viernes, 18 de noviembre de 2011

Una simple melodía

Una nota, una melodía. Un sonido mezclado con una dulce voz. Otra nota más fuerte, un compás. Y después ritmos diversos, pero de repente otra vez silencio.

Esa nota de guitarra de la mano de su melancolía. Una melancolía que unida a esa voz y esas palabras le provoca un recuerdo.

Además, un paisaje. Un paisaje que pasa lento y rápido a la vez, tras la ventana de ese autobús o la ventana de su cuarto por la que observa la lluvia caer y la gente corre para poder refugiarse de unas simples gotas de agua.

Y esa letra de una simple canción reproducida desde su MP4 y escuchada a través de sus finos auriculares, le dejan ensimismado en su cuarto al lado del cristal. Sueña, imagina  y recuerda con esa melodía que le inspira y a su vez le trae una gran melancolía unida a recuerdos y vivencias increíbles.

Aun así, ella es la única que consigue relajarle todos los días cuando piensa más de la cuenta, la única que logra desahogarlo en sus peores momentos y tranquilizarse cuando empieza a perder los estribos. Simplemente es especial y única. Es bella y hermosa. Porque no se imagina su vida sin ella, realmente no podría seguir adelante cada día sin su compañía. No puede separarse de lo que más feliz le hace. La música.

Cierra los ojos, suspira. Se tumba en la cama, transmitiendo al colchón la pesadez de su cuerpo cansado y estirando completamente sus manos y sus piernas. Cierra los ojos de nuevo y vuelve a suspirar. Quizás un suspiro de tristeza, o de recuerdos ¿Quién sabe? Puede que un suspiro de felicidad, o de estrés. De cansancio o de añoranza. De rabia o frustración. Al fin y al cabo, un suspiro.

Otra nota, silencio y un fuerte compás. Abre los ojos. Decide pasar de canción. Escucha atentamente esa voz y esas letras emitidas por sus auriculares que llevan su mente a un mundo completamente distinto al suyo. Imaginación, fantasía, sueños. Quizás solo sea una técnica para evadirse de su dura realidad por un instante con las notas de una canción, algo que le transmite una emoción y paz demasiado grandes.


Piensa, recuerda y siente un dolor agudo en el pecho, pero no tiene importancia. Es su corazón que también vive esos momentos de desasosiego, armonía y recuerdos, porque esos recuerdos no están guardados en su mente si no en su corazón. A pesar de ese pequeño y débil dolor puntiagudo, una sonrisa se dibuja en su rostro.

-       -     Que canción tan bonita- piensa.

Y una emoción tan grande como un sentimiento. Esa melodía, esa nota y esas palabras producen que por su mejilla derecha caiga lentamente una pequeña lágrima. Pero no se preocupa. Inmediatamente la atrapa con su pulgar, la mira por un momento y sonríe. Cierra los ojos y respira fuertemente.

Y se deja llevar lentamente por esa canción, como si de un vaivén de las olas se tratara. Lento, relajado. 

Porque si ella está no tiene miedo, si la música le acompaña allá donde vaya él es feliz. Porque como dice la canción: “I won’t shed a tear just as long as you stand, stand by me”

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Su verdadero espejo

Como cada mañana veía su rostro reflejado en aquel pequeño espejo, con sus ojos cansados y entreabiertos pidiendo unas horas más de sueño. Debía ducharse y prepararse para volver a la rutina e ir a clase como todos los días.


Ensimismado en su reflejo pasaba su mano derecha por su rostro y sus pensamientos en esos momentos le invadían la mente.



No se sentía a gusto con su físico, quizás si con su cuerpo pero no con su rostro. Realmente no encontraba esa belleza exterior de la que le hablaba tanta gente.


¿Dónde?- se repetía una y otra vez- No sé por qué me mienten.


Sin embargo, aquel espejo colocado en su pequeño cuarto de baño, no le dejaba ver esa belleza interna que poseía, algo que él parecía haber olvidado.


No, no podía ver eso. Tampoco se reflejaba lo humilde y simpático que era. Ni si quiera dejaba vislumbrar su talento y perseverancia, su constancia y su sencillez como persona.


Pero aunque no pudiera ver esa belleza en ese miserable espejo al que él llamaba, había gente que se lo transmitía de mejor manera.


Gente que realmente le apreciaban, le querían y le admiraban como persona. Personas que tenía ahí a su lado y le demostraban lo importante que resultaba él en sus vidas.


Le hacían ver la verdadera belleza de su persona, incluso ellos le veían hermoso pues esa ternura en su mirada y ese brillo en sus ojos resplandecía por encima de todo en su rostro.


Quizás aquel pequeño pero grande muchacho debía aprender a valorarse como persona. Quizás debía aprender que la verdadera belleza y la más importante está en el corazón y eso es lo que nos define como personas.


Y yo ahora a esa gran persona le escribo estas líneas para hacerle ver que ese espejo en el que anda descubriendo su belleza cada mañana realmente le engaña. Debe dejar de engañarse y descubrir su verdadera valía.


Y es que no hay solo uno, ni dos, ni tres.


Porque los verdaderos espejos son esas personas que tanto le respetan, le quieren y le admiran. Aquellas personas importantes que le aprecian y le valoran. Ellas, las que estarán cerca cuando más lo necesite, que no se cansarán de repetirle la grandeza de su alma y su corazón.


Y entonces recuerda a una persona, alguien realmente importante. Aquel que siempre estaba a su lado cuando apenas aprendió a andar, el que le enseñó a dar unas simples patadas a un balón. Alguien a quien añora y quiere tanto a la vez. El que le enseñó tanto y le ayudo en sus peores momentos. Su gran espejo del alma que le mostraba cada día lo brillante que era. Si, ese era él. Su figura de apego durante la infancia.


Sonríe y a la vez le recuerda. Realmente pierde el tiempo mirándose en aquel espejo colgado en la pared, porque se da cuenta que tiene espejos mejores donde reflejarse todos los días, a su lado. Pero el más importante, aquel que le vigila desde arriba, porque aunque no pueda verlo, sabe lo que en esos momentos pensaría sobre su hijo. Simplemente él. Su padre.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

...QUERER Y NO PODER...

Es como reír pero sintiendo un dolor agudo en el pecho,
es como correr mientras te duele el tobillo derecho.
Intentar sonreír teniendo un esparadrapo en la boca,
Pensar con cordura sabiendo que estás verdaderamente loca.


Es como saltar mientras tus pies están atados fuertemente,
es como querer dejar paso a la razón en vez de a tu mente,
ver el arcoíris de colores en una película en blanco y negro,
es como echar la lotería para que solo te toque el reintegro.


Son miles de preguntas sin ninguna respuesta,
aceptar un fuerte reto sin estar dispuesta,
es como llorar pero a la vez reírte por dentro,
como querer gritar “te quiero” y no llevarlo tan adentro.



Es intentar olvidarle mientras vuelves de nuevo a recordarle,
odiarle tantas veces y sin embargo no dejar de amarle,
es como sentirle a tu lado acariciándote cuando despiertas,
como cerrar todas esas puertas que quieres dejar abiertas.


Es como querer gritar en medio del silencio,
es desear ver pintado su rostro en un gran lienzo,
como querer besar sus labios aun siendo demasiado tarde,
es como ser valiente pero con él una gran cobarde.


Es deber y no querer,
es querer y no poder,
es caer rendida en el intento
de no recordarle cada momento.



Y de nuevo encontrarte en medio de tanta duda,
querer buscar un abrazo entre tan poca ayuda.
Y estar encerrada sin poder ni si quiera respirar,
es como sentir dolor y no poder llorar.