jueves, 23 de diciembre de 2010

...Doble adiós...

Allí estaba él, llorando su perdida. Aquella personita que tanto había querido y que se había marchado de su lado para siempre. ¿Por qué? Lloraba y gritaba. Cerraba sus puños con fuerza. No soportaba la realidad. No era capaz de aceptarlo. Su cuerpo tirado en el asfalto, muerto, sin vida. Su corazón ya no latía.
Él la cogía delicadamente acurrucándola en sus brazos, acunándola y derramando sus lágrimas sobre su pecho sin vida.
En un momento, en cuestión de segundos, recordó todos los momentos vividos junto a ella. Esas tardes, esas noches. Esos paseos por el parque, esas películas juzgadas por ambos al terminar. Esos besos tan tiernos, pasionales y llenos de un fuego interno que les quemaba a ambos. Esos ratos en el coche donde se entregaban en cuerpo y alma. En secreto. Escondiendo su amor. Esos detalles que siempre tenía con él por pequeños que fueran.
Pero lo mejor de todo. Su sonrisa. Esa dulce y blanca sonrisa que mostraba cada vez que él estaba con ella. Cada vez que la hacía reír con cualquier tontería. Esos abrazos que le hacían estremecer por dentro.
No, no y no. ¡Ahora todo se había esfumado! Ya se ha ido. Dios se la ha llevado para siempre.
- ¿Por qué? ¿Por qué me has quitado lo que más quería?- se preguntaba- ¿Por qué? Si era parte de mi vida.
Ahora le han arrancado un trozo de su corazón. Un trozo que ocupaba ella y que con su perdida, se ha muerto.
Horas y horas tirado en el asfalto, observando a su amada. Aun pensaba que estaba viviendo un sueño. Aquello no podía ser real. No se imaginaba la vida sin ella, sin su linda y bella princesita, sin su gran tesoro. Y ahora; quisiera o no, tenía que seguir adelante.
- ¿Pero cómo? ¿Ahora como hago para vivir sin ella?- se preguntaba de nuevo.
Preguntas sin respuesta. Las lágrimas ahogaban sus sollozos. Jamás la dijo un verdadero te quiero. Nunca valoró lo grande que era para él su presencia y ahora que no está junto a él, la añora, la echa de menos, la extraña, la valora, la ama con más fuerza y desearía gritárselo. Sin temores, sin ataduras, sin miedo. Le ha frenado el “qué dirán” y ahora se arrepiente.
Su alma viaja hacía el más allá mientras su cuerpo sigue en el asfalto sin vida.
Él siente que su vida poco a poco se morirá sin ella. Lo prefiere. Quiere su vida junto a su amor. Haría lo que fuera. Quiere pedirla perdón. Daría hasta su miserable vida para volverla a ver. Si, lo haría. No tiene miedo. Decidido.
Su mano viaja hasta el bolsillo donde por arte de magia, por suerte o por desgracia, encuentra su herramienta necesaria. El filo del cuchillo roza su cuello, suavemente, observando por última vez el cuerpo de su amada de nuevo en el suelo. Quiere estar con ella, aunque no sea en esta vida. Y si tiene que morir por ella, lo hará. El cuchillo termina su recorrido por su cuello. Siente frío, le cuesta respirar, no puede ver bien a toda la gente que curiosea en la acera. Pero no le duele, eso no. Porque sabe que su mayor dolor ha sido la pérdida de su amada.
Allí la ve, al final de ese oscuro túnel que tiene bastante luz cuando termina. Está tan bella, tan linda como siempre. Ella con un gesto le pide que le siga. Y él sin pensárselo dos veces cruza aquella frontera, aquella línea que le dará el paso a su nueva vida. De nuevo junto a ella.
Por fin juntos en otra vida, en la cual no se dejará llevar por el “qué dirán”.
Y así es como dos almas se alejan de la mano por ese pasillo de luz, demostrándose ese amor que en la vida real no fueron capaces de hacer.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

...Tristeza...


Se despertó con su carita llena de lágrimas, con el corazón roto, muerto, sin pasión, sin vitalidad. Aquellas grandes heridas ya no le dolían. Había superado el límite del dolor. No tenía palabras, no podía hablar. Su estado de shock la tenía totalmente paralizada.
¿Qué había pasado? De la noche a la mañana su vida había cambiado. Nadie se daba cuenta de la tristeza que la consumía. Solo ella sabía de su dolor. Nadie más.
Negaba una y otra vez la realidad. Era incapaz de aceptar aquella terrible noticia. Ya no le quedaba nada. Todo lo que ayer cobraba de sentido en su pequeña y feliz vida, hoy había dejado de tener importancia. Un estado de angustia recorría todo su cuerpo. ¿Por qué? ¿Por qué tanto dolor por algo que puede verse una simplicidad? Es algo que ella se ha preguntado una y otra vez, pero no obtiene respuesta. Nunca creyó que una persona pudiera hacer tanto daño. Jamás pensó que él fuera capaz de clavarle esa daga que destrozaría su corazón, que apagaría su vida lentamente.
Ahora ha comprendido lo complicado que es amar, lo difícil que es compartir con otra persona tu vida. Ahora se ha dado cuenta de la importancia de su vida. Por fin valora las pequeñas cosas que un día le dieron la felicidad.
La soledad le consume. Ya no puede llorar más, sus lágrimas se han agotado. Su llanto se ha perdido entre los rayos de sol del amanecer.
Ahora descansa tranquila con su recuerdo en la mente y con su corazón hecho pedazos que; posteriormente, él se encargara de pisotear.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

"El último beso"

El frio azotaba sus mejillas, calaba sus huesos, a la misma vez que hacía que un escalofrío recorriera su menudito cuerpo.
A su lado él, con su cazadora de cuero, paseando junto a ella. La veía tiritar y su corazón se enternecía. Parecía tan frágil, tan débil y hermosa a la vez.
Inmediatamente, sin pensárselo dos veces, se quito su cazadora para ponérsela en los hombros de ella, mientras no podía quitar de su cara esa sonrisa de enamorado que se le dibujaba al mirarla a los ojos profundamente.
Ella le sonrió, ruborizándosele las mejillas y sin decir nada más que lo que su mirada transmitía. Un solo gracias bastó para que él se sintiera el hombre más afortunado del mundo al conocerla. No era suya, no podía tenerla. Solo en ciertos momentos, escasos días al mes, pero aun así, aprovechaba esos pequeños ratos a su lado.
Ella seguía mirando al frente, nerviosa, caminaba lento a su lado, miraba al suelo, le volvía a mirar a él. Sentía una atracción por sus labios, pero no sabía si lo adecuado era besarlos.
Lo que ella no sabía es que el también la deseaba. Deseaba rozar sus labios otra vez, prometiéndose de nuevo que esa sería la última. Sabía que sufriría después cuando ella se marchara, pero prefería aprovechar ese momento.
En un instante sus miradas coincidieron, quedaron fijadas profundamente, transmitiendo miles de pensamientos, sensaciones, de sentimientos. Un paso adelante. Su mano en sus largos cabellos. Sin desviar sus miradas, sus cuerpos estaban cada vez más cerca. Ella posa su mano en su cintura. Él la acerca poco a poco hacía su cuerpo cogiéndola por el mentón. Le acaricia el cuello, le aparta sus bellos cabellos para colocarlos detrás de su diminuta oreja. Se para delicadamente a oler su cuello, impregnándose de su dulce aroma, aquel que un día le hipnotizó.
Ella está empezando a ceder, no es capaz de resistirse. Miles de mariposas le recorren el estomago al tenerle tan cerca. Acaba de rozarle el cuello con la punta de su nariz y de absorber fuertemente todo su perfume. Un escalofrió recorre su cuerpo de cabeza a pies. No piensa con claridad. Suspira. Cierra los ojos.
Él se separa para que sus caras queden de frente a frente. Sus labios a escasos centímetros, sus respiraciones empiezan a incrementarse. Él la mira dulcemente. Piensa de nuevo: es tan bella… La quiere, la desea, aunque no demuestre sus sentimientos. No aguanta más, el tener su boca tan cerca le hace perder la razón.
Lentamente, se acerca. Ella fija su mirada en sus labios. Le deja hacer y se aproxima ella también, a la vez que cierra los ojos para sentir más profundamente ese beso.
Al fin. Al fin sus labios se encontraron, al fin ese beso tan esperado desde hacía días. Disfrutan ambos rozando sus labios, jugando con sus lenguas, sin pensar en el después.
A ella las mariposas le vuelven a recorrer el estomago. Por un momento se siente en el cielo. Le quiere. No, mejor aún. Aunque él no lo sepa, le ama. Le ama en silencio. Le ama en soledad y con sufrimiento.
Él la quiere. piensa cuales son sus sentimientos. Rectifica. No. No la quiere, la ama.
Al fin se separan de ese cálido beso, profundo y lleno de pasión. Sentimietnos intercambiados con un solo juego de lenguas.
Vuelven a quedarse frente a frente, con sus narices pegadas. Se miran. Ambos quieren hablar, pero no saben que decir.
Ya está, dos solas palabras, así sabra cuanto la quiero.
Sí, lo digo, le revelaré mis sentimientos hacia él. No importa.
Y entonces dos palabras salieron al unísono de sus bocas.
- Te quiero.

lunes, 1 de noviembre de 2010

"Miradas complices"

Suena el despertador. ¿Un día como otro cualquiera? No, si lo fuera no te hubieras despertado tan deprisa, si fuera un día como todos los demás no te levantarías tan pronto. No estarías tan nerviosa. ¿Pero por qué? Tampoco es para tanto- te repite tu conciencia una y otra vez.
Sales pitando de la cama, intentas aparentar normalidad. ¿Normalidad? Imposible, hoy no.
Intentas desayunar, al menos lo intentas, pero el tazón de leche que te bebes cada mañana hoy no te entra de ninguna forma. Sientes angustia, inquietud, hiperactividad, nerviosismo… ¿Quizás miedo? Si, puede ser. ¿Pero miedo de que?- te preguntas mientras intentas hacer hueco a la leche. Solo es una persona, nada más. ¿¡Pero que estoy diciendo?! No es una persona cualquiera. Es…, él. Simplemente él. Su nombre en mi cabeza y su imagen en mis recuerdos hacen que mis piernas tiemblen al subir las escaleras.
Aun faltan dos horas, dos eternas horas en las que ya empiezas a arreglarte, o mejor dicho “a ponerte guapa” ¿Para él? ¡No! Que va… Aunque pensándolo bien… ¿Para quién si no? Uff, otro suspiro, demasiados ya van en los 15 minutos que llevas despierta.
Intentas calmarte mientras te duchas, pensar que cara se te quedara al verle, al volverle a ver después de tanto tiempo, después de aquella vez. Te repites una y otra vez: “No pasa nada, simplemente quedamos para charlar, no pasara nada…” tan segura de ti misma que sonríes por ese orgullo y esa fuerza de voluntad que sale de ti. Pero tus dudas empiezan a aparecer cuando empieza a hablar tu corazón. Si, ese que has dejado con las puertas cerradas todo este tiempo, aquel al que has hecho caso omiso ahora intenta avisarte. Luchas para ser más fuerte que él, que esos sentimientos que manan de él. Pero lo que no sabes es que el corazón siempre gana, es el más fuerte en cualquier batalla.
Con esos pensamientos terminas tu media hora en la ducha a punto de parecer una esponja. Una hora y tu estomago ya está en vilo. La angustia empieza a crecer, las piernas vuelven a temblar, el nudo en la garganta empieza a aflorar impidiéndote casi hablar. “Ya está cálmate, solo es un amigo” Aunque sabes perfectamente que no es verdad. Recuerdas todos esos momentos pasados, dulces y bellos momentos aparcados en aquel rincón. Intentando ser olvidados pero que por desgracia el intento quedo en eso, un simple intento, y aun esos preciosos paseos, aquellas magnificas tardes y noches siguen estando en tu mente.
¿Cómo vas a verlo como un amigo? ¿Cómo vas a ser capaz de quedar con él y no bajar la vista a esos labios que te besaron una vez? Difícil pero te juras a ti misma que lo harás. Un juramento en vano que no podrás cumplir y que sabes ya de antemano. Aun tienes una hora para vestirte y maquillarte. Despacio, sin prisa solo tardas media hora en terminar de arreglarte. Los segundos se hacen minutos, los minutos se hacen horas y esperas durante media hora sentada en el sofá matando el tiempo e intentando controlar tus nervios, que el minutero corra por un momento hasta llegar a en punto. Hora exacta para el fin del trayecto, hora en la que aparecerá por esa esquina con esa sonrisa que te encanta, con esa sonrisa que te enternece y que te nubla el pensamiento. Solo 15 minutos más. Ahora 10, solo 5 y en punto. No llama, no avisa. Ya tarda, mas nervios recorren tu cuerpo desde la garganta hasta los pies.
Por fin, ves su llamada en el móvil avisándote de que ya está ahí, esperándote. Corres como nunca habías corrido como si de un galápago se tratase, para no hacerle esperar. Te miras al espejo por última vez. “Perfecta”- te dices a ti misma. Y sales de allí intentando dejar los nervios detrás de esa puerta. Avanzas en su busca, y cada paso es una eternidad, aquella esquina se ve lejos, estas deseando doblarla y verle de lejos. Mantienes la compostura, te haces la fuerte, intentas que tu orgullo este por encima de todo incluso por encima de tu corazón. Suspiras de nuevo. ¿Cuántas veces ya? Uff has perdido la cuenta. Y ahí está él, esperándote con esa sonrisa que imaginabas. Y ahí vas tú en su busca. Con una sonrisa de tonta que pareces una niña. Los nervios aumentan, intentas serenarte y comportarte de la forma más normal y común posible, sin miedo, sin nervios y sin nada que te impida tener vergüenza cuando le hables. Un saludo, dos besos de amigos, con pensamientos por parte de ambos que no coinciden con ese comportamiento. Al principio silencios incómodos y después risas y más risas. Charlas con él sin parar. Aun tus nervios no han desaparecido. Incluso las palabras se te traban pero lo disimulas lo mejor que puedes, mantienes de nuevo la compostura, no quieres perder la razón, aun sigues creyendo que ella ha ganado antes que tu corazón. Palabras con demasiado sentimiento, miradas cómplices de nuestro deseo, caricias que transmiten algo más que una simple amistad. “No, no y no. No cedas, no lo hagas” – te repites de nuevo. Intentas esquivarlo las veces que puedes disimuladamente, pero tu corazón grita por dentro. Te pide que abandones tu orgullo y tu resistencia, te pide que le dejes actuar. Y te dejas llevar, sigues un juego que no debió empezar o tal vez sí.

Y después de una hora ahí estas tu, rozando sus labios, incumpliendo tu promesa o mejor dicho tu juramento. Arrepintiéndote por dentro de haberlo hecho. Pero no piensas, ahora nada te importa. Es verdad, no deberías haberlo hecho pero ya está. Se acabó, al final perdí la batalla, mi razón perdió y ganaron de nuevo los sentimientos. ¿Por qué? Yo era fuerte, pero él me debilita. Ya nada importa, ya me salté las malditas normas, las prohibiciones. ¿Por qué aguanté tanto? Vuelves a besarle, extrañabas sus besos, mucho. Sabes que esos besos tal vez no signifiquen nada, pero te da igual, te da igual el sufrimiento por un minuto de desasosiego, te da igual con tal de estar un momento a su lado, entre sus brazos, en un calido abrazo. Por un juego de lenguas, por un roce de sus labios, por unas miradas que lo dicen todo. todo eso vale más que nada.
Dejaste atrás e orgullo, te sinceraste con el. Si, con aquella persona que odiaste tanto un día y que ahora sin embargo no puedes, no te sale, porque por mucho daño que te hiciera, aun sigue en tu corazón. ¿Por qué lo haces? Porque aun sigues amándolo…

jueves, 28 de octubre de 2010

...FELICIDAD...




Felicidad, risas y sonrisas. ¿Cuál es el motivo? Ninguno. No hace falta ningún motivo para estar feliz, para sonreír cada día, para amar la vida tal y como es.
Incluso a las personas más tristes o deprimidas les llegará esa felicidad. Se levantaran un día cualquiera, un día que para ellos es rutinario, pero en ese momento sonreirán por las pequeñas cosas, valoraran el simple hecho de seguir vivos.
¿Quién no ha sonreído al recordar alguna escena del pasado o a alguien que añoremos? Todos y cada uno de nosotros.
Por esto escribo este breve texto. Principalmente porque ahora he aprendido que cada minuciosa cosa que posees es grande, porque la vida ha cumplido uno de mis sueños, porque con las simples cosas soy feliz. El ir por la calle y ver a los pequeños niños jugando en ese parque de siempre me hace esbozar una sonrisa. Aquel tendero de todos los días que saluda a quien le parece me produce risa. Aquel bebé que siempre anda dormidito como una ranita en el carro y su mamá lo pasea cada mañana, eso me hace feliz, hace que instintivamente se dibuje una gran sonrisa en mi cara.
Puede que sea una tontería, puede que quizás esa felicidad me dure poco, pero está claro que mientras me dure, viviré con una sonrisa todos los días de mi vida.

domingo, 19 de septiembre de 2010

... Nuevas Sensaciones...


Me miraba en el espejo, me sentía diferente, rara. Algo en mi había cambiado, una extraña sensación, un vuelco al estomago, una sonrisa inevitable, un irremediable cosquilleo. Pero lo más importante. Mientras me miraba en ese espejo, hacia caso omiso a mi reflejo. Mi pensamiento no se centraba en ver cuántos granos me habían salido desde la última semana, ni dudaba como cada mañana si mis labios eran o no perfectos. No me detenía en averiguar el color de mis hermosos ojos, entre marrón avellana y verde. No, nada de eso. Esta vez era diferente, mi mente no se centraba en mi reflejo, si no en su recuerdo. Me miraba al espejo y solo le veía a él. Si, él. No dejaba de pensar en su hermosura, en sus brazos cálidos apretándome fuerte, en sus besos, en su aroma, en esa sonrisa tierna que era imposible no derretirse ante ella. Demasiados síntomas en mí hacían que estuviera diferente a cada mañana. Trate de analizar qué era lo inhabitual en mi cuerpo.
Pensaba constantemente en él, en que estaría haciendo, si estaba pensando en mí en ese mismo momento. Recordaba la última noche a su lado, cálida y fría al mismo tiempo, con miedo pero segura entre sus brazos. No había hecho mucho por mí, pero había captado mi atención de una manera peculiar. Ese pequeño cosquilleo que sentía cada vez que su imagen o su último beso me venía a la cabeza, o; sin ir más lejos, el vuelco en el estomago que sentía nada más verle, esa sensación cuando me abrazaba que intentaba ocultar de todas las formas posibles. Aquel brillo tan especial y autentico en mis ojos que jamás había presenciado en mí. Esa sonrisa de tonta que nunca nadie me había visto. Pero… ¿Qué me pasaba? ¿Por qué estaba tan alelada?
Definitivamente todo encajaba. Si mis cálculos no me fallaban, estaba padeciendo una gran enfermedad. ¿Cuál? Muy sencillo. Me estaba enamorando.
Y que delicioso era enamorarse de esa maravillosa persona. ¿Yo? ¿Enamorarme? Imposible, tenía que haber alguna confusión. Pero no, no había confusión ninguna, era cierto.
Tras su personalidad dura y violenta había en él un chico tierno, dulce, cariñoso y comprensivo.
Con él me sentía a gusto, segura. Sentía algo especial a su lado, sus besos quizás insignificantes eran bombas de pasión para mí. No era perfecto, pero de una manera u otra me gustaba.
Sí, puede ser, estaba enferma, pero no quería recuperarme de esa enfermedad. Es más, por él seguiría enferma hasta la eternidad… Con esa gran enfermedad recorriéndome las venas: el amor.

martes, 7 de septiembre de 2010

...Amor a distancia...


En aquel momento, Eva se disponía a descansar de su larga jornada de trabajo. Quería desconectar un poco de todo su día rutinario; y como bien dicen, para desconectarse había que conectarse. Y así fue, Eva se conectó con su portátil. Tenía ganas de hablar, de charlar con sus contactos, pero sobre todo de hablar cibernéticamente con aquella persona.
Una persona que, no sabía cómo ni por qué, pero le hacía sentir algo. No le conocía de nada, era el chico misterioso para ella. Ni si quiera vivía en su misma ciudad y tampoco estaban cerca. Pero cada vez que Eva veía su nombre en la pantalla del portátil, el corazón le daba un vuelco, miles de cosquillas le subían por el estomago. Sin saber por qué notaba que aquel chico; que solo conocía de hacía unos días por chat, conectaba con ella, la hacia sentir especial, notaba un cierto “feeling” entre ellos.
Sus dulces palabras, su generosidad, su cariño… Jamás había conocido a alguien que fuera tan atento con ella, alguien que fuera capaz de luchar por una persona a la que quieres.
Así era él, el chico misterioso, que tenía a Eva enganchada al portátil. ¿Por qué? ¿Por qué su corazón latía mas deprisa al ver sus palabras en la pantalla o su nombre?
No quería enamorarse, no de nuevo, no quería volver a sufrir, pero algo la decía que aquel chico era diferente y en el fondo pensaba que lo mejor era arriesgarse.
Ya no creía en una relación a distancia, no tenía fuerzas para quererle estando tan lejos después de lo que había sufrido en su pasado. Pero él se las daba con su cariño, su apoyo y sus ganas de seguir luchando por Eva.
- ¿Por mi?- se preguntaba ella.- ¿Por qué lucha por mi? ¿Quién soy yo? ¿Qué tengo?
Para aquel chico misterioso (como ella lo llamaba), Eva era una chica fabulosa, muy parecida a él en gustos y demás. Guapa, amable, simpática, sincera, cariñosa, tierna, bondadosa… Con un corazón que no le cabía en el pecho. Todo lo que él pedía en una chica. No le importaba nada más que la ternura que su corazón guardaba.
Le hacía sentir a gusto consigo mismo, la transmitía confianza, amor… Era algo tan especial. Sentía que para él, ella era su “Alter ego” que siempre busco. Y ahora que estaba seguro que la había encontrado y que la quería; por muy precipitado que su cariño fuera, estaba dispuesto a darlo todo por ella.
A entregarle su amor y su corazón aunque la distancia se lo impediera plenamente. Estaba dispuesto a dejarlo todo para, dentro de unos meses, irse a vivir cerca de ella, y asi por fin todo sería más fácil.
Él realmente la quería, aunque ella no pudiera creerle ni mostrar tanto amor por su parte.
No podía, porque una vez alguien destrozó su corazón.
Él la comprendía, pero no estaba dispuesto a rendirse por eso. La demostraría, aun estando lejos, de las mil formas posibles, cuanto la quería y cuanto la necesitaba en su vida.
Eva podía tirarse horas y horas chateando con aquel chico misterioso, sin despegar sus finos dedos del teclado, embobada a la pantalla mirando su foto y pensando.
Sus sentimientos eran contradictorios. Sentía miedo, pero a la vez quería arriesgarse. Sentía odio porque pensaba que seguramente sería otro chico del montón, pero a la vez sentía amor hacia él.
Un cariño especial que la envolvía y hacía que pudiera sonreír todos los días.
Y ahí estaban los dos. Eva en su portátil tirada en la cama de su habitación, y él, él a mil kilómetros chateando con aquella chica preciosa desde su ordenador. Con un mismo deseo: poder hablar continuamente y soñar con su encuentro algún día.
Y así, día tras día, noche tras noche, la magia que sentían ambos demostrándose todo su cariño… eso, eso era inexplicable.

Fin

domingo, 15 de agosto de 2010

"Más allá del cielo azul" Epílogo



Sara, al verlo tan triste, le alzó la cara con una mano y al ver que una lágrima corría por su mejilla, con la otra mano logró secársela.
-Sara: “¡Cariño! Por favor, no llores, jamás, escucha bien, jamás me separaré de ti y lo que es más, jamás dejaré de quererte porque eres mi vida entera y como ya sabes no puedo perderte…”
-Flarmy: “Lo sé Sara, pero… ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo va a seguir esto? Tendremos que estar separados hasta que llegue la noche y pueda verte… Y no sé… Seguramente tenga que encargarme de atender a más niños y no podré verte…Y eso es mucho tiempo sin ti… No sé si podré aguantarlo…” – dijo llorando y volvió a agachar la cabeza.
-Sara: “Ven, siéntate en la cama y vamos a hablar… ¡Ey! Mírame – le dijo alzándole de nuevo la cabeza – y deja de llorar por favor… Mira Flarmy, tenemos que ser fuertes y aguantar así. Yo no sé si podré tampoco. Además, puedes hablar con los reyes y decirles que no te manden atender a ningún niño más, asi estarás conmigo todos los días. Pero escucha, no solo podremos vernos por las noches, por las mañanas también podremos estar juntos, como hoy, y me encantaría que me llevaras a más sitios, como si vemos el mundo entero desde el aire, da igual lo que hagamos, si nos tenemos el uno al otro. ¿No es así? Seguiremos así y más adelante pensaremos que hacer, ¿te parece?. Pero tienes que convencer a los reyes, asi por lo menos estaremos juntos y los dos seremos fuertes…”
-Flarmy: “Si, llevas razón Sara, así estaremos juntos. Hablaré con ellos, seguro que la reina no se opone…Y así volaremos todos los días, te llevaré a mi reino cuando quieras y todas las noches las pasaré contigo a tu lado…”
-Sara: “Claro que si, ¡eso es magnífico! No te preocupes más, no me gusta verte así, alegra esa cara anda, vamos a divertirnos ahora que estamos juntos” – le animaba.
Sara le cogió la cara con las dos manos, le acarició la mejilla y durante un tiempo le beso dulcemente… Después de esto él abrazo fuerte a la pequeña Sara mientras le decía:
-Flarmy: “Cielo, no sé como agradecerte tu ayuda, me has animado y la verdad que te lo agradezco en el alma… ¡Te adoro!”
-Sara: “Y te he dicho que no me tienes que dar las gracias por eso, porque por ti haría mucho más cariño…”
Flarmy sonrió y asintió con la cabeza, mientras terminaba de abrazarla.
Después de todo esto, los dos se tumbaron en la cama, contaban historias, no se cansaban de mirarse hasta que acababan abrazados y dormidos…
Al día siguiente Flarmy fue a hablar con los reyes, que no tuvieron ningún impedimento en dejar que el hermoso ángel se quedara con su pequeña niña de la ciudad. Por lo que ya no se encargaría de ningún niño más, solo de Sara, estaría con ella para ayudarla y quererla siempre.
Los dos dejaron planeado para todos los días que por la mañana se irían los dos a contemplar bellos paisajes y ciudades desde las nubes y algún día visitarían de nuevo el reino de Flarmy. Y como cada noche, la pasarían juntos…
Todo siguió así, los Señores Harrison nunca sospecharon nada, porque no miraban mucho por su hija mayor, no estaban continuamente tras ella, por lo que era algo mas libre y eso le venía mejor, para irse con Flarmy, y también que sus padres trabajaran y no tuvieran ninguna niñera que cuidara de Marta.
Los días pasaban y el ángel y la chica de la ciudad se querían cada vez más, no podían pasar el uno sin el otro…
Visitaban muchos sitios, Flarmy siguió ayudando a Sara aunque ya no por trabajo, sino por amor.
Sara y Jenny se hicieron muy buenas amigas. También conoció a los padres de Flarmy que la acogieron como una mas de la familia cada vez que iba por allí…
Los dos protagonistas fueron creciendo, pasaban los meses y los años, pero para ellos todo era felicidad y alegría, mientras estuvieran juntos.
Nunca, jamás, Sara reveló su secreto, lo mantuvo por siempre, hasta el fin de los tiempos.
Y así fue como terminó la historia, un ángel y una chica corriente que se conocieron, se enamoraron y a pesar de las diferencias su amor duró en secreto por siempre jamás…


FIN

jueves, 12 de agosto de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 12


Flarmy agarró la mano de Sara fuertemente y la llevaba a su lado mientras atravesaban la gran sala volando hasta llegar al trono donde se sentaban los reyes.
-Flarmy: “Relájate, que te veo nerviosa Sara” – le susurró al oído.
-Sara: “Ains, ya lo se, pero no puedo evitarlo”
Se pararon en frente de los reyes y Flarmy habló:
-Flarmy: “Hola altezas”
-Reyes: “Hola Flarmy, ¿Qué te trae por aquí?”
-Flarmy: “Pues verá alteza… ¿recuerda que me encargó bajar a la ciudad durante tres semanas para ayudar a una niña que estaba triste?”
-Reina: “Ah si, lo recuerdo. Sara se llamaba ¿verdad? ¿Cómo ha ido?”
-Flarmy: “Si, así es, se llama Sara, y la he traído al reino, es ella majestad, esta es la niña de la ciudad” – dijo señalando a Sara y echándola hacía delante.
-Reina: “¡OH Sara! Encantada. Espero que este jovencito haya hecho bien su trabajo porque por lo que veo estas mas contenta ¿verdad? ¿Se ha arreglado todo?”
-Sara: “Claro que si, Flarmy me ha ayudado mucho, tanto que le quiero más que a mi vida y no quiero separarme de el” – dijo mientras le miraba y le cogía del brazo…
-Rey: “Muchacha, me alegro mucho, pero Flarmy y tu no…”
-Reina: “Pero nada. No pasa nada porque una niña de la ciudad este con un ángel de nuestro reino. No hay ninguna ley que lo prohíba. Además se quieren mucho y merecen estar juntos. Chicos espero que seáis muy felices y Sara me alegro que estés mejor, pero tengo que pedirte un favor…”
-Sara: “OH claro, dígame alteza”
-Reina: “No puedes decirle a nadie que este reino existe, ni desvelar este secreto por favor, no se si lo sabrás, pero si en la ciudad se enteran de esto nadie te creerá y más ángeles morirán. Eres la única niña de toda la ciudad que conoce nuestro reino… Así que por favor solo puedo pedirte que guardes bien el secreto…”
-Sara: “Claro majestad, ya se lo he prometido a Flarmy que esto es un secreto entre los dos y de verdad que no voy a decir nada, porque no quiero que esto desaparezca. Me encanta y no dejaría tampoco que a ningún ángel le pasara nada ya que se dedican a ayudar a los demás niños. No sería justo por mi parte. Descuide, puede confiar en mi”
-Flarmy: “Tranquila alteza, seguro que Sara no dirá nada, no tiene porque preocuparse. La conozco bien y para ella todo esto es algo increíble, como un sueño hecho realidad, por eso no dirá nada, ¿no es así cariño?”
-Sara: “Claro que no, él lleva razón yo no diré nada de verdad”
-Reina: “Muy bien, entonces nada mas, podéis retiraros. Y Sara sabes que puedes venir cuando quieras ¿verdad?”
-Sara: “Gracias alteza. Adiós majestades. Hasta pronto”
-Flarmy: “Adiós señores reyes. Voy a llevarla a casa”
-Reyes: “Adiós pequeños, ser felices”
De camino a la salida del palacio, Sara pensaba en todo esto y después su ángel le dijo:
-Flarmy: “¿Ves como no tenías de que preocuparte? Los reyes son adorables y responsables… Nos han deseado todo lo mejor”
-Sara: “Llevabas razón. Me he sorprendido, no pensaba que fueran tan amables. Podrán confiar en mi te lo aseguro Flarmy”
.Flarmy: “Ya lo sé, estoy más que seguro que no dirás nada. Yo confío en ti preciosa y lo sabes”
-Sara: “Si, lo sé, y te lo agradezco”

Cuando llegaron a la salida del castillo, él le dijo a la pequeña:

-Flarmy: “Ya es tarde, creo que debería llevarte a casa ¿no crees?”
-Sara: “Si, por favor, mis padres están al venir y como no me vean en casa…”
-Flarmy: “Pues venga ¡a volar!”
Esta vez Sara le cogió la mano a Flarmy, pero antes de volar ella dio dos chasquidos como le había enseñado Flarmy, para así poder hacerse invisible y que al entrar a la ciudad no la vieran. El ángel también lo hizo, pues no quería viajar como una pequeña luz, quería contemplar a su querida Sara, agarrarla de la mano y sentirla cerca. Así que enseguida empezaron a volar dirección a la ciudad. Mientras se alejaban del reino, Sara le pregunto preocupada:
-Sara: “Flarmy, pero… ¿podré venir aquí algún día más? Es que todo esto es maravilloso…”
-Flarmy: “Claro que si Sara, tu cuando quieras me lo dices y volvemos aquí”
-Sara: “Ains, ¡muchas gracias corazón!”

En unos minutos llegaron a casa de Sara, la ventana seguía abierta, por lo que entraron hacia la habitación. Una vez que Sara dejó de volar y pisó el suelo, se despidió de Flarmy.
-Sara: “Bueno cielo, creo que es mejor que te vayas, mis padres están al llegar y tengo que ver que tal está mi hermana… Pero, por favor, prométeme que vendrás esta noche a verme, quiero que duermas conmigo, por favor, te necesito…”
-Flarmy: “Esta bien, esta noche vendré a pasarla contigo y si insistes me quedaré a dormir. Estaré aquí a la hora de siempre. Adiós pequeña ¡te quiero!”
Flarmy se acercó a la niña, la besó y antes de marcharse le dijo:
-Flarmy: “Gracias por este día Sara, me lo he pasado genial contigo”
-Sara: “No Flarmy, gracias a ti por confiar en mi, ¡te quiero!”
Una vez dicho esto, él salió por la ventana, aunque esta vez no se transformó en la pequeña lucecilla…
Sara al verle que salía, se asomó a la ventana y le siguió con la mirada hasta que su figura se perdió entre las nubes pues se hizo invisible en unos segundos.
Enseguida que reaccionó fue corriendo a ver a su hermana Marta, que se encontraba llorando en la cuna… Cuido de ella hasta que llegaron sus padres y no notaron nada extraño…
Así pasó la tarde hasta que rápidamente llegó la noche y Sara ya estaba impaciente por ver a su precioso ángel. Una persona que la estaba haciendo feliz y que con ella estaba cumpliendo uno de sus sueños. Solo habían pasado unas horas desde que la había dejado en la habitación, pero ya le echaba de menos. Y pensaba hablar con Flarmy, sobre ellos, temía como serían las cosas ahora, su futuro…
No sabía si sentirse triste porque pensaba que pronto todo esto terminaría como un sueño del que despiertas, o estar feliz porque tenía a su lado al ángel más maravilloso que había visto nunca, a una persona que la quería y la cuidaría siempre.
Cuando llegó la hora, Flarmy, tan puntual como siempre, entró por la ventana del cuarto de Sara, pero ella todavía no había subido a su cuarto, por eso Flarmy, que ahora era una lucecilla amarilla, decidió esconderse por si acaso pasaba alguien que no fuera Sara a la habitación.
En un par de minutos, ella ya estaba allí, entonces él decidió salir y mientras la saludaba iba transformándose…
-Flarmy: “Hola Sara. Ya estoy aquí, te estaba esperando”
-Sara: “Hola Flarmy, por fin. Lo siento me he entretenido cenando”
-Flarmy: “No pasa nada, no has tardado apenas”
Cuando Flarmy se convirtió en ángel, se acercó a Sara y lentamente la beso los labios.
-Flarmy: “Pequeña, no quiero perderte jamás, lo eres todo para mi y estaría contigo siempre, de no ser por que…” – soltó un suspiro y agachó la cabeza.

lunes, 9 de agosto de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 11



Flarmy la miró asustado y enseguida la agarró del brazo para que no se marchara, se puso frente a ella, la besó y seguidamente la dijo:
-Flarmy: “¡Sara! Por favor, no puedes irte, a mi me da igual si mi hermana no te acepta, ella no cuenta para nada, no importa lo que diga, lo único que importa es que yo te necesito y te quiero a mi lado y ahora no puedes marcharte. Por favor hazlo por mi, no te vayas y no hagas caso de los malos comentarios…”
En ese momento Jenny se levantó de la cama, con cara enfadada y los puños cerrados. Ahora se la podía ver más hermosa, sus cabellos dorados rizados colgaban dejándose caer hasta sus pechos. Era más bien delgada, resaltaban sus grandes ojos azules, al igual que Flarmy. Llevaba dos brazaletes en los brazos como su hermano. Seguramente sería un símbolo de los ángeles. Sus pechos tapados por esa especie de tela blanca parecida a la que Flarmy llevaba cruzada en su pecho, pero la de Jenny llevaba el mismo símbolo de las dos alas que su hermano tenía en su cinturón. Ahora Sara pudo contemplar que la falda blanca que llevaba era realmente corta. Llevaba también un pequeño colgante con su inicial en medio. Junto con sus alas blancas grandes y hermosas, Jenny sin duda era una chica realmente guapa, capaz de conquistar a cualquier ángel de ese reino…

Cuando salió de sus pensamientos, Sara pensó por un momento en lo que Flarmy le había dicho hace un rato y se dio cuenta que llevaba razón y que aunque su hermana Jenny estuviera algo borde con ella, a lo mejor luego serían muy amigas. Además no quería separarse de su ángel, le quería demasiado…
-Sara: “Esta bien, llevas razón, no me iré porque yo también te quiero y no voy a perderte. Pero por favor, vayámonos pronto al castillo…yo…, me siento incomoda aquí”- dijo eso último casi susurrándole al oído.
-Flarmy: “Muchas gracias Sara, te prometo que mi hermana no volverá a molestarte…”
Jenny que estaba escuchándolo todo, decidió presentarse de buenas y lentamente se acercó a Sara volando.
-Jenny: “Lo siento Sara, mi actuación ha sido estúpida. Soy Jenny, encantada, podrás venir aquí cuando quieras siempre que nos guardes este secreto…”
Sara paralizada, se sorprendió ante la nueva actitud de su hermana y enseguida reaccionó:
-Sara: “En… encantada Jenny. Yo soy Sara, y si, como ha dicho Flarmy soy una chica de la ciudad y tengo quince años. Pero tranquila, a mi todo este mundo me encanta y se guardar muy bien un secreto y más este… Además me dolería muchísimo perder a Flarmy, no quiero hacerle daño”- dijo con una sonrisa y fijando sus ojos en él.
-Jenny: “Me alegro. Yo tengo veinte años, soy más mayor, pero espero que podamos ser amigas. Adiós Sara me voy. Adiós Flarmy.”- dijo aquel ángel dirigiéndose a la puerta de la habitación como si tuviera prisa por salir de allí.
-Sara: “Adiós Jenny”
-Flarmy: “Hasta pronto hermana, luego te veo”

Jenny salió por la puerta cerrándola de un portazo y cuando ya se había ido, Flarmy decidió que era hora de irse…

-Flarmy: “Bueno, creo que es hora de ir a palacio… ¿vale pequeña?”
-Sara: “Si, mejor, vámonos”
Salieron de la casa en dirección a palacio y mientras, Flarmy hablaba con Sara sobre la actuación de Jenny.
-Flarmy: “Lo siento mucho Sara, mi hermana se ha comportado como una estúpida y seguro que te habrá molestado… Perdónala, ella no es así, pero no soporta verme con niños de la ciudad y que todo me vaya bien…”
-Sara: “Tranquilo, no pasa nada. Lo entiendo, es normal yo para ella resulto una extraña. No tengo que perdonar nada ni a ti ni a ella, eso no es nada de verdad. Pero… ¿por qué iba a desearte mal si eres su hermano?”
-Flarmy: “Eres magnifica Sara, gracias por ser así. Y bueno… la verdad que no se por qué es así pero creo que es porque me tiene envidia… No lo sé la verdad…”
-Sara: “Que raro, bueno en el fondo se la ve que no es mala, me ha sorprendido, cuando ha rectificado y se ha presentado… Ahí me he dado cuenta que es una buena chica…”
-Flarmy: “¡Buah! Es por donde le da…”
Se aproximan al castillo y poco a poco van descendiendo…
-Flarmy: “Ya hemos llegado, ven dame la mano que esto es mas grande y está repleto de ángeles”
-Sara: “Vale”- dijo Sara con una sonrisa de oreja a oreja y contemplando con los ojos como platos todo aquello.

Entraron y todo era enorme. Un montón de ángeles revoloteaban dentro del castillo, se movían rápidamente, con prisa. A la derecha había una gran estantería altísima con muchos papeles colocados por ficheros. Aquello parecía un gran despacho… El castillo tenía mucha altura y todos iban de arriba para abajo colocando papeles.
Sara boquiabierta observaba cada rincón de aquel gran palacio de cristal.
-Flarmy: “Aquí trabajan los ángeles del reino y venga vamos hacia arriba que se encuentran los reyes…”
-Sara: “Dios mío, esto es enorme… ¿Todos estos ángeles trabajan aquí?”
-Flarmy: “Si claro, y mira, a cada lado se encuentran puertas diferentes… ¿Ves que pone ahí: “Ángeles de la salud” y allí… “Ángeles de los deseos” y así sucesivamente? Pues ahí se reúnen cada grupo de ángeles… ¿Lo entiendes?”
-Sara: “¡OH! Es asombroso, ¡que gran organización!”
-Flarmy: “Si. Los reyes se encargan de que todo vaya bien”
-Sara: “Estoy deseando conocerlos, aunque tengo miedo por si me rechazan, como tu hermana Jenny…, no sé…”
-Flarmy: “¡Ey! No, estate tranquila, los reyes saben lo que tienen que hacer, no son tan estúpidos como ella… No tengas miedo yo te protegeré pequeña…”
-Sara: “Gracias Flarmy, ¡te quiero!”

Flarmy sonrió y le apretó la mano más fuerte como respuesta.
Iban ascendiendo para llegar a la sala de los reyes y enseguida se encontraban a las puertas de ella. Flarmy llamó dos veces y cuando oyó una voz que decía: “Adelante” se decidió a pasar…

-Flarmy: “Aya vamos Sara, ven dame la mano y no tengas miedo”
-Sara: “Vale, lo intentaré”

viernes, 6 de agosto de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 10


Antes de llegar tuvieron que atravesar unas cuantas nubes y después de esto ya se encontraban allí… Fue todo tan deprisa que Sara no recordaría la entrada al reino…
-Flarmy: “Ya hemos llegado pequeña… Este es el reino de todos los ángeles del cielo… ¿Qué te parece?
Ella estaba tan alucinada que necesitó unos minutos para hablar… No podía creer lo que veía… Era tan…, tan fantástico, tan irreal…, como si de un sueño se tratara… Aquel lugar era como una pequeña ciudad cubierta por las nubes y a lo lejos se situaba un gran castillo de cristal en el que los destellos del sol iluminaban sus cristales. Alrededor había miles de casas de una forma muy extraña y pequeñas. Era algo sencillo pero acogedor, tan fantástico que no podía ser real. El sol se escondía entre las nubes y de vez en cuando sus rayos alumbraban aquel pequeño reino. Era como si todo aquello estuviera flotando o se sostuviera por una capa gruesa de nube…

Después de un silencio, Sara le contesto:
-Sara: “Es…, es…, precioso, nunca creí que existiera algo así, es todo un sueño, como una película fantástica… No se como explicarlo Flarmy, pero ¡me encanta!”
-Flarmy: “Me alegro que te guste, ahora te enseñaré las partes mas importantes y pronto tendremos que regresar…”
La pequeña quería aprovechar ese momento, como si fuera lo último que viera…
Eran las diez y media de la mañana y los ángeles mas pequeños, de menor edad, salían a jugar y volaban por los alrededores.
Flarmy iba explicándole como era el castillo, quien se hallaba dentro y todos los rincones de aquella magnifica ciudad, pequeña pero acogedora y agradable.
-Flarmy: “Mira Sara, primero iremos a mi casa, te la enseñaré, te presentare a mi hermana mayor y bueno como mis padres no están, después visitaremos el castillo, donde se hallan todos los ángeles encargados de trabajar como yo, es decir, de ayudar a todos los niños de la ciudad que lo necesiten… Y además en lo mas alto del castillo – dijo señalando con el dedo – se encuentran los reyes de este reino, que también te los presentaré ¿vale?”
-Sara: “¡Vale fantástico! Y… ¿Cuál es tu casa?”
-Flarmy: “Mira, es aquella, ya estamos llegando, dame la mano y bajamos”
-Sara: “Ah vale, venga”
Llegaron a la pequeña casa del ángel y entraron…
Era algo pequeña pero acogedora, formada por un salón no muy grande, dos habitaciones, una pequeña cocina que se situaba dentro del salón y un baño… Aunque a Sara le parecía pequeña y acogedora, veía en aquel sitio algo especial, aquello tenía un aroma a húmedo, un color dulce que era lo que más le gustaba. Aunque estaban en la casa, los dos seguían aun volando por ella sin caminar ni pisar el suelo. Un suelo extraño, no como cualquier casa de la ciudad, un suelo blando, blanco, como si todo estuviera hecho de nube, claro, eso es, un suelo de algodón…
-Flarmy: “Ya se que es algo chiquitilla, pero todas las casitas del reino son así, además, la mayor parte del día la pasamos en el castillo, en la casa solo se quedan los ángeles mas pequeños o por ejemplo mi hermana que aunque sea mayor ahora no trabaja y cuida de la casa…”
-Sara: “No pasa nada Flarmy, es perfecta, tiene un olor que la hace especial, acogedora, de verdad me gusta mucho…”
-Flarmy: “Bueno, no esta mal. Ven te enseñaré mi habitación que es la misma que la de mi hermana y como seguro que esta allí te la presentaré…”
-Sara: “Vale cielo”
Sin soltarla ni un momento de la mano, él hermoso ángel llamo a una de las puertas y la abrió lentamente. Como había dicho, su hermana se encontraba allí.
Era un ángel muy bello, con unos largos cabellos de oro, una esbelta figura y unos ojos claros y brillantes. Tendría unos 19 años aproximadamente. Sus labios eran finos y carnosos, deseables para que cualquiera los besara. Se veía aburrida, coqueta y un poco creida… o eso aparentaba ser… Estaba tumbada en una de las dos camas pequeñas que había, leyendo un gran libro… vestía con apenas ropa, una falda blanca cortita de vuelo y una especie de tela de algodón y nube le tapaba la parte de los pechos, así dejaba al descubierto su cuerpo tan asombroso y esbelto…
-Flarmy: “Hola Jenny. Tenemos visita” – dijo mientras le hacía pasar a Sara y se acercaba a ella.
-Jenny: “Hola hermano. ¿Quién es esta? No parece que sea del reino y menos un ángel. ¿Quién es y por qué la has traído?”- dijo con un tono enfadado y serio.
-Flarmy: “No, no es del reino, es Sara, una chica de la ciudad y la he traído aquí para que viera el reino. Pero tranquila, ella nos guardará el secreto, lo sé, confío en ella y la quiero mucho…”
-Jenny: “¡¿Qué?! ¡¿Me estas diciendo que has traído a una niñata estúpida de la ciudad y que estas seguro que no se le va escapar nada?! Venga ya no me hagas reir… Y que para colmo… ¿estáis juntos? Esto es absurdo… puff…” – protestó con una cara de enfado y de asco mientras los miraba de arriba abajo contemplando como aun seguían agarrados de la mano y muy pegados el uno junto al otro.
-Flarmy: “¡Basta ya Jenny! Te estas comportando como una niña, deberías conocerla antes y callarte que la vas a asustar. ¿Y por qué te tienes que meter tanto en mi vida? ¿Acaso yo te reprocho con quien salgas o quien te guste? ¡No! Entonces ten un poco de respeto…”
Sara interrumpió a Flarmy y le dijo casi susurrando:
-Sara: “Flarmy, lo siento, no quiero interrumpir, yo no quiero complicaros la vida, creo que esto no está bien, debería irme, no merece la pena que discutáis por mi. No voy a molestar mas…”- dijo mientras intentaba irse soltándole la mano a su precioso ángel y dirigiéndose fuera de la habitación.

lunes, 2 de agosto de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 9



-Flarmy: “Bueno, pues ahora concéntrate bien, olvida todos los problemas y piensa solo en volar, imagínate a ti volando y como siempre cree en mi y en los ángeles. En cuanto hagas eso, te irás elevando hasta flotar… Después te enseñaré como seguir ¿vale? Venga inténtalo”
-Sara: “Vale, voy a probar…”
La niña se concentró mucho y pensó en lo que Flarmy le había dicho…, mientras cerraba los ojos… Sin darse cuenta, cuando aun tenía los ojos cerrados, ya había conseguido despegar los pies del suelo y ahora se mantenía en el aire al igual que lo hacía Flarmy.
-Flarmy: “Muy bien Sara, ahora abre los ojos…”
-Sara: “¡OH! ¡No puede ser! Estoy... ¡volando!”
-Flarmy: “Bueno todavía no, solo estas flotando. Ahora vamos a salir por la ventana, así que ven y dame la mano. ¡Ah! y se me olvidaba para ser invisible tienes que pegar dos chasquidos con los dedos uno seguido del otro, pero eso lo tendrás que hacer cuando ya estés flotando ¿vale? Ahora no hace falta que lo hagas, porque no nos verá nadie, todos duermen. ¿Lo has entendido?”
-Sara: “Si, es fácil. Creo que sabré hacerlo”
Entonces le tendió una mano a Sara para que fuera junto a él y pudieran salir por la ventana. Cuando ya estaban los dos agarrados y seguían flotando en el aire, el ángel la dijo:
-Flarmy: “¿Preparada pequeña? Venga salgamos fuera…”
-Sara: “¡Si! Preparada y lista. Vamos”
Flarmy la enseñó a volar y a ella le resultó tan divertido y fácil que hubiera querido volar por siempre. Pero las cosas no podían ser así…
-Flarmy: “¿Te gusta Sara? ¿Es esto lo que querías?”
-Sara: “Es fantástico, siempre había soñado con este momento y nunca pensé que se haría realidad. No se como agradecerte todo lo que has hecho por mi…”
-Flarmy: “Me alegro que te guste. Pero no tienes que darme las gracias cielo, ya te dije que quería ayudarte y lo sabes…”
-Sara: “Ya…, pero aun así gracias. ¡Te quiero!”
-Flarmy: “Y yo también pequeña”
Cuando Sara hubo aprendido a volar bien, Flarmy decidió que la llevaría a ver su reino por la mañana, cuando sus padres no estuvieran ya que por la noche no vería apenas nada porque los ángeles estarían descansando…
-Flarmy: “Sara… ¿te gustaría si mañana vengo por la mañana y te llevo a ver mi reino? Ya que veo que has aprendido bien a volar… ¿quieres?”
-Sara: “¡OH, Flarmy! Eso…, eso sería fantástico. Claro que me gustaría, estoy deseándolo”
-Flarmy: “Muy bien, pues mañana sobre las diez me pasaré por tu cuarto, espérame ahí ¿vale?”
-Sara: “Vale, es buena hora, mi hermana seguirá durmiendo y mis padres trabajando, así que no sospecharan que me ido”
-Flarmy: “Si, es verdad, pues eso a las diez nos vemos pequeña…”
-Sara: “De verdad Flarmy, no me lo puedo creer, te agradezco tanto todo esto… Eres lo mejor, ¡te quiero!”
-Flarmy: “De nada mi niña, yo si que te quiero. Bueno es hora de marcharme, te acompañaré a tu cuarto a darte las buenas noches ¿vale?”
-Sara: “Si, ya es tarde, está bien”
Flarmy la acompañó a la cama, luego consiguió descender y poner los pies en el suelo pensándolo y concentrándose. La arropó y se despidió de ella con un dulce beso.
-Flarmy: “Hasta mañana Sara, que descanses”
-Sara: “Adiós Flarmy”
E inmediatamente él hermoso ángel desapareció por la ventana.
La niña no tardó mucho en dormirse ya que estaba cansada después de aprender a volar. Había sido una sensación tan maravillosa, siempre había imaginado ese momento, pero hasta que no lo pruebas no sabes realmente lo que se siente. Estaba muy contenta, jamás había desprendido esa felicidad, esa sonrisa tan radiante que incluso mantenía cuando dormía. Deseaba impaciente que llegara mañana, poder volar junto con su querido ángel de la mano, sin que nadie les viera, poder conocer donde vivían los demás ángeles como él. Intentaba imaginárselo, pero no sabría cómo sería hasta que no lo viera.
A la mañana siguiente, cuando el reloj tocaba las diez, Sara todavía seguía dormida. En ese momento apareció Flarmy y al verla dormida, decidió que debía despertarla por mucha pena que le diera, pues se veía tan hermosa durmiendo plácidamente…
-Flarmy: “Sara…, Sara… Despierta tenemos que irnos ¿recuerdas? Venga pequeña.”
Lentamente la niña se fue despertando por los avisos de Flarmy y cuando abrió los ojos y le vio allí enseguida se levantó sobresaltada. No recordaba que debía irse con él.
-Sara: “¡OH! Hola Flarmy. Lo siento me he quedado dormida, perdón, no recordaba que…”
-Flarmy: “¡Shhh! No pasa nada no te preocupes pero venga vístete que nos vamos…”- dijo dándola un tierno beso.
-Sara: “Si, voy enseguida, pero no mires”- dijo riendo tímidamente y sonrojándose.
Flarmy se dio la vuelta y esperó impaciente a que Sara terminase de vestirse.
-Sara: “Ya estoy lista, me peino y nos vamos ¿vale?”
-Flarmy: “Vale, yo te espero”
Cuando ella ya estaba lista le pregunto a Flarmy:
-Sara: “Ya estoy, pero… ¿estas seguro que quieres que vea tu reino? A lo mejor los demás ángeles y la reina no están de acuerdos…, no sé…”
-Flarmy: “Que va, no pasará nada de verdad y claro que quiero que vengas, quiero que conozcas mi mundo… Tranquila, estas conmigo…”
-Sara: “Bueno, como veas…”
Una vez listos, se cogieron de la mano y los dos salieron por la ventana, en dirección a lo más alto del cielo, detrás de las blancas nubes de algodón dejando atrás la ciudad. Sara no soltó ni un momento la mano de Flarmy, desde arriba tenían unas vistas preciosas y ella iba cada vez mas sorprendida…
-Sara: “¡OH Flarmy! Esto es fantástico, desde aquí se ve todo tan pequeño. Me encanta poder volar y mas si es a tu lado… ¡Te adoro!”
-Flarmy: “Ahora te parece todo sorprendente pero espérate a que lleguemos a mi reino, seguro que te gustará… Yo también me alegro mucho que estés junto a mi…, no se que haría sin ti”
Sara no contesto pero le lanzó una sonrisa y una mirada tierna y Flarmy lo tomó como respuesta.

jueves, 29 de julio de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 8



Por fin llegó la hora en la que Flarmy llegaba al cuarto de Sara…
Ella le estaba esperando con los brazos abiertos y en seguida que se transformo de lucecilla en ángel, le dio un gran abrazo…
-Sara: “Hola Flarmy. Me alegro de verte” – decía mientras le abrazaba.
-Flarmy: “Yo también tenía ganas de verte, las mañanas se me hacen eternas si tu no estas… Te quiero pequeña”
-Sara: “Y yo a ti”
-Flarmy: “Bueno ¿tienes ganas de pedir tu tercer y último deseo?”
-Sara: “Si, si, lo estoy deseando. Pero… ¿puedo decírtelo antes al oído? Es que es una sorpresa para los dos…”
-Flarmy: “¿Una sorpresa? Esta bien, dímelo al oído primero…”
Sara se acercó a su oido y le dijo su deseo y las ventajas que tenia para poder enseñarla su reino. Flarmy al oírlo, se quedó sorprendido y muy alegre…
-Flarmy: “¡Sara! No me lo puedo creer. ¿Estas segura? Bueno lo intentaré creo que podré hacer todo lo que me pides. Es una gran idea, de verdad. Gracias”
-Sara: “Claro, será una sensación… inexplicable ¿no?”
-Flarmy: “Por supuesto, seguro que te encantará”
-Sara: “Gracias tesoro”
Flarmy se puso manos a la obra y empezó a concederle el deseo a la niña mientras lo pronunciaba en alto. Cuando hubo terminado, se acercó a Sara y le dijo:
-Flarmy: “Esto tardará unas horas en cumplirse por lo que mañana por la noche cuando venga a verte comprobaremos si tu deseo se ha hecho realidad… ¿Te parece?”
-Sara: “Muy bien. Te esperaré aquí mañana para que salgamos los dos a volar y así aprendo contigo ¿vale?”
-Flarmy: “Claro que si, yo te enseñaré pero es muy sencillo, incluso te llevaré si nos da tiempo a mi reino de allí arriba…”
-Sara: “¡OH, sería estupendo! Muchas gracias”

Dicho esto, Flarmy se despidió de Sara con un gran beso y se fue.
Esa noche la niña soñó con su ángel y con su tercer deseo… Imaginándose como serían las cosas a partir de ahora. Si de verdad podría aprender a volar y ver tantas cosas desde arriba, como el reino de Flarmy, el cual deseaba conocer cuanto antes…
Ella no quería hacerse ilusiones vanas, porque por cualquier cosa podría ocurrir que todo lo que imaginaba y soñaba desde hace tiempo no pasara nunca…
La mañana siguiente se le hizo eterna esperando ansiosa que llegara la noche… Intentaba distraerse con cualquier cosa, estudiando, jugando, ayudando a su madre… Pero cuantas mas cosas hacia, mas pensaba en todo eso y por lo tanto los minutos se le hacían horas…
Cuando llegó la noche y la Sra. Harrison se disponía a acostar a la pequeña Marta, antes de que se lo gritara a Sara, ella ya había subido a su cuarto corriendo…
El Sr. Harrison al ver a su hija tan nerviosa y rara, decidió subir a su cuarto a comprobar que le pasaba…
Llamo a la puerta y entró sin esperar respuesta:
-Sr. Harrison: “Sara, ¿puedo pasar?”
-Sara: “Si papa, ¿Qué quieres?”
-Sr. Harrison: “Nada hija, solo quería darte las buenas noches y… bueno preguntarte por qué llevas todo el día alterada… ¿Te pasa algo pequeña?”
-Sara: “No papa, no me pasa nada, simplemente hoy he estado mas activa, tenía ganas de divertirme. No te preocupes, no es nada papa” – fingió Sara.
-Sr. Harrison: “Mm... ¿Estas segura? Bueno pues entonces me dejas mas tranquilo aunque no me convenzo mucho, pero si tu lo dices…”
-Sara: “Claro papa, no te alarmes, ya sabes como soy. Recuerda que tienes una hija un tanto extraña…” – rió.
-Sr. Harrison: “Tu no eres rara hija, eres especial… Bueno pues entonces me voy. Descansa pequeña y buenas noches”
La dio un beso en la frente y Sara respondió:
-Sara: “Gracias papa. Te quiero mucho. Buenas noches”
En cuanto el Sr. Harrison cerró la puerta Sara soltó un gran suspiro de alivio…:
-Sara: “Puff..., por que poquito…” – pensó.
Cuando hubo dicho esto último, en ese mismo instante, la pequeña lucecita ya había pasado por la ventana y en un abrir y cerrar de ojos, Flarmy estaba allí sentado en la cama de Sara a su lado.
-Flarmy: “Hola Sara. ¿Qué tal el día? ¿Largo?”
-Sara: “¡Flarmy! Que bien que estés aquí. Pues si, se me ha hecho muy largo esperando este momento y sobretodo pensando en ti…”
Sara se acercó a el y le recibió con un fuerte beso.
-Flarmy: “Yo también te he extrañado mucho… Te quiero tanto…”
Pasaron unos minutos en silencio mientras los dos no dejaban de mirarse… A lo que Flarmy interrumpió…:
-Flarmy: “Bueno Sara, creo que es hora de comprobar si tu deseo se ha cumplido. Así que ven levántate y ponte a mi lado…”
-Sara: “Si, por fin. Esta bien”

lunes, 26 de julio de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 7


Lo que Sara tenía en su mente como su plan para poder ver a Flarmy, era pedir en su tercer deseo poder volar cuando ella quisiera y ser invisible si lo necesitaba mientras volaba…, cuando pisara tierra volvería a ser visible y dejaría de volar… Así Sara podría ver el reino de Flarmy, visitarlo y cumpliría a la vez uno de sus mayores sueños que era poder volar y ver cualquier parte del mundo desde arriba…
A ella le parecía una idea estupenda y estaba tan feliz que deseaba con todas sus fuerzas que llegara ya el lunes…
-Flarmy: “Oye Sara, tu me quieres aunque sea esto… ¿un ángel? ¿Aunque tenga alas, me convierta en una luz brillante y viva en otro mundo? Es que… ¿de verdad no me consideras un ser extraño?”
-Sara: “Flarmy, no digas eso, sabes que para mi eso es lo menos importante, yo te quiero por como seas por dentro, no por lo que aparentes por fuera, aunque sabes que adoro a los ángeles y mucho más a ti…”
Ella se acercó a Flarmy lentamente, le cogió de la mano y mientras sus labios se quedaron frente a él, le susurro:
-Sara: “Te quiero Flarmy”
Y seguidamente le besó muy suave y despacio… Un beso tan tierno, apasionado… era su primer beso, su primer beso con una criatura del más allá, con su precioso ángel de los deseos.
Cuando sus labios se despegaron, el tenía cara de asombro y felicidad a la vez… Asombro porque nunca le habían besado tan apasionadamente y felicidad por tener a Sara a su lado…
Al quedarse frente a frente Flarmy le preguntó a Sara:
-Flarmy: “¿Puedo darte un abrazo?”
-Sara: “Eso no hace falta que lo pidas cielo, me lo das y ya esta”
Entonces el ángel abrazó a Sara fuertemente, como si no la hubiera visto desde hace mucho tiempo…
-Flarmy: “Gracias por todo Sara” – le confesó mientras la abrazaba.
Sara al escucharlo no le dijo nada, simplemente sonrió y siguió abrazándole…
Flarmy pasó toda la noche con Sara. Del sueño que tenían, acabaron los dos dormidos mirándose a los ojos fijamente y sin hablar.
A la mañana siguiente, mientras seguían dormidos, el grito de su madre les despertó:
-Sra. Harrison: “¡Sara! ¡Vamos levántate! ¿O tengo que subir a tu cuarto? Tengo que irme a trabajar y tienes que cuidar de tu hermana… ¡Vamos!”
Sara se despertó sobresaltada al igual que Flarmy.
-Flarmy: “¡OH no! Me he quedado dormido, me voy rápido, no vaya a ser que me vea tu madre…”
-Sara: “Es verdad, mejor vete antes de que entre… Esta noche nos vemos ¿verdad?”
-Flarmy: “Claro que si pequeña. Hasta la noche. Adiós ¡te quiero!”
Se despidieron con un beso y antes de que Flarmy saliera por la ventana como una pequeña lucecita, Sara le dijo:
-Sara: “¡Flarmy! Espera. Gracias por quedarte toda la noche, lo he pasado muy bien. Te quiero”
-Flarmy: “Yo también he disfrutado mucho… Adiós Sara”- le dijo aquella luz destellante.

A partir de ese día, todas las noches de esa semana fueron iguales…
Se reían en su cuarto, hablaban horas y horas, se abrazaban se besaban hasta que acababan dormidos y por la mañana Flarmy siempre se iba mas temprano mientras Sara dormía…
Llegó la semana siguiente, el lunes, y Sara esperaba la noche con impaciencia para poder pedir su deseo a Flarmy. Mientras la noche se acercaba, ella no hacía mas que pensar en él, en todas las noches que pasaban juntos, pensaba en como sería su vida a partir de ahora, si el deseo que iba a pedir se le cumpliera, como sería el reino del cielo, donde vivían los ángeles… No se imaginaba como sería aquello pero ya tenía ganas de verlo…

viernes, 23 de julio de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 6


-Flarmy: “¡Sara!... ¡Sara! ¡Ey! ¡Estoy aquí! ¿En que piensas?”
La niña ni siquiera se dio cuenta de que Flarmy había entrado por su ventana, ya que su cabeza estaba ocupada pensando en otras cosas…
-Sara: “Ay, lo siento Flarmy, no he notado tu presencia, es que… pensaba en otras cosas…”
-Flarmy: “Y… ¿puedo saber que es eso que te preocupa tanto y tienes tantos nervios? Sabes que puedes contármelo soy tu ángel y tu amigo…, me tienes para lo que necesites ¿lo sabes no?”
Al oír estas palabras, ella pensó que Flarmy no se enfadaría, ni se tomaría a mal si le contaba sus sentimientos por él. Así que poquito a poco decidió contárselo.
-Sara: “Ya… lo sé, y te agradezco mucho que me ayudes… Por eso y porque eres mi mejor amigo te voy a contar lo que me pasa. Pero…, antes prométeme que seguiremos siendo amigos pase lo que pase… Que no te enfadarás conmigo… Por favor prométemelo”
-Flarmy: “Sara, pero que tonterías dices, porque me iba a enfadar, si solo pretendo ayudarte… Tranquila te prometo que nada de eso pasará pequeña y yo siempre seré tu amigo…”- le dijo mientras se acercaba a ella y la daba un gran abrazo.
Pero la niña lo que no sabía era que su ángel también sentía lo mismo por ella y quería decírselo, pero además de tener miedo, nunca encontraba el momento oportuno…
-Sara: “Pues verás Flarmy, durante estos días que te he conocido mejor, me divierto mucho contigo, me encanta tu forma de ser y cada noche que ya te vas te echo de menos… Cuando estas conmigo todos mis problemas desaparecen y me siento yo misma… Con todo esto quiero decirte, que no quiero que te vayas nunca porque te quiero, porque todo ese cariño que me has dado como un gran amigo, se ha convertido en un amor tan grande…, que si te pierdo no sabría vivir. Lo siento, pero necesitaba confesarte cuanto te quiero y no se que pensarás pero sea lo que sea no dejaremos de ser amigos ¿verdad? Ya sabes lo que yo siento, necesito saber lo que piensas tu por favor…”
Flarmy al oír las palabras con tristeza de Sara, se quedó asombrado, no podía creer que ella también sintiese lo mismo… Sin saber como responder le contestó:
-Flarmy: “A ver pequeña, yo no me puedo enfadar por eso, es más, ni siquiera podremos ser amigos…”
-Sara: “Ves lo sabía…, Flarmy no me hagas esto yo no quiero perderte no entiendo como te pue…” – la cortó él.
-Flarmy: “Sara, escucha…, no seremos amigos… ¡seremos mas que eso! ¿Y sabes por qué? Porque yo desde el primer día que te vi supe que eras la niña más bonita de la ciudad y al conocernos lo he confirmado. Eres fantástica y natural, por eso y por muchas cualidades más, te quiero. Y solo te voy a pedir una cosa más, prométeme que después del deseo que te falta por cumplir y yo tenga que marcharme, volveremos a vernos… No nos puede separar la distancia…, porque sé que nos queremos ¿me lo prometes?”
Sara no podía creer lo que estaba escuchando… se había llevado una decepción al escuchar que no volvería a ser su amigo... pero al oír eso se quedó sorprendida…
-Sara: “¡Flarmy! ¿En serio tu también sientes lo mismo? No puedo creerlo ¡te quiero! Te prometo que seguiremos viéndonos, tu puedes venir aquí siempre que quieras, ya lo sabes…”
-Flarmy: “Muchas gracias pequeña. Si pudieras ir a mi reino algún día…, te enseñaría todo aquello y podrías visitarme cuando quisieras… Pero aún así yo vendré a verte, porque ya sabes que te echo de menos todos los días si no te tengo a mi lado…”

De repente a la niña se le ocurrió una gran idea, una solución a sus problemas, que pediría en su tercer deseo la semana que viene, pero decidió no decirle nada de su plan a Flarmy, ya que sería una sorpresa y el lunes ya lo sabría…

lunes, 19 de julio de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 5


A la semana siguiente, el lunes por la mañana Sara recordó que hoy pediría su segundo deseo. Sabía perfectamente que tenía que pedir y lo tenía pensado con antelación…
Se divertía jugando y cuidando de su hermana Marta, ya que sus padres, los señores Harrison, estaban trabajando. Siempre ayudaba en todo lo que podía con la casa y con su hermana… Por eso, tenía ganas de que llegara la noche para ver a Flarmy y divertirse con él…
Durante ese día, Sara no podía quitarse de la cabeza a su ángel, no sabía el por qué, pero tenía muchísimas ganas de verlo y estar con él…
-“No se que me pasa, me encuentro atolondrada cada vez que pienso en ese ángel tan…tan amable, tan simpático, tan…tan guapo… Es el mejor amigo que he tenido. Aunque creo que lo quiero demasiado para ser solo eso, amigo. Pero no, no podrá ser más que eso, el es un ángel y yo vivo aquí, no tengo alas y no vivo en un mundo mágico escondido entre las nubes… Nunca podremos ser más que amigos… Me conformaré con poder verle todas las noches…”- pensó con tristeza.
Ese lunes Flarmy volvió como todas las noches al cuarto de Sara. Esta vez estuvieron divirtiéndose hasta que mas tarde, antes de que su ángel se marchara, por fin llegó la hora de pedir su segundo deseo.
-Flarmy: “Bueno Sara, creo que ha llegado la hora de que pidas tu segundo deseo, ya ha pasado una semana desde que nos conocimos ¿te acuerdas?”
-Sara: “Si, jo ya solo quedan dos semanas y…, cuando yo pida mi tercer deseo… ¿te irás para siempre? ¿Ya no volveré a verte más? Dime que no por favor…, es que… no quiero que me dejes sola” – dijo entristecida.
-Flarmy: “Pues verás pequeña, me temo que tendré que irme aunque yo por mi no me iría nunca, pero allí arriba, por entonces, abre terminado mi trabajo y tendré que ocuparme de mas niños… Bueno mira, tu no te preocupes y no pienses en el qué pasará… Disfruta ahora que estoy contigo y ya esta ¿vale? Estate tranquila.”
-Sara: “Puff… Esta bien, intentaré no pensarlo, pero es tan difícil…”
-Flarmy: “Bueno Sara, ahora concéntrate en pensar tu deseo y nada mas y en creer en los ángeles para que tu deseo pueda cumplirse… ¿preparada?”
-Sara: “Si, ya lo tengo pensado hace tiempo, este deseo es sencillo y esencial”
-Flarmy: “Muy bien, pues empieza cuando quieras a formularlo en alto que yo te oiga y pueda cumplírtelo…”
Sara comenzó a pedir en alto su deseo, mientras que Flarmy repetía la misma operación que hizo en el primero.
-Sara: “Deseo, por favor, solamente algo esencial para toda mi familia y seres queridos: salud y amor…” pensó que dinero no les hacía falta pues ya tenían suficiente.
Flarmy al oír ese deseo se quedó sorprendido…
-“Pobre…, lo único que desea es el bien a su familia…, no he visto niña tan generosa y amable… Sara…Sara es especial y creo que la estoy cogiendo demasiado cariño…” – pensó Flarmy.
En cuanto el ángel terminó de cumplir su deseo desapareció esta vez sin despedirse.
Sara se quedó extrañada porque no se había despedido de ella, pensó que ya no la quería, que ya se alejaría de ella y ninguna noche más vendría a parte del próximo lunes para formular su último deseo… Pensando en esto se fue a la cama entristecida, pensando en Flarmy, en cuanto lo quería y las ganas que tenía de decírselo, porque sabía que no solo sentía una gran amistad sino algo más. Pero tenía tanto miedo de perderlo si se lo decía, que dudaba que hacer y se pasaba el resto de la noche sin dormir…

A la mañana siguiente, Sara pensó si vería su deseo hecho realidad ese día, pero llegó a la conclusión que lo que había pedido lo vería cumplido durante todos los días…
Pero si…, ella comprobó que su deseo se había cumplido ya que al día siguiente a su madre estuvo a punto de atropellarle un coche pero por suerte o por arte de magia, frenó justo a tiempo…
Sara pensó que eso era parte de su deseo y se puso muy contenta…
La noche del jueves, cuando llegaba la hora de que Flarmy llegara, se volvió a pensar si debía decirle a su ángel lo que sentía… Tras un largo tiempo pensándolo, decidió que debía hacerlo…, tenía que confesarle a Flarmy su amor por él…
Lo que no sabía era como empezar…, no quería que dejaran de ser amigos pasara lo que pasara. Mientras Sara estaba atolondrada pensando en todo eso, de repente apareció Flarmy…

jueves, 15 de julio de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 4


Al oír las voces de su madre, la pequeña Sara bajo las escaleras casi volando y cuando vio en la entrada de la casa quien era aquella persona que decía su madre, se quedó paralizada por un momento hasta que reaccionó y corrió a sus brazos gritando:
-Sara: “¡Papá! ¡Estas aquí! No puede ser, mi deseo se ha cumplido… ¡Te echaba mucho de menos! No te vayas nunca por favor ¡Te quiero!”
-Sr. Harrison: “Sara, mi pequeña, mi reina de la casa, que grande estas, como has crecido desde que no te veo… Cariño, estate tranquila que yo no me iré nunca más… ¡Yo también te quiero hija mía!”
Después de ese gran encuentro, ella disfrutó mucho de ese día con su padre… Les contaba historias y toda la familia le escuchaba atentamente… Así pasó el día y cuando llegó la noche el Sr. Harrison dio las buenas noches a su hija en su cuarto, mientras la niña seguía muy feliz de que su padre hubiese vuelto… Pero también muy impresionada al recordar que su deseo se había cumplido, no entendía el por qué, pero así era… Todo parecía un sueño hecho realidad.
Cuando ya Sara, había cerrado los ojos a los pocos minutos apareció Flarmy como la pequeña luz de la noche anterior. Se posó en su nariz e inmediatamente ella abrió los ojos y vio la luz…
-Sara: “¡Hola Flarmy! Me alegro de que estés aquí.
Mientras ella le saludaba a él ya le había dado tiempo a transformarse en lo que era, ¡un ángel!”
-Flarmy: “Hola Sara, yo también me alegro de verte. Ya he visto desde arriba que tal te ha ido el día y veo que estas muy contenta ¿no?”
-Sara: “Uf, es que todavía no me puedo creer que el deseo que te pedí anoche se haya cumplido. Esta mañana al ver a mi padre en la puerta me impresioné muchísimo y me acordé de ti… Esto parece un sueño…”
-Flarmy: “Ya, si lo sé, lo he visto todo… Pues no Sara, esto no es un sueño, soy real… y estoy aquí para estar contigo. Ayudarte y también cuidarte. En general, para lo que necesites, además de cumplirte deseos.”
-Sara: “Muchísimas gracias Flarmy, entonces podemos ser amigos ¿no? Y ¿nos veremos todas las noches? Es que nunca imaginé que tuviera un ángel de los deseos y ahora que lo tengo me he dado cuenta que me gustaría conservar tu amistad y que me cuentes historias cada noche… ¿lo harás Flarmy?”
-Flarmy: “Claro que si Sara, eso no hace falta que me lo pidas, por supuesto que seremos amigos y te contaré todo lo que quieras ¿vale?”
-Sara: “¡OH! Gracias por todo”
-Flarmy: “No me las des Sara, te mereces todo esto, de verdad… Eres una chica que se preocupa demasiado por los demás y por ello sufres mucho y también me han dicho que eres muy fantasiosa, que crees en seres mitológicos irreales y te encanta todo eso… Por eso creo que mereces ver que existen algunas cosas en las que nadie cree como por ejemplo nosotros. Pero te aviso, no le puedes contar a nadie que existo, ni lo que has visto, ni que los deseos que pides te los concede un ángel porque si no, cuanto menos gente nos crea, más ángeles morirán allí arriba… Así que por favor, Sara, prométeme que guardarás el secreto y no dirás nada… Por favor, hazlo por mi…”
Claro ahora entendía Sara, porque le mando callar Flarmy la primera vez cuando dijo que los ángeles no existían. ¿Habría muerto algún ángel por su culpa? Simplemente porque no podía creer que existieran en ese momento, aunque ahora, después de esas dos noches, creía en ellos con todas sus fuerzas y deseaba conocer a su precioso ángel más a fondo.
-Sara: “Pues claro Flarmy, yo nunca diré nada, se que nadie me creería y además esta amistad hay que mantenerla en secreto y solo podremos vernos cada noche. Tranquilo confía en mi guardaré bien nuestro secreto…”
-Flarmy: “Muchas gracias pequeña, eres una buena chica, alegre, soñadora, simpática y con un gran corazón… Gracias por creer y confiar en mi…”
Sara se sentía muy feliz de poder tener a su lado a un amigo tan especial como él y que además fuese su ángel de los deseos. Todas las noches el ángel se encontraba con ella en su habitación, jugaban, contaban historias y se divertían… A final de semana se cogieron tanto aprecio y cariño que se querían como dos hermanos. Aunque con el tiempo ese cariño fue aumentando y Sara sentía que su corazón gritaba por dentro cuando le veía, cuando veía su magnifico rostro, sus ojos azules como el mar, cuando se sentía tan cerca de él el corazón empezaba a latirle más rápido sin control… Era algo que no podía controlar… Pero tenía miedo de que ella fuese la única que se sentía asi…

lunes, 12 de julio de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 3


Sara con una gran sonrisa en la cara y alucinada por haber conocido a un ángel de los deseos, se levantó de un salto y corriendo se puso en frente de Flarmy.
-Sara: “Ya estoy, ahora ¿Qué tengo que hacer?”
-Flarmy: “Te veo muy entusiasmada pequeña… Muy bien, ahora mientras me dices tu primer deseo piensa mucho en el y pon todo tu empeño ¿vale?”
-Sara: “Vale, de acuerdo”
-Flarmy: “¿Preparada? Venga confiésame tu primer deseo pequeña…”
Ella pensando mucho en su deseo cerró los ojos y empezó a decir lo que quería…
-Sara: “Deseo que mi padre vuelva pronto para poder estar con el y que no le pase nada, porque esta muy lejos de aquí y ya tengo ganas de verlo. Por favor tráelo sano y salvo a casa, y que no se vaya tan lejos nunca más…”
Mientras iba diciendo su deseo, Flarmy volaba alrededor de ella soltando de sus alas un polvo brillante…
Cuando la niña terminó de hablar, abrió los ojos y vio como un gran manto de luz dorada le rodeaba. A los pocos segundos el polvillo brillante fue desapareciendo…
-Flarmy: “Ya he terminado Sara, tu deseo se cumplirá en unas horas. Yo me tengo que marchar, mañana a la misma hora vendré a verte ¿vale? Y tranquila duerme, tu deseo se habrá cumplido cuando te despiertes…”
-Sara: “Esta bien Flarmy. Muchas gracias y encantada de conocerte. Hasta mañana”
-Flarmy: “Igualmente, aunque yo ya te conocía. Que descanses Sara…”
Flarmy le dio un beso en la mejilla a Sara, se convirtió en la misma lucecilla de antes y se marchó volando por la ventana.
Sara se acostó pensando en todo lo que le había pasado esa noche, pues aun no cabía en sí de gozo, tanta irrealidad junta, tanta fantasía en una ciudad, en su vida normal y corriente… No podía creérselo, estaba con ansias de que su deseo se cumpliera al amanecer… pero tenía miedo a despertar y que todo hubiera sido un sueño, aunque algo la decía que mañana por la noche a la misma hora volvería a ver a aquel ángel tan guapo tan precioso con sus hermosas alas blancas, a su querido Flarmy…
A la mañana siguiente se despertó y enseguida que abrió los ojos se acordó de Flarmy y su deseo… Entonces corriendo salto de la cama, bajó las escaleras a toda velocidad y llegó al salón donde esperaba ver a su padre… Pero desgraciadamente no estaba allí…
Sara intento calmarse y esperar ya que durante todo el día debería de cumplirse lo que pidió…
La mañana pasaba lentamente y antes de la hora de comer, alguien llamó al timbre.
-Sra. Harrison: “¡Ya abro yo Sara!”
Sara estaba en su habitación aburrida entreteniéndose con cualquier cosa… Cuando de repente escuchó la voz de su madre, la que parecía sorprendida.
-Sra. Harrison: “¡Sara! ¡Corre baja, no te vas a creer quien esta aquí! ¡Deprisa baja!”-dijo a gritos y entusiasmada.

miércoles, 7 de julio de 2010

"Más allá del cielo azul" Capitulo 2


De repente esa lucecilla habló y mientras seguía revoloteando cerca de ella, le contestó a la niña…
“Hola Sara, no te asustes… Verás, he venido a verte, porque la reina me ha mandado. Soy tu ángel de los deseos y me han informado de que estas triste y ayer le rezaste a la virgen ¿verdad?”
La niña sorprendida de lo que veía y sin creérselo aun, preguntó:
-Sara: “¿Mi…mi…mi ángel de los deseos? ¿Cómo puedes ser tu un ángel, si solo eres una pequeña luz voladora…? Además los ángeles no existen, solo están en los cuentos que me contaba mama de pequeña”
-“No, no digas eso más por favor. SHHH no lo digas más. Mira pequeña, para que lo comprendas todo obsérvame atentamente, porque yo soy un niño como tu…”- decía la lucecita.
Sara estaba confusa, boquiabierta, extrañada. ¿Por qué le habría mandando callar aquella luz, si solo había dicho la verdad? ¿O acaso aquello no era un sueño y era real?
De repente la lucecita lentamente se fue transformando y en pocos segundos se convirtió en un niño de la edad de Sara. Pero claro, era un ángel, como dijo, su ángel de los deseos… El chico tenía alas blancas y seguía flotando y volando por la habitación. Era moreno, de pelo corto y bien peinado. Con ojos azules, y una sonrisa encantadora, desprendía una tranquilidad enorme y era tan guapo… nunca mejor dicho era como un ángel precioso… Vestía pantalones cortos marrones y dejaba el pecho casi al descubierto, solo lo cubría un poco con una especie de piel de algodón, no, no, mejor dicho, como con una especie de alas de ángel cruzado desde el hombro donde tenía en el medio dibujado un símbolo que parecían ser dos pequeñas alas. Llevaba también un cinturón con este mismo símbolo. Sus pies iban descalzos, flotaba en el aire sin llegar a apoyarse en el suelo. Sara se quedó embobada mirándole, le había resultado encantador con solo verlo ahí parado frente a ella.
- “Sara, ¿lo comprendes ahora? Soy tu ángel de los deseos y para viajar a la ciudad me convierto en esa lucecita brillante que has visto, pero en realidad soy así… Me llamo Flarmy y tengo 16 años, a partir de hoy vendré a verte todas las noches… Y ahora te explicaré el por qué.”
Ella no podía dar crédito a lo que veían sus ojos. ¡Pero si era un niño corriente! Como ella, solo que de un año más y todo hay que decirlo, a ella le resultaba magnifico, hermoso… Se le caía la baba, pero Sara tenía muchas preguntas, aun no comprendía del todo que hacía aquel “ángel” allí.
- Sara: “Hola Flarmy, pero… ¿de donde vienes, como sabes mi nombre y para que vas a venir todas las noches?”
- Flarmy: “Pequeña…, haces demasiadas preguntas, pero creo que te las voy a responder, mereces saberlo…
Verás, allí arriba en el cielo detrás de las nubes y en un lugar muy escondido vivimos todos los ángeles, hay de toda clase… los ángeles de la salud, los ángeles de la tristeza, de la alegría, de los deseos, etc. Y la reina de los ángeles nos manda mucho trabajo cada día… Cada vez que un niño necesita ayuda por algo, los reyes nos mandan bajar aquí a uno de nosotros para visitar a ese niño o niña y ayudarlo… En nuestro reino sabemos todos los nombres de todos los niños de la ciudad, por eso mismo, también me sé el tuyo…
Por ello estoy aquí, porque ayer vimos que desde hace unos días estas preocupada y triste y me mandaron venir a ayudarte… Y como yo soy tu ángel de los deseos, te voy a conceder tres deseos, uno por semana y si los deseas con mucha fuerza se te cumplirán seguro. Así que vendré todas las noches a ayudarte y recuerda que cada semana te concederé un deseo… ¿Lo has entendido?”
-Sara: “No…, no… no puedo creérmelo, ¿como me puede estar pasando esto a mi? ¿De verdad me concederás tres deseos? ¿Cómo lo harás? ¿Y cuándo? Esto no puede ser real, no puede estar pasándome a mi”- decía la pequeña Sara, restregándose una y otra vez los ojos sin parar. Pero en el fondo estaba feliz, era lo que siempre imaginaba de pequeña cuando su madre le contaba todos aquellos cuentos de hadas, de príncipes, de ángeles inexistentes en la realidad… Y… ahora… ¡ahora todo era real! ¡Ahora podría pedir tres deseos, los que ella quisiera!
-Flarmy: “Tranquila pequeña, te lo explicaré… Esta noche te concederé tu primer deseo, cuando me lo digas tienes que desearlo con todas tus fuerzas y sobre todo creer en mi…, en los ángeles del cielo. Cualquier duda que tengas me lo puedes preguntar, yo voy a estar contigo todas las noches para lo que necesites, así que no te alarmes.”
-Sara: “Creo que ya lo voy entendiendo Flarmy, muchas gracias por todo. Entonces te esperaré cada noche. Pero… ¿puedo pedir cualquier deseo, por muy difícil de cumplir que sea?”
-Flarmy: “Claro que si Sara, pero como ya te he dicho tienes que desearlo con mucha fuerza… Así que creo que ya sabes todo lo necesario. Ya podemos empezar. Ven levántate y ponte frente a mi, ¡venga!”

lunes, 5 de julio de 2010

"MAS ALLA DEL CIELO AZUL" Capitulo 1

Era una noche fría de tormenta y la lluvia empapaba las ventanas. En la casa de los Harrison se respiraba tranquilidad… Los Harrison eran una familia rica, muy conocida en Londres. Vivían en una gran mansión en el centro de la ciudad. El señor Harrison, era una persona importante de negocios y por eso viajaba de acá para allá. Su mujer, la señora Harrison, simplemente se dedicaba a cuidar a sus hijas, pues con el sueldo del padre les llegaba de sobra para mantener todo aquello.
La señora Harrison se encuentra en el salón sentada en su mecedora, mientras las niñas juegan junto a la chimenea… Es un salón enorme, con tres sofás bastante cómodos entono beis, una gran chimenea. A un lado una gran alfombra donde las niñas juegan. Un ambiente de casa rural por así decirlo y eso que se encontraban en el centro de la ciudad.
Marta, la menor de las hijas con un año, gatea por el salón detrás de su gato. Marta es una niña adorable, de pelo rubio y con pequeños rizos, ojos grises mezclado con verdes. Eran los ojos más bonitos que podías ver.
Sara es la más mayor de las hijas, tiene 15 años, morena con una gran melena, ojos verdes, de piel pálida y algo delgadita, pero eso sí muy hermosa. Se encuentra junto a la ventana, recordando, observando tristemente como las gotitas de agua corren por el cristal…, pensando en muchas cosas, pero sobre todo, preocupada por su padre…
El señor Harrison se fue hace un año a trabajar fuera y Sara no sabe nada de él, le echa de menos y desea con todas sus fuerzas volver a verle… Lleva varios días triste, preocupada. Hasta hace poco tenía pesadillas. Soñaba que a su padre le pasaba algo, que se encontraba en el hospital dormido, pero jamás despertaba y los médicos no hacían nada. Se levantaba llorando, con lágrimas en los ojos y sudando. Apenas dormía, ni ella ni la señora Harrison que se levantaba para calmarla.
Como ya es tarde, la señora Harrison manda a las niñas arriba para dormir, coge a la pequeña Marta y a Sara le da una voz para que se acueste…
Sara sube a su habitación y aunque no tiene mucho sueño y sigue triste, se mete en su cama.
Antes de apagar su luz, decidió rezar y pedir a la virgen mucha salud para su padre…
-Sara: “Virgencita, por favor, cuida de mi padre por mi, ya que esta tan lejos y yo no puedo, dale mucha salud y fuerzas. Amen”
No es que fuera una cristiana incondicional una gran fiel de la iglesia, pero era lo único que podía hacer en esos momentos y que además su madre la animaba diciéndole que así desde allí arriba cuidarían de su padre.
Después de esas palabras, Sara apagó su luz, se tumbó en la cama y se durmió con lágrimas aun en sus ojos. Era media noche, cuando de repente algo entró por la ventana de la habitación de Sara… Era una pequeña luz que revoloteaba encima de su cama, una luz muy brillante y amarilla que soltaba pequeños destellos…
Sara se despertó al oír un ruido y cuando abrió los ojos vio a esa pequeña lucecita… Tan resplandeciente, tan llena de destellos, hipnotizante… No tenía palabras para describirla. Sobresaltada y asombrada saltó de la cama y casi tartamudeando preguntó para si misma, sin intención de esperar una respuesta…
-Sara: “Pe…pe…pe…¿pero que es esto? ¿Esta luz tan pequeña? ¿De donde viene?”

domingo, 4 de julio de 2010

"MÁS ALLÁ EL CIELO AZUL" Prólogo


Alguna que otra vez, cualquiera de nosotros, ya sea de pequeños o incluso siendo adultos, hemos imaginado cosas que jamás creíamos capaz de cumplirse. Hemos soñado con seres irreales hermosos que conocíamos y cambiaban nuestras vidas.
Sara, la protagonista de esta historia, era una chica de quince años aproximadamente, morena de ojos verdes. Ella siempre había soñado de pequeña con todos aquellos personajes que salían en los cuentos que su padre le contaba. Siempre había soñado que era una linda princesa, encerrada, y que al final siempre la rescataba un apuesto príncipe… Si, sueños de la infancia… Pero poco a poco Sara, se iba haciendo mayor, y dejaba de soñar con esas cosas, ya le había entrado en la cabeza que no existían, aunque aun así seguía mostrando interés a las criaturas irreales, le encantaba leer sobre ángeles, hadas, elfos, duendes, etc. Aunque ella sabía que no existieran los veía criaturas hermosas e interesantes.
Pero un día, un magnifico día para ella, su vida daría un giro total, aquello con lo que tanto soñaba, aquello que siempre había imaginado, a lo que tanta curiosidad mostraba, en lo que tanto se interesaba… Algo, o quizás alguien, entró en su habitación aquella noche, cambiándole la vida y consiguiendo al fin la felicidad. Pero lo más importante, haciéndole ver que los sueños cuando menos te lo esperas se hacen realidad…

miércoles, 30 de junio de 2010

"EL REINO DE LAS HADAS" epilogo (fin)


Me acerqué a un espejo y mientras Celeste pronunciaba unas palabras raras, movía su varita alrededor de mí que desprendía unos polvos dorados…
¡Cuando me miré tenía un vestido de novia puesto! No puedo creerlo ¡es como en las películas!
-Celeste: “¿Te gusta ese?”
-Ana: “Mm… no mucho, a ver, ¿puedo probarme mas?”
-Celeste: “Claro que si Ana”
Estuvimos toda la mañana así probándome vestidos blancos con una gran cola y con los zapatos. Hasta que hubo uno que me encanto, sencillo, blanco, resplandeciente y los zapatitos de cristal transparentes…
-Celeste: “¡Estas preciosa Ana! ¡Nunca había visto una novia tan guapa!”
-Ana: “Gracias por todo Celeste”
Cuando se acercaba la hora, Celeste y sus padres se preparaban y yo pensaba en mi familia, en el príncipe, en mi futuro, en el paso que iba a dar. Estaba tan nerviosa…
-Celeste: “Venga, vámonos, ya el príncipe estará esperando y estamos listas así que venga, coge tu ramo, quítate esos nervios y vámonos…”
De camino al lugar donde se celebraba la boda, Celeste me contaba cosas para que me calmara y yo pensaba en mi futuro, en mi vida junto al príncipe… Si todo esto tendrá un final feliz, o acabará rompiéndose como en mis sueños. Por un lado, estoy feliz, pero por otro… el pensar que pasará ahora, me atormenta… Bueno, dejaré de preocuparme por eso y disfrutar este gran momento, de este paso tan importante en mi vida que voy a dar…
Por fin llegamos, todo esta precioso decorado, un montón de hadas me esperan y a lo lejos esta el príncipe como siempre guapísimo…
El padre de Celeste me acompaña hasta el altar. Celeste me dio ánimos y mucha suerte. Cuando llegué al altar, el príncipe me esperaba y se quedo asombrado al verme… y yo también.
La boda continuaba perfectamente, los dos nos dimos el “si quiero”.
El final de mi gran boda terminó con un gran beso y unas palabras del príncipe:
-Alexander: “Ana ¡te quiero! Ahora viviremos juntos para siempre y nunca me alejaré de ti… Gracias por estar aquí conmigo y gracias por regalarme todo tu cariño… A partir de ahora eres la princesa de todo este gran reino y en un futuro seremos los reyes…”
-Ana: “Alexander, gracias a ti por elegirme tu esposa, por esperarme tanto tiempo a que tomara una decisión, por aceptarme tal y como soy… Ahora voy a ser feliz a tu lado, me da igual que vaya a ser princesa o reina, eso no me importa. ¡Lo único que me importa eres tu! Estoy preparada cariño…”
Entonces el príncipe cogió una corona de margaritas y me la coloco sobre la cabeza mientras decía en alto:
-Alexander: “A partir de este momento, la nueva princesa del reino es… ¡Ana!”
Toda la gente aplaudía, sonreía y yo seguía asombrada pero muy contenta… El príncipe me cogió de las manos y me susurró al oído:
-Alexander: “Estate tranquila, yo te ayudaré con todo lo que pueda, ahora este camino lo andaremos juntos. No temas por nada…”
Y finalmente me beso despacio… Ese fue el final de la boda…
Una boda que nunca pensé que sería así…
Y así fue como ice mi vida al lado del príncipe…, visitaba a Celeste y sus padres, ice nuevas amigas, supe llevar bien con ayuda de Alexander el reino…y me acostumbre a que todos me llamaran princesa Ana…
Los días de luna llena salía al exterior a visitar a mi familia…
Se acostumbraron a verme de vez en cuando, les explique todo mejor, les conté mi boda y que era princesa y supieron entenderlo.
Incluso un día que la luna no estaba llena y tenía mi forma de hada aunque saliera al exterior, me acompañó Alexander a ver a mis padres. Fuimos a mi casa, mi familia vio mi forma de hada y les presente al que era ya mi marido, el príncipe… Mis hermanas se quedaban asombradas al igual que mis padres…
Pero con el paso del tiempo aquellas visitas se convirtieron en algo habitual y mis padres se acostumbraron a verme a veces como un hada…
Mas tarde nos convertimos en reyes: el rey Alexander y la reina Ana.
Mi vida era preciosa al lado de Alexander, lo que siempre había soñado, estar al lado de una persona que me quisiera como soy…, aunque esta vez era un hada…
Y al final fuimos los dos muy felices y nos quisimos el resto de la vida…

FIN

lunes, 28 de junio de 2010

EL REINO DE LAS HADAS capitulo 7

Antes de acostarme pensé en mi familia, si mis padres habían leído ya mi carta, si estarían buscándome o solamente estarían tristes… Si pudiera ver sus caras en este momento… De repente tuve una idea…
Como creo que hoy la luna esta creciente saldré de aquí cuando todos estén dormidos… Iré a casa y por algún hueco veré a mis padres sin que me vean…
Cuando ya todos dormían, con mucho cuidado para que nadie se despertara, salí de casa de Celeste hasta llegar a la entrada del reino…
Una vez fuera del árbol, comprobé la forma de la luna. Esta creciente, no hay peligro. Volé lo más deprisa que pude hasta casa y una vez allí por la esquina de una ventana que daba al salón, me asomé y allí estaban mis padres y mis hermanas, sentadas en el sofá, leyendo la carta, asombrados y sin creerse lo que estaba pasando… Mientras la leen, mi madre llora de impotencia y haciéndose mil preguntas…
-Madre: “¡No! Pero, ¿Por qué? ¿Qué la hemos hecho para que prefiera ese mundo de fantasías que ni siquiera sabemos si existe? Tenemos que buscarla, es mi hija… Por favor…”
Está tan desesperada que haría cualquier cosa por encontrarme. Me entristezco al verla así llorando y con los nervios por las nubes. Pero mi padre, aunque también esta asombrado y preocupado, tiene la cabeza más sentada y sabe lo que tiene que hacer… Entonces, tranquiliza a mi madre e inmediatamente le para sus deseos de salir a buscarme.
-Padre: “Tranquilízate mujer, la niña es lo que ha elegido, ahora es feliz, ya se habrá casado. Créeme, si revuelves la ciudad buscándola, ella eso no le gustará y la decepcionarías. Hazme caso es lo mejor.”
Es increíble, no pensaba que mi padre pudiera entenderme antes que mi madre… Gracias a el mamá se tranquilizó y no salió a buscarme…
Decidí irme porque ya estaban más relajados.
-“Pronto iré a verlos y les explicaré todo” – pensé.
De vuelta al reino, recordé la cara de asombro de mis padres…
-“¿Qué pensaran de mi? ¿Qué soy una mala hija por haberme ido de casa?...” – me pregunté.
No sé tendré la respuesta cuando vuelva a verlos. Llego al reino y de nuevo con cuidado vuelvo a casa para dormirme… Nadie se enterará que he salido…, no tendré que dar explicaciones… Mañana me casaré con el príncipe, será una boda muy especial y comenzaré mi vida de hada…
Espero que esta vida que empiezo sea tan bonita como la de mis sueños y mi imaginación. Al lado de una persona que me quiere, en un mundo lleno de fantasías y con amigos como Celeste… ¿Qué mas puedo pedir?
Seré princesa sí, pero a mi eso no me importa, no es una de las cosas que mas valoro…
Pensando en todo esto acabé dormida…
A la mañana siguiente me despertó Celeste a voces saltando encima de mi cama…
-Celeste: “¡Ana! ¡Venga, arriba dormilona que hoy celebramos tu boda! ¡Venga despierta que el príncipe quedó en pasar a verte por la mañana!
Además tenemos muchas cosas que hacer, preparar tu vestido…, buscar el ramo, el velo… Puff..., demasiadas cosas… Ya sé, lo haremos todo con un poquito de magia y así también nos divertiremos un rato… ¡Venga, levanta Ana!”
-Ana: “Puff… Celeste, tengo unos nervios, no me puedo creer que la boda que siempre había soñado, por fin se vaya a cumplir…
Celeste…, quiero un gran vestido precioso, un ramo lleno de rosas rojas y un velo muy muy largo… ¿podrás intentar hacerlo?”
-Celeste: “Pues claro que si Ana, mira creo que es hora de sacar del armario mi varita mágica que nunca he usado, me la regaló mi madre… Así que con eso lo tenemos todo arreglado y las rosas luego mando a mi madre a por ellas…
El lugar donde será la boda yo ya se cual es, ahora después vendrá el príncipe y te lo enseñará, pero los preparativos del sitio ya los manda el hacer, así que no te preocupes por nada mas, ¿vale?”
-Ana: “Muy bien, dios mío ¿y todo lo vamos a hacer con tu varita mágica? Esto es increíble…no me lo creo…”
-Celeste: “Si Ana, tu déjalo en mis manos y relájate, que tienes que tener unos nervios…”
En ese momento llegó el príncipe…
-Alexander: “¡Hola Celeste! ¡Hola Ana!”
-Celeste: “¡Hola príncipe!”
-Ana: “¡Hola cariño, por fin estas aquí!”
-Alexander: “Si, vengo a enseñarte el lugar donde nos casaremos ¿te parece?”
-Ana: “¡Si claro, estaba esperándote!”
-Celeste: “No lleguéis muy tarde por favor”
-Alexander: “Tranquila, solo es un momento…”
-Ana: “Si, Celeste, además tenemos que preparar muchas cosas. Enseguida venimos. ¡Adiós!”
-Alexander: “Hasta luego Celeste”
Íbamos los dos de camino a ese lugar y antes de llegar Alexander me dijo que cerrara los ojos, que era una sorpresa.
-Alexander: “Ya, los puedes abrir”
-Ana: “¡Dios mío! ¡Esto es precioso! No puedo creer lo que veo… ¡es el mismo lugar que salía en mis sueños!”
Es un sitio precioso, una zona situada en el bosque, porque estaba en el exterior, una pradera enorme, cubierta de flores, al fondo montañas, los pájaros cantaban, las mariposas se posaban en las flores y algunas hadas volaban y jugaban libremente… Y a lo lejos se veía un gran castillo.
-Alexander: “¿Te gusta Ana? Aquí nos casaremos ¿quieres? No he encontrado un sitio mejor…”
-Ana: “Pero… ¡Alexander! ¡Si es precioso! No he visto un lugar mejor en mi vida ¡me encanta! Pero… ¿Qué sitio es este? ¿Está fuera o dentro del reino?”
-Alexander: “Me alegro que te guste. Pues no, este sitio esta casi a las afueras del bosque, pero claro, bien escondido, porque si no los humanos lo descubrirían, además ten en cuenta que nosotros tenemos tamaños mas pequeños por eso, esto, aunque te parezca enorme, es diminuto para un humano… ¿lo entiendes?”
-Ana: “Si, creo que si, es todo tan perfecto, fantástico, no me puedo creer que vayamos a casarnos a estar juntos para siempre por fin… ¡Te quiero!”
-Alexander: “Yo también te quiero Ana, siempre estaremos juntos cariño…”
Estuvimos un rato sentados a la sombra de una amapola, contemplando aquel lugar tan precioso y tranquilo… Después nos fuimos a casa de Celeste, me acompañaó hasta allí y Alexander se fue a palacio para seguir con los preparativos.
-Alexander: “Bueno cariño te dejo aquí en la puerta, yo me tengo que marchar. Te veré esta tarde en la boda. Adiós ¡te quiero!”
-Ana: “Muy bien, ¡adiós principe!”
Cuando entré en casa de Celeste, ella ya estaba preparando todo… Tenía mi ramo de flores encima de la mesa… Era precioso, con rosas rojas y blancas…
-Celeste: “Menos mal que estas aquí Ana, ya es tarde y tengo que hacer tu vestido. Venga ven que vamos a probarte unos cuantos… A ver que hace esta varita…”
-Ana: “Si, ya estoy aquí… Pero, ¿pretendes que la varita me haga el vestido?”
-Celeste: “Tu déjame a mi y verás”