Una nota, una melodía. Un sonido mezclado con una dulce voz. Otra nota más fuerte, un compás. Y después ritmos diversos, pero de repente otra vez silencio.
Esa nota de guitarra de la mano de su melancolía. Una melancolía que unida a esa voz y esas palabras le provoca un recuerdo.
Además, un paisaje. Un paisaje que pasa lento y rápido a la vez, tras la ventana de ese autobús o la ventana de su cuarto por la que observa la lluvia caer y la gente corre para poder refugiarse de unas simples gotas de agua.
Y esa letra de una simple canción reproducida desde su MP4 y escuchada a través de sus finos auriculares, le dejan ensimismado en su cuarto al lado del cristal. Sueña, imagina y recuerda con esa melodía que le inspira y a su vez le trae una gran melancolía unida a recuerdos y vivencias increíbles.
Aun así, ella es la única que consigue relajarle todos los días cuando piensa más de la cuenta, la única que logra desahogarlo en sus peores momentos y tranquilizarse cuando empieza a perder los estribos. Simplemente es especial y única. Es bella y hermosa. Porque no se imagina su vida sin ella, realmente no podría seguir adelante cada día sin su compañía. No puede separarse de lo que más feliz le hace. La música.
Cierra los ojos, suspira. Se tumba en la cama, transmitiendo al colchón la pesadez de su cuerpo cansado y estirando completamente sus manos y sus piernas. Cierra los ojos de nuevo y vuelve a suspirar. Quizás un suspiro de tristeza, o de recuerdos ¿Quién sabe? Puede que un suspiro de felicidad, o de estrés. De cansancio o de añoranza. De rabia o frustración. Al fin y al cabo, un suspiro.
Otra nota, silencio y un fuerte compás. Abre los ojos. Decide pasar de canción. Escucha atentamente esa voz y esas letras emitidas por sus auriculares que llevan su mente a un mundo completamente distinto al suyo. Imaginación, fantasía, sueños. Quizás solo sea una técnica para evadirse de su dura realidad por un instante con las notas de una canción, algo que le transmite una emoción y paz demasiado grandes.
Piensa, recuerda y siente un dolor agudo en el pecho, pero no tiene importancia. Es su corazón que también vive esos momentos de desasosiego, armonía y recuerdos, porque esos recuerdos no están guardados en su mente si no en su corazón. A pesar de ese pequeño y débil dolor puntiagudo, una sonrisa se dibuja en su rostro.
- - Que canción tan bonita- piensa.
Y una emoción tan grande como un sentimiento. Esa melodía, esa nota y esas palabras producen que por su mejilla derecha caiga lentamente una pequeña lágrima. Pero no se preocupa. Inmediatamente la atrapa con su pulgar, la mira por un momento y sonríe. Cierra los ojos y respira fuertemente.
Y se deja llevar lentamente por esa canción, como si de un vaivén de las olas se tratara. Lento, relajado.
Porque si ella está no tiene miedo, si la música le acompaña allá donde vaya él es feliz. Porque como dice la canción: “I won’t shed a tear just as long as you stand, stand by me”