Me acerqué a un espejo y mientras Celeste pronunciaba unas palabras raras, movía su varita alrededor de mí que desprendía unos polvos dorados…
¡Cuando me miré tenía un vestido de novia puesto! No puedo creerlo ¡es como en las películas!
-Celeste: “¿Te gusta ese?”
-Ana: “Mm… no mucho, a ver, ¿puedo probarme mas?”
-Celeste: “Claro que si Ana”
Estuvimos toda la mañana así probándome vestidos blancos con una gran cola y con los zapatos. Hasta que hubo uno que me encanto, sencillo, blanco, resplandeciente y los zapatitos de cristal transparentes…
-Celeste: “¡Estas preciosa Ana! ¡Nunca había visto una novia tan guapa!”
-Ana: “Gracias por todo Celeste”
Cuando se acercaba la hora, Celeste y sus padres se preparaban y yo pensaba en mi familia, en el príncipe, en mi futuro, en el paso que iba a dar. Estaba tan nerviosa…
-Celeste: “Venga, vámonos, ya el príncipe estará esperando y estamos listas así que venga, coge tu ramo, quítate esos nervios y vámonos…”
De camino al lugar donde se celebraba la boda, Celeste me contaba cosas para que me calmara y yo pensaba en mi futuro, en mi vida junto al príncipe… Si todo esto tendrá un final feliz, o acabará rompiéndose como en mis sueños. Por un lado, estoy feliz, pero por otro… el pensar que pasará ahora, me atormenta… Bueno, dejaré de preocuparme por eso y disfrutar este gran momento, de este paso tan importante en mi vida que voy a dar…
Por fin llegamos, todo esta precioso decorado, un montón de hadas me esperan y a lo lejos esta el príncipe como siempre guapísimo…
El padre de Celeste me acompaña hasta el altar. Celeste me dio ánimos y mucha suerte. Cuando llegué al altar, el príncipe me esperaba y se quedo asombrado al verme… y yo también.
La boda continuaba perfectamente, los dos nos dimos el “si quiero”.
El final de mi gran boda terminó con un gran beso y unas palabras del príncipe:
-Alexander: “Ana ¡te quiero! Ahora viviremos juntos para siempre y nunca me alejaré de ti… Gracias por estar aquí conmigo y gracias por regalarme todo tu cariño… A partir de ahora eres la princesa de todo este gran reino y en un futuro seremos los reyes…”
-Ana: “Alexander, gracias a ti por elegirme tu esposa, por esperarme tanto tiempo a que tomara una decisión, por aceptarme tal y como soy… Ahora voy a ser feliz a tu lado, me da igual que vaya a ser princesa o reina, eso no me importa. ¡Lo único que me importa eres tu! Estoy preparada cariño…”
Entonces el príncipe cogió una corona de margaritas y me la coloco sobre la cabeza mientras decía en alto:
-Alexander: “A partir de este momento, la nueva princesa del reino es… ¡Ana!”
Toda la gente aplaudía, sonreía y yo seguía asombrada pero muy contenta… El príncipe me cogió de las manos y me susurró al oído:
-Alexander: “Estate tranquila, yo te ayudaré con todo lo que pueda, ahora este camino lo andaremos juntos. No temas por nada…”
Y finalmente me beso despacio… Ese fue el final de la boda…
Una boda que nunca pensé que sería así…
Y así fue como ice mi vida al lado del príncipe…, visitaba a Celeste y sus padres, ice nuevas amigas, supe llevar bien con ayuda de Alexander el reino…y me acostumbre a que todos me llamaran princesa Ana…
Los días de luna llena salía al exterior a visitar a mi familia…
Se acostumbraron a verme de vez en cuando, les explique todo mejor, les conté mi boda y que era princesa y supieron entenderlo.
Incluso un día que la luna no estaba llena y tenía mi forma de hada aunque saliera al exterior, me acompañó Alexander a ver a mis padres. Fuimos a mi casa, mi familia vio mi forma de hada y les presente al que era ya mi marido, el príncipe… Mis hermanas se quedaban asombradas al igual que mis padres…
Pero con el paso del tiempo aquellas visitas se convirtieron en algo habitual y mis padres se acostumbraron a verme a veces como un hada…
Mas tarde nos convertimos en reyes: el rey Alexander y la reina Ana.
Mi vida era preciosa al lado de Alexander, lo que siempre había soñado, estar al lado de una persona que me quisiera como soy…, aunque esta vez era un hada…
Y al final fuimos los dos muy felices y nos quisimos el resto de la vida…
FIN
¡Cuando me miré tenía un vestido de novia puesto! No puedo creerlo ¡es como en las películas!
-Celeste: “¿Te gusta ese?”
-Ana: “Mm… no mucho, a ver, ¿puedo probarme mas?”
-Celeste: “Claro que si Ana”
Estuvimos toda la mañana así probándome vestidos blancos con una gran cola y con los zapatos. Hasta que hubo uno que me encanto, sencillo, blanco, resplandeciente y los zapatitos de cristal transparentes…
-Celeste: “¡Estas preciosa Ana! ¡Nunca había visto una novia tan guapa!”
-Ana: “Gracias por todo Celeste”
Cuando se acercaba la hora, Celeste y sus padres se preparaban y yo pensaba en mi familia, en el príncipe, en mi futuro, en el paso que iba a dar. Estaba tan nerviosa…
-Celeste: “Venga, vámonos, ya el príncipe estará esperando y estamos listas así que venga, coge tu ramo, quítate esos nervios y vámonos…”
De camino al lugar donde se celebraba la boda, Celeste me contaba cosas para que me calmara y yo pensaba en mi futuro, en mi vida junto al príncipe… Si todo esto tendrá un final feliz, o acabará rompiéndose como en mis sueños. Por un lado, estoy feliz, pero por otro… el pensar que pasará ahora, me atormenta… Bueno, dejaré de preocuparme por eso y disfrutar este gran momento, de este paso tan importante en mi vida que voy a dar…
Por fin llegamos, todo esta precioso decorado, un montón de hadas me esperan y a lo lejos esta el príncipe como siempre guapísimo…
El padre de Celeste me acompaña hasta el altar. Celeste me dio ánimos y mucha suerte. Cuando llegué al altar, el príncipe me esperaba y se quedo asombrado al verme… y yo también.
La boda continuaba perfectamente, los dos nos dimos el “si quiero”.
El final de mi gran boda terminó con un gran beso y unas palabras del príncipe:
-Alexander: “Ana ¡te quiero! Ahora viviremos juntos para siempre y nunca me alejaré de ti… Gracias por estar aquí conmigo y gracias por regalarme todo tu cariño… A partir de ahora eres la princesa de todo este gran reino y en un futuro seremos los reyes…”
-Ana: “Alexander, gracias a ti por elegirme tu esposa, por esperarme tanto tiempo a que tomara una decisión, por aceptarme tal y como soy… Ahora voy a ser feliz a tu lado, me da igual que vaya a ser princesa o reina, eso no me importa. ¡Lo único que me importa eres tu! Estoy preparada cariño…”
Entonces el príncipe cogió una corona de margaritas y me la coloco sobre la cabeza mientras decía en alto:
-Alexander: “A partir de este momento, la nueva princesa del reino es… ¡Ana!”
Toda la gente aplaudía, sonreía y yo seguía asombrada pero muy contenta… El príncipe me cogió de las manos y me susurró al oído:
-Alexander: “Estate tranquila, yo te ayudaré con todo lo que pueda, ahora este camino lo andaremos juntos. No temas por nada…”
Y finalmente me beso despacio… Ese fue el final de la boda…
Una boda que nunca pensé que sería así…
Y así fue como ice mi vida al lado del príncipe…, visitaba a Celeste y sus padres, ice nuevas amigas, supe llevar bien con ayuda de Alexander el reino…y me acostumbre a que todos me llamaran princesa Ana…
Los días de luna llena salía al exterior a visitar a mi familia…
Se acostumbraron a verme de vez en cuando, les explique todo mejor, les conté mi boda y que era princesa y supieron entenderlo.
Incluso un día que la luna no estaba llena y tenía mi forma de hada aunque saliera al exterior, me acompañó Alexander a ver a mis padres. Fuimos a mi casa, mi familia vio mi forma de hada y les presente al que era ya mi marido, el príncipe… Mis hermanas se quedaban asombradas al igual que mis padres…
Pero con el paso del tiempo aquellas visitas se convirtieron en algo habitual y mis padres se acostumbraron a verme a veces como un hada…
Mas tarde nos convertimos en reyes: el rey Alexander y la reina Ana.
Mi vida era preciosa al lado de Alexander, lo que siempre había soñado, estar al lado de una persona que me quisiera como soy…, aunque esta vez era un hada…
Y al final fuimos los dos muy felices y nos quisimos el resto de la vida…
FIN