viernes, 22 de abril de 2011

...Un explendido despertar...

Te despiertas, como cada mañana, pero esta vez sabes que todo es diferente, que tu despertar es más agradable. Todas las mañanas abres los ojos y ves la pared de tu dormitorio, pero ese día no, es distinto, muy distinto. ¿Por qué? Porque cuando abres los ojos al despertar, a tu lado ves esa carita que te encanta, le ves a él, dormidito, como un ángel. Y no puedes evitarlo, se te escapa un sutil sonreír que hace que un escalofrío recorra tu cuerpo bajando por tu espina dorsal hasta la punta de los pies. Solo verle dormir te transmite una sensación increíble. Crees que es imposible querer tanto a una persona, pero nada es imposible y tú misma lo sabes.



Notas su pecho moverse acorde con su respiración, algo tan simple te parece tan precioso. Su rostro tan cerca del tuyo, sus labios a escasos centímetros de tu boca. Tus ganas por besarle aumentan, pero no quieres despertarle. Decides contemplarle durante unos minutos más, esperando a que despierte para hacerte la dormida y que te vea dormir. Y así es, poco a poco sus ojos se van abriendo, cegados por la luz del sol. Te abraza como él sabe hacerlo, tan suave, tan lento que miles de escalofríos recorren de nuevo tu cuerpo. Acaricia tu cara, como si de una muñequita débil y frágil se tratase. Abres los ojos para verle despierto. Y sus brillantes ojos y esa sonrisa te hacen sonreír y quererle más aun si cabe. Te observa durante un tiempo, ambos lo hacéis, se nota lo mucho que os queréis, se nota en la mirada, se nota en ese brillo que vuestros ojos desprenden, aunque sepas que jamás podrás tenerle. Y sus primeras palabras al despertar que hacen que miles de mariposas recorran tu estómago son muy simples.


- Te quiero…


No te salen las palabras, simplemente sonríes, sonríes de nuevo y le besas. Un beso que os envuelve a ambos, un beso acompañado de caricias en tu espalda, en tu cara y de cosquillas en tu tripa.


Un despertar perfecto, como él. Un despertar precioso, especial, sin palabras. Y piensas: ojala todos los despertares fueran así, a su lado. Y de nuevo otra pequeña sonrisa se te escapa y cierras ese despertar con un “te quiero” de la mano de otro beso, de esos que sabes que le encantan.


Ya no recordabas lo bonito que es sentirse querida, aunque sea por una noche, sentirte suya por un instante. Y sueñas con el día en que todos los despertares sean a su lado, con el día en que puedas quererle sin tener que esconderte. Si, con ese magnífico día en que gritarás al mundo cuanto le quieres sin miedo a que los demás se enteren.


Pero mientras tanto una sola tarde, una sola noche y un precioso despertar te bastarán para demostrarle tu añoro, tu cariño y lo importante que es en tu vida.


Suspiras, eres feliz, jamás habías experimentado tanta felicidad junta. Quizás luego le extrañes, probablemente pienses en él cuando no este a tu lado, llorarás cuando te alejes e imaginarás y planearas vuestro próximo encuentro. Pero aun así, la felicidad que te proporciona en ese momento es tan grande que no te importa nada más.


Y así es como cumples uno de tus sueños, así se produce un despertar perfecto. Y te das cuenta que una de las cosas más bonitas que hay en esta vida es despertar al lado de la persona que quieres.

sábado, 2 de abril de 2011

Simplemente ÉL

Y de nuevo te encuentras frente ese horizonte de agua, ese sitio que te encanta para recordarle. Y te vuelves a hacer la misma pregunta que se te pasa por la mente todas las tardes ¿Cómo podrás quererlo tanto? ¿Por qué? ¿Cómo es posible después de todo lo que te hace sufrir?

Estas harta de oír esas preguntas en tu cabeza, o tal vez en tu corazón. Porque llevas años intentando buscar la respuesta adecuada, una respuesta convincente, segura, justificada. Pero en vez de eso todo lo que puedes decir es un “no lo sé”.



No sabes cómo puedes quererle tanto, de esa manera, tan fuerte sin una razón. No sabes por qué piensas en él en cada minuto del día. Tampoco sabes por qué todas las noches es el protagonista de tus sueños, y que dulces sueños.


Recuerdas todos esos pequeños momentos vividos junto a él, pequeños pero grandes a la vez.


Sus besos, sus abrazos, sus tonterías, esas que te hacían reírte hasta dolerte la tripa, sus regalos, su voz… Simples cosas que te hicieron feliz un día y aun el recordarlo te hace esbozar una sonrisa.


A veces sientes que tu paciencia llega a su fin, que no puedes esperarle mucho tiempo, que no puedes sufrir pensando en él cada día. ¿Qué estará haciendo? ¿Es feliz? Y lo más importante… ¿Se acordara de mí? Y sonríes esperando que sea un sí, te auto convences de que él también anda pensando cada segundo en ti, cuando quizás realmente no sea así.


Y sacudes la cabeza por ser tan egoísta a veces, por no quitártele ni un segundo de la mente. Si si, egoísta por quererle tanto. Pero que estúpida te consideras a veces, que ingenua sigues siendo por creer que siempre estará ahí. Sabes que no será así, pero tu cabeza lo niega constantemente. Sabes que en cualquier momento con un “Lo siento, hasta pronto” se acabará todo. Se derrumbará todo con solo tres palabras, pero sobre todo te derrumbarás tú. Te da igual, eres fuerte, ¿o eso crees? Lo que no sabes es que tu fuerza y resistencia por amar a la persona equivocada acabará pronto de un momento a otro y para recuperarlas tendrás que volver a verle, volver a tener su rostro a escasos milímetros de tus labios, volver a ver esa sonrisa que tanto te enamora, esos ojos brillantes y marrones chocolate, ese olor a él mismo que te atrae tanto… Volver a sentirte suya por un instante. Aunque solo sean dos minutos. Lo necesitas.


Y es así como de nuevo te encuentras planeando vuestro encuentro imaginado. Deseando que los días pasen para volver a tenerlo cerca. Sonríes. Acabas de descubrir las respuestas a tus preguntas.


¿Por qué le quiero tanto? Porque es él único que te hace sonreír, que acepta tus virtudes y tus defectos, que te quiere aun siendo imperfecta, que te mira a los ojos con un gran sentimiento en su interior, que te dice un te quiero sincero, de esos que salen del alma. Porque gracias a él has aprendido a ser feliz. Porque es indescriptible. Guapo, sincero, loco, alegre, cariñoso… No hay palabras. Porque simplemente es perfecto. Porque simplemente es ÉL.