en vez de eso todo lo que puedes decir es un “no lo sé”.



No sabes cómo puedes quererle tanto, de esa manera, tan fuerte sin una razón. No sabes por qué piensas en él en cada minuto del día. Tampoco sabes por qué todas las noches es el protagonista de tus sueños, y que dulces sueños.


Recuerdas todos esos pequeños momentos vividos junto a él, pequeños pero grandes a la vez.


Sus besos, sus abrazos, sus tonterías, esas que te hacían reírte hasta dolerte la tripa, sus regalos, su voz… Simples cosas que te hicieron feliz un día y aun el recordarlo te hace esbozar una sonrisa.


A veces sientes que tu paciencia llega a su fin, que no puedes esperarle mucho tiempo, que no puedes sufrir pensando en él cada día. ¿Qué estará haciendo? ¿Es feliz? Y lo más importante… ¿Se acordara de mí? Y sonríes esperando que sea un sí, te auto convences de que él también anda pensando cada segundo en ti, cuando quizás realmente no sea así.


Y sacudes la cabeza por ser tan egoísta a veces, por no quitártele ni un segundo de la mente. Si si, egoísta por quererle tanto. Pero que estúpida te consideras a veces, que ingenua sigues siendo por creer que siempre estará ahí. Sabes que no será así, pero tu cabeza lo niega constantemente. Sabes que en cualquier momento con un “Lo siento, hasta pronto” se acabará todo. Se derrumbará todo con solo tres palabras, pero sobre todo te derrumbarás tú. Te da igual, eres fuerte, ¿o eso crees? Lo que no sabes es que tu fuerza y resistencia por amar a la persona equivocada acabará pronto de un momento a otro y para recuperarlas tendrás que volver a verle, volver a tener su rostro a escasos milímetros de tus labios, volver a ver esa sonrisa que tanto te enamora, esos ojos brillantes y marrones chocolate, ese olor a él mismo que te atrae tanto… Volver a sentirte suya por un instante. Aunque solo sean dos minutos. Lo necesitas.


Y es así como de nuevo te encuentras planeando vuestro encuentro imaginado. Deseando que los días pasen para volver a tenerlo cerca. Sonríes. Acabas de descubrir las respuestas a tus preguntas.


¿Por qué le quiero tanto? Porque es él único que te hace sonreír, que acepta tus virtudes y tus defectos, que te quiere aun siendo imperfecta, que te mira a los ojos con un gran sentimiento en su interior, que te dice un te quiero sincero, de esos que salen del alma. Porque gracias a él has aprendido a ser feliz. Porque es indescriptible. Guapo, sincero, loco, alegre, cariñoso… No hay palabras. Porque simplemente es perfecto. Porque simplemente es ÉL.






miércoles, 16 de marzo de 2011

sorteo CPP o SQTQ

Hola a todos! os comunico el sorteo ue beatriz iglesias la escritora del blog http://www.mundo-no-perfecto.blogspot.com/ ha publicado en él. os invito a que os apunteis pues lso premiso son uno de los dos libros de Blue Jeans (Canciones para paula o Sbes que te quiero) firmado por el y gratis!!! no lo dejeis escapar el sorteo termina el 29 de marzo! merece la penaa! pasaros por su blog =)

domingo, 27 de febrero de 2011

...Una amarga despedida...

Hoy le vuelves a ver. Después de mucho tiempo por fin podrás volver a besar sus labios. Esos labios que te besaron por primera vez, esa carita que te tiene hipnotizada todo este tiempo. Esos ojos brillantes que te miran con aprecio y amor. Hoy volverás a tenerle cerca de nuevo. Pero por última vez y lo sabes. Hoy es el día en que todo llega a su fin. El día en que besarás sus labios por última vez, aunque desees lo contrario. Hoy es ese día que no querías que llegara jamás. Hoy llegó la amarga despedida.


Sabes lo que tienes que hacer, sabes lo que tienes que decirle. Podrás ser fuerte, lo sabes. Pero lo que no sabes es lo que te dolerá pronunciar una simple palabra. Un simple “adiós”.


Pero ya está decidido. Esa tarde lo harás.


Y entonces llega la hora. Ahí está él. Tan guapo y dulce como siempre, con esa sonrisa que te enamora y ese brillo en los ojos que siempre te atraparon. Te acercas a él, fría, distante y nerviosa. Te repites a ti misma: “No puedo besarle, tengo que hablar con él, ya” Pero tu corazón te pide que te acerques y roces de nuevo esos labios por que en realidad es lo que más deseas. Cedes solo por esta vez y le besas apasionadamente, con añoro, con amor, se nota que es el último beso. Se nota en la pasión que desprende y en la fuerza del beso.


Y de repente, nada más separarte, aunque su sonrisa y sus lindos ojos te impidan pensar con claridad, hablas:


- Se acabó.


- ¿Cómo?


- Sí, se acabó. No podemos seguir así. Lo siento pero no podemos seguir viéndonos.


- Pero ¿por qué dices eso?


Y es cuando no sabes una respuesta clara que decirle. Pero en seguida tienes con que excusarte.


- Porque si.


- Eso no es una razón. Dime ¿qué te he hecho?


- Me haces daño, mucho daño.


- Pero ¿Cómo?


- Queriéndome. Me haces daño queriéndome y estando lejos. No puedo seguir añorándote todos los días de mi vida. No puedo seguir esperando miles de horas para volver a verte. No puedo soportar más veces tener que coger ese tren de regreso sin saber cuándo volveré a encontrarme contigo.


- Pero yo te quiero, me da igual lo que tenga que esperar para verte.


- Yo también te quiero. Pero esto no puede seguir así más tiempo. Lo siento.


Terminas de hablar a la misma vez que te dispones a irte por dónde has venido hace unos minutos, a punto de derramar una lágrima pero giras tu cabeza para que no te vea llorar. Para que te vea fuerte y segura con tu decisión. Aunque sabes que por dentro te mueres de ganar por abrazarle y besarle apasionadamente, decirle cuanto le quieres y todo lo que le has echado de menos.


Y cuando te dispones a dar un paso hacia adelante notas como una mano agarra tu hombro. Cierras los ojos y suspiras. Sabes que ahora te dirá algo que no quieres escuchar, pero en el fondo deseas escucharlo.


- No te vayas, por favor. Te necesito. No te imaginas lo que deseaba verte. Te quiero demasiado como para pensar que jamás volveré a estar a tu lado. Cada vez que vienes me das fuerza para sonreír con esa sonrisa preciosa tuya. Gracias a ti sigo adelante todos los días. No te vayas por favor. Te quiero.


Ahora tus lágrimas han empezado su camino y recorren lentamente tus mejillas. Alzas la cabeza al cielo y suspiras de nuevo. Tu corazón te grita que te des la vuelta, le mires a los ojos, le perdones y le digas cuanto le quieres tu también. Pero tu orgullo te impide hacerlo. Solamente consigues mirarle a los ojos, acariciarle la mejilla con una de tus manos mientras tus lágrimas siguen empapando tus ojos y le dices las últimas palabras que salen de tu corazón.


- Lo siento. Siempre te querré.


                       


Caminas hacia delante, segura, firme por fuera pero derrotada por dentro y débil. Poco a poco le dejas atrás. Él confuso y tu también. Pero antes de alejarte más de él te giras lentamente y ves como aun permanece ahí parado mirándote. Le dedicas dos últimas palabras. Dos palabras que te duelen en el alma. Dos palabras que hacen que tus lágrimas se intensifiquen y te arrepientas aun más de lo que has hecho.


- Hasta siempre.


Te despiertas sobresaltada, empapada de sudor y con tus mejillas mojadas de las lágrimas. Todo ha sido un sueño. O mejor dicho una pesadilla. Siempre te habías propuesto conseguir lo que en un sueño habías conseguido. Eso es precisamente lo que quieres hacer en la realidad. Pero ahora es cuando ya no estás tan segura como antes. Ahora es cuando te repites una y otra vez que no podrás hacerlo.


No, no podrás. Porque el amor que sientes hacia él es mucho más grande que el sufrimiento que te provoca quererle. Aunque tu corazón se parta en dos cada día, aunque mil lágrimas sean derramadas cada mañana porque le añoras.


Sabes de sobra que no conseguirás las fuerzas suficientes para hacer tu sueño realidad.

lunes, 21 de febrero de 2011

Primer premio en el blog

Hola a todos seguidores y seguidoras! bueno pues como me han nominado a un premio mi queridisima beaa voy a repartir yo tambien el premio a alguien que aprecie y creo que se lo merezca (a parte de mi niñaa guapaa que ya no se lo puedo mandar xD) Este es el primer premio que entrego en mi blog =) asi que seguire los pasos:
Las Reglas:
1. Colocar el premio y quien te lo otorgó en una entrada del blog: Bueno pues el premio como ya he dicho me lo ha otorgado mi preciosa Beita!! que la quiero un monton. Muchisimas gracias guapaaa!
2. Poner por qué te gusta todo lo kawaii o cute: Porque soy algo ñoña y sensible, me encantan las cosas originales y absurdas a la vez xDD
3. Poner por qué has creado tú blog: Para subir las pequeñas historias que se me ocurran y compartirlas con todos vosotros. así en cada relato aporto algo de mi y de diferente temática para que no sea el blgo tan aburrido. =)
4. Entregárselo a otros blogs: Pues a ver se lo entrego a Maria Orgaz con el blog "Mi sueño en papel", a Manoli con su blog "Mis historias romanticas" y a Sara con su blog "Polos opuestos" Porque son blogs que nunca dejaré de leer junto con muchos más que no nombrare porque si no me tiro las horas muertas xDD

Pues nada muchas gracias por el premioo y ahora les toca a las nuevas ganadoras del premio difundirlo =)