martes, 23 de agosto de 2011

...Disparos en el alma...

Otro disparo más en su alma, o mejor dicho, de nuevo otro disparo en su corazón. Ese corazón que sigue herido con esas cicatrices tapadas que el mismo provocó. Esa última herida la ha roto por dentro. Ya no tiene ganas de sonreír, ni si quiera para los demás. No. Solo le quedan lágrimas. Furia e ira se apoderan de todo su ser al recordar esos últimos momentos a su lado. Al darse cuenta que sus ilusiones se han roto, que esos momentos no volverá a vivirlos, por lo menos a su lado. Rabia al saber que sus “te quiero” ya no son dirigidos a ella. No que va. Y piensa: “¿Pero alguna vez sus te quiero han sido sinceros?” Se lo preguntará siempre.


Ahora un pinchazo en el estómago que se convierte lentamente en un nudo que impide que pueda encontrarse bien. Poco a poco ese nudo va subiendo a la garganta con una velocidad increíble. Y como si de un acto reflejo se tratara justo en ese momento vuelve a recordar. Su cara, sus besos, sus caricias. El parque, su casa, él, ella. Su sonrisa, sus palabras, su pecho. Rápidas imágenes que provocan que sus ojos empiecen de nuevo a humedecerse hasta conseguir que se bañen en lágrimas. Lágrimas de dolor, de sufrimiento, de recuerdos, de ilusiones rotas, de promesas incumplidas.




Ahora esboza una sonrisa y una de sus lágrimas se cuela entre sus labios y la saborea.


Sonríe. Acaba de acordarse de otro mágico momento. De una de sus tonterías que la hacían reír. Le encantaba estar a su lado, la hacía sentir única, especial. Incluso junto a él se sentía a gusto consigo misma, algo que jamás había ocurrido en ella.


Pero poco le puede durar esa sonrisa. ¿Qué le queda para que pueda reír? Ya no tiene razones. Su corazón está vacío, él se ha ido y está segura de una cosa. Se ha ido para no volver más. Se ha ido para siempre.


Debería empezar de nuevo su camino en el amor, olvidarse de aquella etapa pasada que sin duda fue mágica y por supuesto, no quería que terminase jamás. Debería ser feliz, salir, comerse el mundo, pero sin embargo no se siente con fuerzas de nada.


- ¿Para qué?- se pregunta ella- ¿Para qué me destrocen el corazón de nuevo? ¿Para qué ser feliz, si ya no está?


Y así día tras día, semana tras semana… No sabía cuánto más iba a durar su sufrimiento. No podía olvidarse de aquella persona, le parecía imposible. Pero algún día ella misma se daría cuenta que nada en esta vida es IMPOSIBLE.


jueves, 4 de agosto de 2011

Etapas a recorrer trás una perdida. Del escritor Jorge Bucay

ETAPAS DEL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS A RECORRER TRAS UNA PÉRDIDA

1. Etapa de incredulidad: nos entra una paralisis al recibir la terrible noticia, a continuación negamos lo que ha pasado, no queremos verlo. Nuestra mente se protege del dolor intentando negar lo ocurrido con frases del tipo: “No puede ser” “Eso es imposible”… y por ultimo entramos en un momento de confusión, no sabemos exactamente lo que ha pasado y si lo que ha pasado es verdad.


2. Etapa de regresión: en esta etapa nos damos cuenta de la verdad, dejamos de negar la realidad y empieza a aflorar realmente el dolor. Nos duele lo que ha pasado, un dolor intenso e interno.(llanto explosivo, berrinche, desesperación)


3. Etapa de la furia: después del dolor que nos produce la perdida viene siempre tras de sí acompañado de furia. Una furia que no podemos evitar que la manifestamos a través de pataleos, lloramos, nos cabreamos. Nos comportamos como niños e incluso nos cabreamos con los demás aunque no tengan culpa de nada.


4. Etapa de la culpa: Una vez que ha pasado un tiempo tras la pérdida de ese ser querido, nos damos cuenta que no vale culpar a los demás ni enfadarnos con los otros ni con el mundo. Si no que reconocemos que la persona no está y empezamos a pensar que los culpables somos nosotros con frases de tipo: “si no le hubiera comprado el billete, no hubiera cogido el avión”, “no debería haberle contado la verdad”, “tenía que haber aprovechado más tiempo con él/ella” etc…


5. Etapa de la desolación: aparece la impotencia. Nos damos cuenta de la cruda realidad, la persona que queremos ya no está a nuestro lado, y no podemos hacer nada para evitarlo. Nos entra impotencia y con ello la soledad. (Impotencia, desasosiego, pseudoalucinaciones, idealización, idea de ruina)


6. Etapa de la fecundidad: esta etapa empieza con la identificación, que es el puente para salir del duelo, de la pérdida, del camino de las lágrimas. Nos identificamos con algunos aspectos o rasgos de la persona perdida. Empiezan a gustarte cosas que le gustaban a tu ser querido que ya no está. Por ejemplo, antes nno te gustaban los pasteles, pero recuerdas como esa persona los hacía tan ricos y de pronto sientes esa necesidad de hacer pasteles y comerlos. Tras la identificación comienza la fecundidad. Con la fecundidad empezamos a hacer cosas o acciones dedicadas a esas personas (como el ejemplo de los pasteles). Esta etapa es la reconstrucción: lograr que el camino me lleve a algo que se vuelva útil para mi vida o la de otros. Transformamos el dolor de todo el camino en una historia para compartir con personas que han sufrido también pérdidas parecidas.


7. Etapa de la aceptación: con la aceptación llegamos a la cicatrización de la herida. La aceptación quiere decir dos cosas:


- “Discriminarse” de la persona que se murió, separarse, diferenciarse…


- “Interiorizar”: saber que algo de esa persona quedó en mí. Tener la conciencia de que por eso siguen vivas en mí las cosas que aprendí, exploté y viví.




Y el camino termina aquí:
Cuando me doy cuenta que todo lo que esa persona me dio no se lo llevó con ella, cuando me doy cuenta que puedo tener dentro de mí lo que esa persona dejó en mí. Eso es una manera de tener a la persona conmigo.
La discriminación y la interiorización te permitirán aceptar la posibilidad de seguir adelante, a pesar de que, como todas las heridas, quedará una cicatriz para siempre. Se supera pero no se olvida.




PD: Esto es un resumen sobre el tema principal del libro de Jorge Bucay: El camino de las lágrimas.
La verdad que os lo recomiendo, os ayuda a superar una perdida, ya sea una muerte o una ruptura, o a superar una etapa, o la noticia de una enfermedad.. Cualquier cosa que suponga algo doloroso en nosotros. Superarlo nos ayuda a ser adultos y madurar como personas.
Por lo tanto, nunca os ancleis al pasado, vivir pensando en el presente, pues en esta vida hay que aprender a coger y soltar para poder ser feliz.